“Son vulgares ladrones de guante blanco”: un sobrino revela oscuros secretos y expone más a José Frías Silva y sus dos hermanos

Domingo 18 de Mayo de 2025, 20:33

José Frías Silva (der.), acusado por sus familiares



Carlitos Aguilar publicó en Facebook:

Una vida de lucha contra la injusticia y el acoso familiar recibido de quienes debían cuidarnos y administrar lo común, lo nuestro. Se quisieron quedar con todo y siempre hicieron lo que quisieron. Nos robaron el pasado y el presente pero el futuro es nuestro. Los veo en el banquillo de los acusados. Esperé este momento sólo 47 años. Ya estamos en la recta final!

Éste Juicio Oral que se viene es fruto de la Justicia Divina, del karma y de la lucha incansable de mi madre y de su hermana: dos gentiles y buenas personas reducidas por la opresión y el acoso familiar -o mobbing- sufrido durante todas sus vidas de parte de los suyos. Quiero creer que hoy termina éste, su calvario.

Doy fe del sufrimiento padecido y voy a esbozar expresarlo de la forma más clara posible. Lo he vivido en carne propia porque, justamente, soy carne de la carne y sangre de la sangre de mi madre.

Es así que ella, mi madre, María, y su hermana, Isabel, fueron excluidas, aplastadas y condenadas a vivir sometidas a la voluntad y capricho permanente de su propio padre, un delincuente de guantes blancos consumado que vivió y murió miserablemente -aunque fingiendo carisma- dedicado con vehemencia a su vocación única de tomar todo para sí y de dejar en la calle, en la ruina o en la miseria a todos y cada uno de sus familiares... De uno en uno.

El "administrador" de la empresa familiar terminó siendo el "dueño", en complicidad con su hermana Julia y, hasta 2011, año en que murió éste (Pepe), si alguien preguntaba, todo era de él y fin del cuento y de cualquier posible discusión o simple pregunta complicada (para él). Los papeles? "Veme el lunes"!

Para llegar a dueño dejó un tendal de víctimas en su camino, incluidas sus mencionadas hijas y hasta su mujer y madre de todos sus hijos, Emilita Zavaleta. Según palabras y pensamientos finales de Pepe, el día en que escribía su carta de confesión, él -con su esfuerzo- era su bisabuelo. Imagínate a todos los que hay que borrar del mapa para convertirte en tu bisabuelo. Pfff. 

Pero bueno, esta pequeña introducción es cuento viejo al simple efecto dicho.

El cuento de siempre, y el que nos ocupa ahora, es que el padre de María e Isabel nunca andaba solo. Crió tres lobos feroces brutos, extra brutos y semi secos que, desde pequeños no más, se encargaron de acaparar lo común y consolidar el yugo contra las mujeres de la familia (y contra toda su descendencia). Nos sumieron en una violencia económica y en la peor de todas: una violencia moral -también mobbing-.

Sin capaz siquiera un título secundario, José, Pablo y Martín se convirtieron en los lacayos de su padre y se apropiaron del manejo de la empresa familiar y de todos sus negocios para cobrarse, desde siempre y religiosamente, sueldos, gastos, viáticos, campos, casas, vehículos, honorarios astronómicos (sin repartir ganancias nunca durante toda la vida de mi abuelo) y, por supuesto, dueños y señores del usufructo exclusivo de todas las empresas y todos los bienes familiares (con la consiguiente exclusión nuestra al nunca recibir siquiera los frutos de los beneficios, constantemente "reinvertidos" por ellos). Estos bienes no eran ni son pocos y, hasta se puede decir, tal vez sean inconmensurables en potencial real.

A las hermanas mujeres, ni un mango: ni un hueso para roer ni un dividendo de ninguna de las sociedades familiares: S.A. Azucarera Justiniano Frías y Cultivos y Cosecha S.A. Ni un dividendo en los 53 años que mi vieja tenía cuando murió su padre. Eso por obra y gracia de sus hermanos "administradores".

Su única herencia fue la condena dictada por sus hermanos: la de vivir a sopa de piedra y de patitas a la calle.

Las hermanas figuraban en libros fantasmas como "accionistas" pero nunca una moneda, ni siquiera un laburo digno o real ni para ellas ni para sus hijos e hijas, así que ni qué hablar de que les respetaran sus verdaderos y propios derechos. Una ilusión! "Que te mantenga tu marido" o "María, para qué has tenido tantos hijos?". Palabras del miserable desalmado hijo de un perro de José Frías Silva IV, el más de cuarta que ha existido.

Lo peor de todo es que la madre de éstos -mi abuela-, murió en 2017 y los tipejos le robaron sus acciones desde aún antes de la muerte de Pepe, haciendo aparecer al milagro de Josecito en 2006 o por ahí por voluntad pura y exclusiva de Pepe, en total flagrancia contra legítimas y demás derechos.

También éstos le robaron sus últimos años de vida a su madre: todos los que pasó con Isabel y mi mamá, sus hijas, al cariño y al cuidado amoroso, mientras éstos rogaban que muriera la vieja y vivían por asegurarse de que lo hiciera sumida en la pobreza absoluta. La dejaron sin nada desde siempre y se aprovecharon del Alzheimer que padeció de 1994 hasta que falleció. La borraron del mapa. Su propia madre. Las casas familiares de Tafí y del bajo se las hicieron transferir a nombre de las sociedades para disponer ellos a diestra y siniestra. Sí, vení, sacame!

Engañaron a todos con cara de hombres de campo y escondieron el verdadero tesoro infravalorando sistemáticamente el real patrimonio inmobiliario de siempre en Yerba Buena. Hasta que, con la apertura de "la Perón", ya no pudo esconderse más, aunque sí siempre declarar en menos (mucho menos) todas las ventas y manejar así a piacere, criminalmente, todo el negro de una burbuja inmobiliaria gigante, marcando, tristemente, el precio y destino de la propiedad inmobiliaria en Tucumán o, al menos, en su tajada más jugosa. O a quién no le gustaría ser "el dueño de La Perón"???

Ahí tuvieron que empezar a jugar a ser empresarios y hasta con aspiraciones políticas, aunque Usted No Lo Crea. Creo que el vivir para estafar a tus propios familiares te debe embrutecer a tope ya, si existiera un límite para estos tipos.

Ellos usufructuaron el nombre del quizás único José Frías Silva honesto que haya habido: el primero. Éste fue Gobernador de la Provincia de Tucumán creo que de 1914 a 1918. Por él hay calles y escuelas en toda la provincia con el nombre bendito/maldito que los vándalos capitalizaron para dárselas de grandes señores. La triste realidad es que los miserables resultaron ser unos vulgares ladrones, por lo que van a condenados delincuentes. Todavía les cabe el principio de inocencia pero al sólo efecto de la chicana jurídica porque, al ser ésta una cuestión de género, de varones contra mujeres, de hermanos contra hermanas, de parientes contra parientes, van a tener que probar ellos su inocencia, porque las pruebas que tenemos y enumeraré, son más que contundentes para condenarlos, si el gigante de la Justicia por fin se cansa de ellos y sus vueltas. Pero todo a su tiempo, que hay mucho para escribir.

El tema es que a partir del primer José Frías Silva, no vino más uno como la gente, de Joyela hasta Josecito. Y son generaciones de padecerlos a éstos.