Viernes 20 de Junio de 2025, 10:17

En el siglo XIX, posar frente a una cámara era una experiencia muy diferente a la actual, y sonreír rara vez era una posibilidad, por distintas razones.
Cuando observamos fotografías del siglo XIX, es común notar una expresión seria en los rostros de quienes posaban. A diferencia de las selfies y retratos modernos llenos de sonrisas, las imágenes de antaño parecen reflejar una época más solemne o incluso triste.
En el siglo XIX, tomarse una foto no era un proceso rápido ni sencillo.
Las cámaras de la época requerían largos tiempos de exposición, lo que significaba que las personas debían permanecer completamente inmóviles durante varios minutos para que la imagen saliera nítida.En esas condiciones, sostener una sonrisa natural resultaba muy difícil, ya que no solo cansa los músculos, sino que también termina viéndose forzada.
Además, cualquier movimiento podía arruinar la toma, por lo que los fotógrafos recomendaban mantener una expresión neutra o seria, que era más fácil de sostener durante tanto tiempo. Este gesto serio también reflejaba la tradición de los retratos pintados, en los que la solemnidad era la norma.
Alemania
- Años 1920: Foto grupal de los asistentes a una fiesta de graduación
universitaria. Archivo histórico vintage. Más allá de los aspectos técnicos, la sonrisa en los retratos también era culturalmente mal vista en ese entonces. Mostrar una sonrisa amplia era asociado con la imprudencia, la falta de seriedad o incluso con estar ebrio.
En las clases altas, además, sonreír dejando ver los dientes podía considerarse de mal gusto, especialmente en una época en la que la salud bucal era precaria y muchos evitaban mostrar su dentadura deteriorada.
Según el historiador del arte Nicholas Jeeves, durante mucho tiempo se creyó que sonreír en una foto era algo ridículo o indigno. Incluso cuando las cámaras Kodak permitieron capturar imágenes en forma instantánea, el hábito de mantener el rostro serio persistió durante décadas.
Con el tiempo, y gracias a la evolución de la tecnología fotográfica, los tiempos de exposición se acortaron y las cámaras se volvieron más accesibles. Esto permitió que las personas comenzaran a capturar momentos espontáneos, emociones genuinas y, por supuesto, sonrisas.
Culturalmente también se produjo un cambio: nos acostumbramos a ver y compartir todo tipo de expresiones faciales, desde la alegría hasta la sorpresa o la ternura. Así, los retratos fotográficos pasaron de ser representaciones formales y neutras a reflejar la verdadera personalidad y estado de ánimo de quien posa frente a la cámara.
Es importante recordar que la gente del siglo XIX no era más triste o seria que nosotros. Simplemente vivían en una época con otros códigos sociales, limitaciones técnicas y diferentes formas de expresión. Cambiar nuestra percepción sobre estas fotografías nos permite entender mejor el contexto histórico y valorar cómo evolucionó tanto la fotografía como las formas de mostrarnos ante el mundo.
Fotografías familiares vintage de principios del siglo XIX. Retrato antiguo de una familia noble rusa.
“Willy”, uno de los primeros en sonreír ante la cámara

Una fotografía de William Mansel (1838–1866) sonriendo mientras mira algo fuera de cámara.
En 1853, Mary Dillwyn (famosa fotógrafa galesa) captó a su sobrino William Mansel Llewelyn, apodado “Willy”, con una ligera sonrisa mientras miraba fuera de cuadro. Esta imagen es considerada uno de los primeros retratos espontáneos con sonrisa, obtenida con cámaras de tiempos de exposición ya cortos y más portátiles /
TN
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