Viernes 25 de Abril de 2025, 09:22
En el marco de la conmemoración del Día de la Ancianidad, vale la pena reflexionar sobre el profundo cambio de paradigma en torno a la vejez, que deja atrás los estigmas del pasado y la reconoce como una nueva etapa vital, activa y proyectiva, demostrando cómo la percepción sobre qué significa ser “anciano” ha evolucionado radicalmente en las últimas décadas.“Todo el mundo quiere vivir mucho, pero nadie quiere ser viejo”, resume con crudeza
Aurora Rueda, médica gerontóloga y ex directora de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Tucumán. Según la especialista, la vejez hoy no es una etapa de declive, sino una fase de plenitud, empoderamiento y nuevos comienzos.
El cambio es tan profundo que hasta los propios protagonistas han modificado su autopercepción. “Los ancianos del siglo XXI no se sienten acabados. Son conscientes de su capacidad para proyectar, sueñan y construyen”, explica Rueda, destacando la plasticidad de quienes fueron testigos y protagonistas de enormes transformaciones tecnológicas y sociales.
María Inés Salvatierra, abogada previsional con más de 30 años de trayectoria, confirma este viraje desde lo jurídico y lo cotidiano. “Hoy las personas se jubilan para hacer otras cosas, no porque se sientan viejas o quieran dejar de trabajar. Emprenden, viajan, hacen deporte. Quieren vivir a su ritmo, no dejar de vivir”, subraya.
La especialista, que este año cumple 60 y practica trail running desde hace dos décadas, también advierte que el contexto económico impulsa a muchos a jubilarse por razones de previsión, más que por deseo de abandonar la vida activa.
Ejemplos sobran. Uno de ellos es Miguel Gianfrancisco, geólogo jubilado y maratonista incansable. A sus 76 años, acumula más de 167.000 kilómetros corridos —el equivalente a cuatro vueltas al mundo— y escribió un libro titulado “Memorias de un corredor”, donde afirma: “Correr es mi única religión. Lo haré hasta que me alcance la muerte”.
Otro caso es el de
Jesús Durán, de 67 años, campeón reciente del Trasmontaña en la categoría Máster D2. Profesor de educación física jubilado, hoy se dedica a enseñar mountain bike a adultos mayores que, como él, buscan calidad de vida, movimiento y socialización.
“Lo que hace 30 años era considerado vejez, hoy ya no lo es”, insiste la gerontóloga Aurora Rueda. Los estereotipos negativos sobre la ancianidad pierden terreno, mientras crece la visibilidad de adultos mayores activos, independientes y vitales.
Este nuevo paradigma interpela no solo a la medicina y al derecho previsional, sino también a la cultura y al diseño de políticas públicas. Con una población cada vez más longeva, la redefinición de la vejez no es una opción, sino una necesidad.
En vísperas del Día de la Ancianidad, estos ejemplos a nivel local reivindican a quienes, pese al paso del tiempo, siguen siendo protagonistas de sus historias. Desde las instituciones, se promueve un modelo de envejecimiento saludable, con énfasis en la prevención, el bienestar físico, emocional y social.
La vejez entonces ya no es el final del camino, sino un nuevo tramo del viaje. Uno que, para muchos tucumanos, recién empieza.