Domingo 01 de Junio de 2025, 20:49
Jerónimo, un niño tucumano de 10 años, atraviesa un tratamiento intensivo contra un sarcoma histiocítico en el sistema nervioso central —una enfermedad extremadamente rara— en el Hospital Garrahan de Buenos Aires. Desde noviembre de 2024 vive allí junto a sus padres, Belén Véliz y Aldo Rojas, quienes dejaron sus trabajos para acompañarlo. Gracias a la atención recibida, Jerónimo ya completó seis de los ocho ciclos de quimioterapia, con evolución favorable.
Mientras el Gobierno Nacional y sectores de las redes sociales cuestionan al Garrahan con calificativos como "vagos" y "ñoquis" hacia su personal, Belén salió a defender al hospital con firmeza: “El sistema funciona. No nos dejaron solos. Si no fuera por este hospital, no sé dónde estaríamos”, aseguró en diálogo con eltucumano.com.
La familia relató cómo fue atendida desde el primer día: ingresaron por Orientación, fueron evaluados por un médico administrativo, un residente, un médico de planta y una doctora de cuidados paliativos. En menos de un mes obtuvieron un diagnóstico certero y comenzaron el tratamiento. Belén destacó el compromiso del equipo: “Las residentes que salieron en la tele, todas atendieron a mi hijo. Están día y noche. Nunca dejaron nada sin resolver”.
También puso en valor el rol del personal administrativo, blanco de cuestionamientos oficiales: “Te consiguen turnos, autorizaciones, hospedaje, todo. Incluso te ayudan con trámites de obra social y cartas documento. Gracias a ellas podemos acompañar a nuestro hijo sin pensar en otra cosa”.
Además de la atención médica, Jerónimo continúa sus estudios gracias a la escuela hospitalaria. Recibe clases tanto durante las internaciones como en el departamento donde vive, gracias a la cobertura de su obra social. El tratamiento está respaldado por la Ley Oncopediátrica (Ley 27.674), que garantiza medicamentos, alimentación, estudios y un refuerzo económico mensual. “No pagamos nada. Nada. Sin esta ley, no sé cómo haría la gente”, señaló Belén.
La familia comparó la experiencia con otros hospitales públicos: “En Tucumán, para un simple hemograma, no tenían ni agujas mariposa. En el Garrahan todo funciona, incluso la limpieza tiene turno noche”.
Ante los recientes cuestionamientos al hospital, Belén fue contundente: “Mucha gente opina sin saber. Ojalá no les toque pasar por esto. El Garrahan es impecable, no merece ese desprestigio”.
Mientras el hospital sigue siendo auditado y sus trabajadores reclaman por mejores condiciones, el testimonio de esta familia tucumana se convierte en un fuerte respaldo a la labor del equipo médico y administrativo de una de las instituciones pediátricas más prestigiosas del país.