Jueves 26 de Junio de 2025, 08:30
Un operativo de Gendarmería Nacional en la ruta nacional 34, a la altura de la localidad de Rapelli, en Santiago del Estero, dejó al descubierto una escena propia del narcotráfico más sofisticado: 45 kilos de cocaína escondidos bajo una frazada en un colectivo y dos “mulas” con casi 200 cápsulas de droga en el cuerpo.El procedimiento se realizó en la madrugada del martes, cuando efectivos del Escuadrón 59 “Santiago del Estero” detuvieron una unidad de la empresa "Araña Viajes", que trasladaba peones golondrina desde la zona limítrofe entre Salta y Bolivia rumbo al conurbano bonaerense.
Durante el control de rutina, los uniformados detectaron una frazada anormalmente pesada en la bodega del ómnibus. Al revisarla, hallaron 44 paquetes rectangulares envueltos en cinta amarilla, ocultando clorhidrato de cocaína, según confirmó la prueba de Narcotest. El pesaje final arrojó 45,240 kilos de droga, valuados en más de $810 millones.
Por orden del juez federal
Sebastián Argibay, los pasajeros
Mauro Javier Tejerina (28) y
Emanuel Federico Baltazar Gómez (33), ambos oriundos de Jujuy y presuntos dueños de la carga, fueron detenidos e incomunicados. Ambos permanecen alojados en la sede de Gendarmería en la capital santiagueña. También les incautaron sus celulares, que contenían programas de seguridad poco comunes, presumiblemente instalados para evitar rastreos o accesos a contactos clave.
Mientras se realizaba el procedimiento, los efectivos notaron el nerviosismo extremo de otros dos pasajeros de nacionalidad boliviana. Tras algunos minutos, uno confesó ser una “mula” y admitió que ambos llevaban cápsulas con cocaína en su interior.El juez ordenó su traslado urgente al Hospital Regional Ramón Carrillo, donde médicos activaron el protocolo de evacuación. Al cierre de esta edición, los dos “ingestados” habían expulsado un total de 187 cápsulas y continuaban bajo observación médica. Las cápsulas estaban recubiertas con látex, en una práctica riesgosa que podría costarles la vida si una sola unidad se rompe dentro del organismo.
Según explicaron fuentes del caso, los llamados “capsuleros” —o “mulas”— son entrenados en hoteles del norte boliviano, como en Santa Cruz de la Sierra, para ensanchar su garganta y aumentar su tolerancia estomacal. En esos entrenamientos ingieren uvas enteras y trozos de zanahoria, antes de tragar las cápsulas cargadas de droga.
Los narcos les suministran anticolinérgicos, vaselina líquida y laxantes, así como el pasaje de ida. A cambio, las “mulas” reciben un pago proporcional a la carga y asumen el riesgo de morir por sobredosis o ser condenadas a penas de entre 4 y 15 años.
Las autoridades judiciales no descartan que el caso esté ligado a una red internacional de narcotráfico. Tanto el juez Sebastián Argibay como la fiscal
Indiana Garzón evalúan imputar a los detenidos por “transporte de estupefacientes con fines de comercialización”. Las indagatorias formales se concretarían en los próximos días, a la espera de nuevos elementos surgidos del análisis de celulares y testimonios.
“Quien mueve 45 kilos de cocaína no es un improvisado”, deslizó un funcionario judicial. Mientras tanto, el caso sigue abierto, y el mapa del narco en el norte argentino suma una nueva ruta bajo sospecha.