Sábado 23 de Noviembre de 2024, 13:05
Los hinchas de Racing llegan a Paraguay y palpitan la final de esta tarde contra Cruzeiro
Pasó la noche y con la llegada de la mañana volvió a encenderse la ilusión de los hinchas de Racing que viajan en colectivo hasta Asunción para llegar a tiempo al Estadio La Nueva Olla donde este sábado el equipo de Gustavo Costas enfrentará a Cruzeiro en busca de la Copa Sudamericana, el primer título internacional para La Academia después de 36 años de sequía tras la Supercopa de 1988. La caravana de la fe sigue su camino y ya está en suelo paraguayo.
El trayecto se prolongó entre mates y charlas pausadas mientras la noche se alargaba. No obstante, el micro realizó su primera parada técnica a las 5:45 de la madrugada. La mayoría de los pasajeros estaban durmiendo cuando, casi simultáneamente, el alba empezó a despuntar. Sin embargo, la paz duró poco: a las 6:30, una alarma móvil empezó a sonar constantemente, despertando a prácticamente todo el micro. Paradójicamente, el propietario del móvil fue uno de los últimos en despertar y el responsable de apagarla. El alivio se reflejó en ovaciones y en nuevas melodías de Racing, que volvieron a darle vida al viaje.
Aproximadamente a las 11, el micro alcanzó la frontera. Conforme se aproximaban, numerosos seguidores empezaron a llamar a sus amigos y parientes con expresiones como "ya estamos cerca" o "un poco más y llegamos". El fervor aumentaba conforme las horas y los kilómetros disminuían. Los pasajeros proporcionaron sus documentos individualmente para el control migratorio. No se presentaron muchos obstáculos, y tan pronto como se superó el procedimiento, la rutina se estableció: una vez más, las voces se unieron en los cánticos clásicos de La Academia.
Lejos quedó el recuerdo del viaje desde Buenos Aires, este viernes a las cuatro de la tarde, cuando un micro de larga distancia perteneciente a la compañía Godoy partió de la terminal de Retiro con destino a Asunción, Paraguay. Ya se habían ejecutado más de la mitad de los 1.300 kilómetros y las 20 horas de trayecto que quedaban por recorrer. Los sesenta seguidores de la Academia emprendían el viaje con un único propósito en mente: alcanzar La Nueva Olla para unirse (ya sea desde el interior o desde el exterior, no tiene importancia) al equipo de Gustavo Costas. Cada vez se acerca más el momento en que Esteban Ostojich, árbitro uruguayo, dé el pitazo inicial en la final de la Copa Sudamericana entre Racing e Internacional.
Para Racing, esta copa representa una asignatura pendiente. Su más reciente éxito internacional se remonta a 1988, año en el que el equipo obtuvo la Supercopa. Sorprendentemente, en aquella final, el oponente fue Cruzeiro, el mismo equipo que en esta ocasión vuelve a enfrentarse -igual que ocurrió en 1992, en otra Supercopa, sin un desenlace feliz-. En esa época, Gustavo Costas se destacaba como uno de los pilares del equipo; en la actualidad, maneja desde el banco, como si el destino le brindara una nueva oportunidad para escribir historia.
En el colectivo, cada hincha lleva consigo una historia, un pedazo de ese sueño compartido. Mario Maldonado, que viaja desde Florencio Varela con su hijo, su ahijado y su sobrino, lo explica con una mezcla de orgullo y resignación: “Nos van a echar del laburo a todos porque nos fuimos sin permiso. Pero así somos. No tenemos entrada ni dónde dormir, pero vamos igual. Somos Racing”.
Joaquín, que se embarcó junto a Matías desde Ciudadela, lo dice con determinación: “Esperamos traer la copita a casa. Sacamos el pasaje solo de ida, no tenemos vuelta. Dejamos laburo y familia, Racing es prioridad”.
Juan Manuel, vecino de la Villa 31 de Retiro, no se queda atrás: “Dejé mi casa, mi perro, todo. Me escapé del laburo, no tengo entrada y me estoy yendo a Asunción nomás. A la vuelta veo cómo saco el pasaje. Tampoco tengo alojamiento, duermo en la calle, no tengo problema. Si gana Racing, me tatúo toda la espalda con el Cilindro de Avellaneda y a Gustavo Costas”.
Leonardo, que viaja con su hijo desde Villa Urquiza, dice emocionado: “Yo soy de la época de Costas. Vivir esto con mi hijo es algo hermoso. Espero un abrazo de gol, ese momento que lo hace todo perfecto. Quiero que Asunción sea una fiesta”.
Carlos tomó el micro con sus dos hijas, decidido a grabar este momento en su memoria familiar: “Esto es para que ellas nunca se olviden. Si ganamos y traemos la copa, mejor; si no, todo bien. Viajar con ellas es lo más grande. Este Racing me llena de esperanza”.
El entusiasmo no tardó en verse interrumpido. Cerca de las 17:45, con menos de dos horas de iniciado el viaje, Gendarmería Nacional paró el micro en Panamericana, a la altura de Henry Ford, para realizar controles. Revisaron las mochilas e incautaron el alcohol que los hinchas llevaban, en su mayoría botellas de fernet. Mientras la policía revisaba, un grupo de hinchas sacó su bandera y se tomó una foto, transformando el momento en una pequeña celebración improvisada.
Una vez retomado el viaje, cerca de las 19, los pasajeros comenzaron a sacar sus provisiones. El aroma a milanesas y sándwiches de jamón y queso empezó a inundar el micro, mientras el ruido de gaseosas destapándose acompañaba el ambiente. Era el inicio de una cena que no necesitaba manteles ni cubiertos elegantes. Solo la compañía de quienes compartían el mismo sueño.
Ya en Rosario, con más de 300 kilómetros recorridos, el micro seguía avanzando hacia Asunción, aunque no sin interrupciones: a las 20.30, Gendarmería volvió a detener el vehículo. Esta vez, el control fue rápido; los agentes subieron, sacaron algunas fotos y, sin mayores inconvenientes, dejaron que el micro continuara su camino.
Poco después, cuando el hambre ya empezaba a sentirse, un empleado del micro repartió pequeñas cajas con la comida: dos empanadas, dos pizzetas, un jugo chico y un alfajor para cada pasajero. Apenas las cajas llegaron a las manos de los hinchas, estallaron los aplausos y los cánticos de la Academia.
Pasadas las 22, el ambiente comenzaba a calmarse. Las luces del micro se apagaron por completo, casi obligando a los hinchas a entregarse al descanso. La ruta no ayudaba: el camino irregular provocaba temblores en el micro, sacudiendo ligeramente a los pasajeros. Afuera, el trayecto parecía interminable, pero en el interior del vehículo el cansancio empezaba a pesar. Probablemente, muchos de ellos, al quedarse dormidos, hayan soñado con lo que sucederá este sábado en Asunción. Amanece en la ruta y el micro avanza por tierras paraguayas: el objetivo es llegar antes de las 17 a La Nueva Olla. /
Clarín
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