Domingo 18 de Mayo de 2025, 12:20

Clarín recorrió el club Ciudad de Campana, donde había más de 500 personas que encontraron refugio ya que sus casas quedaron bajo el agua.
El club Ciudad de Campana se transformó en un refugio improvisado tras el diluvio. Desde entonces, no para de recibir personas.
Ya son más de 500 los evacuados que encontraron ahí un lugar seco donde pasar los días, la mayoría provenientes del barrio San Cayetano, donde el agua llegó a cubrir incluso los techos de las casas.Clarín recorrió el lugar. Casi todos coinciden en lo mismo:
la inundación los tomó por sorpresa en plena madrugada del viernes. Algunos se despertaron con el sonido del agua colándose por las puertas; otros, apenas sintieron el roce helado en una pierna, en un brazo. Los que estaban atentos intentaron ganar tiempo levantando lo que podían. Pero el agua no dio tregua. Avanzó sin pausa, y no hubo muebles ni paredes que alcanzaran para contenerla.
Dentro del club, el panorama es desolador.
Hay gente por todos lados: acostada en colchones desparramados en el piso, sentada en sillas de plástico, abrazada a una bolsa con lo poco que pudo rescatar o intentado distraerse con sus mascotas.
El club Ciudad de Campana se convirtió en un centro de evacuados. Hay también perros que buscan calor entre las mantas. Muchos miran al vacío, como si todavía no pudieran procesar lo que pasó. Otros hacen cálculos mentales: cómo seguir, cómo empezar de nuevo.
En una de las esquinas del club, entre colchones apretados, sillas de plástico y bolsas con ropa húmeda, Roberto llora. A su lado, Aidé intenta calmarlo. “Perdimos todo”, dice, con la voz cansada. Lo repite varias veces. Como si todavía no pudiera creerlo.
“Todo lo que cuesta hoy en día comprar… todo”, murmura, mientras él asiente en silencio. Viven en el barrio San Cayetano, en una casa que levantaron con años de esfuerzo sobre un terreno grande, donde también vivían sus hijos. El agua llegó en la madrugada del viernes y no les dio tiempo a nada.
Roberto y Aidé, una de las tantas personas que perdieron todo por la inundación, en el club Ciudad de Campana.
“Nos fuimos sin nada, yo salí de pantalón corto”, cuenta Roberto. “Cuando quisimos levantar las cosas, ya no nos dio tiempo”, agrega Aidé. No pudieron rescatar ni las heladeras, ni las camas, ni las gallinas. Nada. “Tanto sacrificio, de tantos años”, repite él, y se queda mirando el piso.
Ambos son jubilados. Roberto cobra 295 mil pesos y Aidé, para reforzar los ingresos, hace tortas materas y roscas para vender. “Con eso vamos manteniéndonos”, dice ella, que también se preocupa por su hija menor, de 16 años, evacuada en otro centro.
Gerardo y Roxana, otros de los damnificados por las inundaciones. “Tiene que ir a la escuela, hay que cargar la SUBE”, explica. La familia está repartida: su hija mayor, su nieta, su yerno. Cada uno en un lugar distinto. La noche anterior, Aidé cruzó todo el predio para verla. “Tenía un ataque de pánico”, recuerda. A pesar de todo, insiste: “Lo principal es que estamos bien”.
Desde el viernes, las inundaciones por las intensas lluvias afectaron a unos 30 distritos bonaerenses. Por ello, según datos oficiales de la Provincia, había tres personas desaparecidas (todas de la ciudad de Rojas), más de 3.100 evacuados y más de 4.400 autoevacuados.
Las regiones más afectadas eran Zárate y Campana, en la zona norte, y Quilmes y Florencio Varela, en la zona sur. /
Clarín
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