Droga, violencia y lavado en el sur tucumano: después de Alberdi todos miran a otro municipio
Miércoles 25 de Junio de 2025, 06:45
EVOLUCION. Primero fue el narcomenudeo, que dio paso a la guerra de bandas narco. Hoy todos en Aguilares apuntan a los nuevos ricos, las empresas pantalla y los vínculos con dirigentes políticos.En los últimos meses, investigadores judiciales y fuerzas federales comenzaron a detectar signos de una mutación en la actividad narco local: de la confrontación violenta por el territorio a la inversión en negocios y propiedades que, a simple vista, funcionan como empresas o emprendimientos lícitos.
Durante más de una década, Aguilares fue escenario de una guerra sin cuartel entre bandas narco, con al menos 15 muertos, ataques a viviendas, profanación de tumbas y un fuerte entrecruzamiento entre el fútbol barrial y el crimen organizado. La rivalidad entre “Los Coriofo” y “Los Uñate”, estos últimos ligados al ex legislador Roberto Pallina, dejó una marca indeleble en la ciudad.
Uno de los líderes más emblemáticos fue Martín Castells, cabecilla de “Los Coriofo”, detenido en varias ocasiones por la DIGEDROP. En una de sus caídas más recordadas, la policía descubrió un plantío de marihuana en el barrio Independencia, camuflado con un espantapájaros. Antes de morir, Castells había prometido declarar como arrepentido, pero se llevó sus secretos a la tumba.
A fines de abril de este año, un nuevo operativo de la DIGEDROP Sur desmanteló al menos cuatro quioscos de venta de droga y detuvo a varios miembros del clan Uñate, entre ellos Lorena Alanis, ex pareja de Castells. El caso reveló algo que en el mundo narco no sorprende: los antiguos enemigos ahora pueden trabajar juntos si el negocio lo justifica.
Con la violencia contenida en las calles gracias a la presencia simultánea de Policía provincial, Federal, Gendarmería y Guardia Urbana, las investigaciones se enfocan ahora en el circuito económico. Aguilares es, según fuentes judiciales, un probable epicentro del lavado de dinero narco mediante empresas de fachada, algunas de ellas registradas como transportistas o distribuidoras de alimentos.
Un nombre que aparece reiteradamente es el de un sospechoso “empresario del transporte”, que incluso publicó una foto junto a un helicóptero de Gendarmería Nacional, interpretada por los pesquisas como una señal de “protección” o vínculos con esa fuerza. En una causa paralela, se encontró en una de sus propiedades una camioneta embargada por un expediente narco, que debía estar bajo custodia oficial, aunque no existe expediente formal abierto sobre su desvío.
También hay miradas puestas sobre una distribuidora de pollos mencionada en la Legislatura por el opositor José Cano, como un posible frente para operaciones de lavado. “Si se investiga Aguilares a fondo, se van a sorprender”, advirtió Mariano Reyes, en una frase que resume el clima de sospecha generalizada.
La percepción social no escapa a este nuevo escenario. “Hace más de 10 años que la droga está enquistada acá. Hay gente que se enriqueció de golpe y nadie investiga”, dijo Luis Castillo, vecino de la ciudad. Eduardo Pereyra agregó: “Pasa como en Alberdi. Gente que no tenía ni para el colectivo ahora es dueña de empresas. Acá hay mucha impunidad”.
La intendente Jimena Mansilla optó por el silencio institucional, aunque se reconoce su rol en sostener la presencia de las fuerzas federales. En lo que va del año, Gendarmería ya secuestró más de 800 kilos de cocaína en operativos vinculados a esta red regional, superando ampliamente lo incautado en todo 2024.
Mientras tanto, Aguilares parece haber cambiado las balas por las facturas, pero el crimen —según los investigadores— sigue latiendo detrás de persianas abiertas y balances falsos.
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