¿Demolerán todas las casas ilegales en el cerro San Javier, Tafí Viejo, El Mollar y otras zonas?

Sábado 09 de Noviembre de 2024, 07:42

La falta de controles durante décadas permitió las ocupaciones irregulares en zonas de pedemonte



La usurpación que se ha descubierto en la zona cercana a La Toma y a la Hostería de Tafí Viejo reveló tres problemas serios, algunos en vías de resolverse. Uno, las ocupaciones de tierras por todas partes, con maniobras a veces violentas, amparadas en los resquicios que deja el papeleo burocrático. Dos, la lenta regularización de los registros, a causa del abandono de los controles por parte del Estado. Tres, la intensa ocupación, por los caminos legales y por la vía de los hechos, de las yungas y del cerro.

En el primer caso, desde hace varias semanas se está revelando el escándalo de las ocupaciones en el terreno de la Reserva de La Angostura en El Mollar, donde hubo varios sectores loteados y vendidos y con construcciones en los últimos años. Un equipo de varias oficinas del Estado, con apoyo de la Justicia, está actuando para regularizar eso, como se hizo hace pocos años en la zona de El Cadillal y Ticucho, donde se había producido un crecimiento caótico con ocupaciones y ventas de terrenos fiscales y privados. Hasta hubo un barrio cuyos habitantes fueron desalojados por la Justicia y que luego fueron beneficiados por el Gobierno provincial que compró el predio para que pudieran mantener sus viviendas.

En El Mollar la situación está siendo tratada a fondo con varias oficinas del Estado que hicieron operativos. La Justicia acompaña: acaba de conceder un amparo para que no se siga construyendo ni se expandan los barrios que crecieron al amparo de la falta de control. ¿Habrá demolición de casas?

Mientras tanto en las yungas del piedemonte del cerro San Javier crece la avidez por urbanizarlo. Ahora se ha descubierto la ocupación del predio fiscal junto a La Toma y la Hostería de Tafí Viejo, zona roja de bosque nativo, ubicada a una altura de unos 640 msnm, en la que no se debería permitir loteos masivos. Ahí se denunció que dos hermanos -cuyos nombres no se dieron a conocer- arrasaron con el bosque y están haciendo calles y delimitando lotes. Ya hay alguna que otra casita levantada.

Se trata de un caso parecido al del loteo Las Pirámides, erigido en lo alto del cerro, en el km 28 de la ruta 338 en el límite con Villa Nougués, donde el lugareño Próspero Marcelo Sosa, en litigio con la Universidad Nacional de Tucumán, ha comercializado un predio ubicado dentro del Parque universitario Sierra de San Javier, que pertenece a la UNT. Ya hay construidas unas 70 viviendas allí.

En el caso del predio de Tafí Viejo, la Justicia provincial visibilizó el problema que se arrastraba desde hace dos años, cuando la Municipalidad taficeña lo denunció. Parece que la usurpación había ocurrido en 2020, durante la pandemia. Pero la causa dormía. Carlos Saltor, uno de los nuevos fiscales de Usurpaciones y Estafas, que se hizo cargo de esta área en julio, dijo que recibió 1.000 casos heredados de usurpaciones en la provincia.

En este en particular, se dio una circunstancia especial porque parece estar en una zona gris. El terreno es de los descendientes de Nina Velárdez, pero formaba parte de las 18.000 hectáreas que la Nación expropió en 1948 para que la UNT construyera la Ciudad Universitaria. Pero en ese entonces, según explica el abogado de la UNT, Máximo Castro, la UNT se quedó con 9 hectáreas y les reconoció a los Velárdez el resto de ese predio, que según se informa ahora, son 16 hectáreas.

Pero “se expropió y Catastro anotó todo a nombre de la Universidad. Faltaba hacer la mensura, que no habían hecho la UNT ni los Velárdez”, dijo el abogado. No está claro qué pasó. Una descendiente de Nina, Silvia Velárdez, dijo que ellos pagaron durante mucho tiempo los impuestos que corresponden pero después no pudieron hacerlo más porque los terrenos aparecían a nombre de la UNT.

Según el abogado Castro, como ahora la Universidad está gestionando que se entregue el plano definitivo de las 14.130 hectáreas del parque Sierra de San Javier, “si uno entra a Catastro ahora y pone el número de padrón que ellos tienen como su propiedad no va a figurar porque está como bloqueado, pendiente de la aprobación del plano del mensura del parque. Cuando salga aprobado el plano de la Universidad, va a aparecer con otro número de padrón el de Velárdez y con otro el de la UNT”.

La UNT está regularizando su patrimonio y en el caso del parque ha resuelto ya los papeles de un amplio predio en Tapia (dentro del Sierra de San Javier) y confía en resolver mediante la Justicia federal la ocupación del área donde está Las Pirámides. Por lo pronto, dice el abogado Castro, el plano definitivo saldría en poco tiempo más.

El sitio de Tafí Viejo, llamado “El sendero de los 1.000 pasos”, es uno de los más visitados de las yungas. Senderistas, ciclistas y turistas recorren a diario el sector camino al Taficillo. Las yungas están protegidas en esta zona porque Tafí Viejo tiene una ordenanza que limita las construcciones y la urbanización más allá de cierta altura y porque además al oeste se encuentra el extenso predio del parque universitario, que es una gran reserva ambiental.

Casualmente, cerca de este predio usurpado se encuentra La Toma, lugar donde un grupo interdisciplinario, coordinado por la investigadora del Conicet Paula Boldrini, lleva a cabo un programa piloto -en el marco de un plan federal- para lograr un buen manejo interjurisdiccional en el cerro. Se ha buscado estrategias para armonizar la vida de unas 50 familias con actividades compatibles con el carácter de protección del ambiente de la Sierra, mediante estrategias de uso productivo.

En el medio del esfuerzo por proteger las yungas aparecen estos desaguisados de compleja resolución. El fiscal Saltor, en su inspección del predio el jueves, encontró gente que ya está viviendo en algunas casas. Se trata de viviendas recientes, que se podrían demoler pero posiblemente se van a dar conflictos sociales parecidos los que encuentra al UNT arriba en el cerro, en el barrio Las Pirámides. Allí hay familias que se defienden con uñas y dientes en la Justicia para evitar lo que la universidad considera inevitable, que es demoler lo construido y restaurar el bosque nativo. /La Gaceta