Domingo 22 de Junio de 2025, 11:07
El gobierno de los Estados Unidos hizo público en la mañana del sábado que una flota de aviones bombarderos B-2 de la Fuerza Aérea había despegado hacia el oeste, sobre el Oceáno Pacífico. Horas más tarde, en el cierre del atardecer en Washington, el propio Donald Trump confirmó que esos aviones acababan de atacar tres plantas nucleares de Irán. Los B-2 son aviones capaces de transportar bombas antibúnker, especiales para destruir bases subterráneas, como las de Fordo, y para atacar sin ser detectados.
Desde su concepción, durante la Guerra Fría,
los Northrop Grumman B-2 Spirit (también conocidos como "bombarderos furtivos") estuvieron diseñados para atacar objetivos a considerables distancias de los Estados Unidos: se buscaba contar con naves que, eventualmente, pudieran atacar con bombas nucleares territorios interiores de la Unión Soviética, y así presentaron en 1989 la primera nave de este tipo.
De hecho, en 1995, cuatro años luego de la desintegración de la potencia socialista, el Congreso estadounidense meditó su discontinuación. Pero veinte años más tarde, Donald Trump ordenó que volaran hacia Oriente, esta vez para atacar plantas nucleares de Irán.
Se trata de naves de casi 71 toneladas de peso sin carga, pero que pueden soportar hasta 23 toneladas más en armamento convencional o nuclear. Sólo dos pilotos caben en la cabina, y la extensión total de las aeronaves del modelo es de cinco metros de altura, 21 metros de largo y 52 de envergadura entre ala y ala. A su vez, son capaces de alcanzar una velocidad crucero de 870 kilómetros por hora (sostenible por casi 11 mil kilómetros de distancia en línea recta) y una velocidad máxima de operación de 972.
Los B-2 tienen dos bodegas internas con capacidad de transportar alrededor de las 23 toneladas de armas nucleares, que en el caso de la incursión de este sábado en las plantas nucleares de Fordo, Isfahán y Natanz se trataron de bombas antibúnker GBU-57A/B MOP, las más potentes del globo.
Cada una de esas bombas es capaz de penetrar 60 metros de profundidad en superficies encriptadas en hormigón de altísima resistencia, o 40 metros si se trata de un tipo de roca dura. Los bombarderos B-2 son los únicos capaces de transportar ese tipo de bombas, a su vez las únicas bombas capaces de penetrar en bases subterráneas, como el caso de la de Fordo, en el centro geográfico de Irán, que preocupaba tanto a los Estados Unidos como a Israel.
El Pentágono ya había dispensado en el corto plazo la operación de estos bombarderos en Medio Oriente (en particular, Yemén) y en el Océano Índico, donde Estados Unidos tiene una base militar en la Isla de Chagos, a casi 3.500 kilómetros de Irán. Bien a Guam (un territorio norteamericano en el Pacífico) o bien hacia Chagos se creía que se dirigían los B-2 cuando salieron este sábado de la base de Whiteman, Missouri, según consignaron en off funcionarios de los Estados Unidos.
Un B-2 en vuelo, tal como hoy lo hicieron hacia el interior de Irán.
Sin embargo, las incursiones de seis bombarderos del tipo en Yemén, en marzo, tenían la finalidad de disuadir a Irán, cuyos proxies hutíes amenazaban no sólo a Israel, sino también el tráfico marítimo mercantil en el Mar Rojo, una ruta más que crucial para todo Occidente. Luego de esa escalada de tensión, tanto Washington como Teherán comenzaron a buscar un acuerdo nuclear, que luego de sesenta días de negociaciones no se logró.
Los bombarderos B-2 fueron reemplazados el mes pasado por B-52, considerados una versión inferior, según las autoridades. No obstante, este sábado los B-2 volvieron al ruedo. Al atardecer, Donald Trump publicó en su red social Truth: "Hemos completado con gran éxito nuestro ataque contra las tres instalaciones nucleares de Irán, incluyendo Fordo, Natanz e Isfahán. Todos los aviones se encuentran ahora fuera del espacio aéreo iraní. Se lanzó una carga completa de bombas sobre la instalación principal, Fordow. Todos los aviones regresan sanos y salvos a casa". /
Clarín