Martes 03 de Diciembre de 2024, 08:50
LA UNICA BANDERA. El trapo acusador fue lo único que se vio en la tribuna de la Rondeau, el día que San Martín terminó de resignar sus chances de ascenso, algo que claramente le importó poco a los barras que la pusieron.
En el ámbito del fútbol argentino, las barras bravas han sido históricamente un elemento controvertido, y el caso de la barra brava de San Martín no es la excepción. Recientemente, un incidente ocurrido en la Ciudadela ha puesto de manifiesto la complejidad de las dinámicas que se desarrollan en torno a estas agrupaciones, especialmente cuando se entrelazan con actividades ilícitas como el narcotráfico.
El episodio en cuestión se desató la noche del sábado, cuando Facundo Ale, miembro de una de las facciones de la barra, fue atacado a balazos por un desconocido que se había bajado de un vehículo. A pesar de recibir múltiples disparos, Ale fue trasladado al hospital y dado de alta pocas horas después.
Sin embargo, la falta de una denuncia formal ante la policía y el silencio del clan Ale han generado especulaciones sobre la naturaleza del ataque y las motivaciones que lo impulsaron.
Las investigaciones han planteado varias hipótesis sobre el ataque, todas ellas vinculadas a la lucha interna por el dominio de la barra brava del club.
Entre las teorías, se menciona que el ataque podría haber sido una represalia por las entradas a favor que Ale habría retenido, una venganza por un ataque previo a una figura rival, o incluso un ajuste de cuentas relacionado con el robo de una cantidad significativa de droga.
La complejidad de estos factores sugiere que el conflicto va más allá de una simple disputa deportiva, adentrándose en un territorio donde las cuestiones criminales juegan un papel central.
La reacción al ataque no tardó en llegar. Un grupo de jóvenes colgó una bandera en la que se acusaba a dos referentes de la facción rival de estar involucrados en el narcotráfico.
Este acto no solo expone las tensiones internas, sino que también refleja una organización y planificación que trasciende el mero apoyo a un club de fútbol.
La bandera, que fue vista por muchos durante el partido, dejó en evidencia la falta de control por parte de las autoridades deportivas y la aparente complicidad o inacción de quienes deberían velar por la seguridad y el orden en eventos de esta naturaleza.
Voces de la comunidad han expresado su descontento ante la situación, señalando que la actual administración del club parece desentenderse de estos problemas, lo que ha permitido que la violencia y el narcotráfico se infiltren en el entorno del fútbol.
Las declaraciones de los hinchas subrayan un sentimiento de frustración, no solo por los fracasos deportivos, sino también por la percepción de que la integridad del club se ve comprometida por intereses ajenos al deporte.
Por otro lado, los vínculos entre algunos de los protagonistas de esta historia y el narcotráfico son motivo de preocupación. Javier "Chuky" Casanova y Walter "Petiso David" Lobo, mencionados en el contexto de la disputa, son figuras que han sido señaladas por su supuesta implicación en redes de tráfico de drogas.
La rivalidad entre estas facciones no solo se centra en el control de la barra brava, sino que también abarca el control territorial y el acceso a recursos ilícitos.
La situación ha llevado a un incremento en la presencia policial en la zona, lo que pone de relieve la gravedad del problema. Las autoridades han indicado que su objetivo es desarticular estas organizaciones, aunque el camino hacia la resolución parece complicado, dada la complejidad de las relaciones entre los involucrados.
Mientras tanto, la Fiscalía continúa investigando, analizando pruebas y buscando testimonios que puedan esclarecer los hechos y llevar a los responsables ante la justicia.
En definitiva, el caso de la barra brava de San Martín es un reflejo de un fenómeno más amplio en el que se entrelazan la pasión por el fútbol, la violencia y el narcotráfico. La evolución de esta situación no solo afectará a quienes están directamente involucrados, sino que también tendrá repercusiones en la comunidad futbolística y en la percepción pública sobre la seguridad en los eventos deportivos.
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