Lunes 12 de Mayo de 2025, 10:03
El periodismo crítico afronta una dura crisis. Eso quedó en evidencia este domingo por la noche, cuando Luis Majul intentó sin demasiado énfasis reconducir la entrevista con Mauricio Macri hacia un tema relevante y urgente como las elecciones en Chaco y Salta, pero el ex Presidente optó por desviar la conversación hacia su agenda personal, centrada en el proyecto de "Ficha Limpia".
Es evidente que para Macri el revés legislativo de esa iniciativa —promovida insistentemente por su aliada Silvia Lospennato— resulta políticamente incómodo, y por eso buscó usar el espacio mediático para insistir con ese mensaje. El problema no es solo Macri, sino también el rol que el periodista eligió asumir en ese momento.
Majul, con el micrófono y el control editorial de su programa en mano, eligió no confrontar ni incomodar, sino acomodarse. Su intento de redireccionar el diálogo hacia la coyuntura electoral fue más protocolar que periodístico, y rápidamente quedó eclipsado por un Macri que no sólo impuso el tema, sino que incluso terminó dándole la palabra a Lospennato como si estuviera en un acto partidario, no en un espacio periodístico.
En lugar de marcar esa apropiación del aire, Majul cedió el terreno sin mayores reparos, dejando preguntas sin hacer y dando la sensación de que la agenda del invitado era más importante que la de los ciudadanos. No se trata de agresividad, sino de compromiso con la función periodística: en momentos como ese, lo mínimo esperable es interpelar, no convalidar.