Jueves 26 de Junio de 2025, 23:35

Según los expertos, en invierno aumentan las contracturas y riesgos de lesiones si no se calienta bien.
La
llegada del invierno en el hemisferio sur obliga a reorganizar
rutinas. Sin embargo, los expertos insisten en que la actividad física no debe interrumpirse, incluso cuando las
bajas temperaturas parecen desalentar el
movimiento. Hacer ejercicio en esta época del año no solo es posible, sino que también reporta importantes
beneficios para la salud física y mental.
“El ejercicio siempre es beneficioso y da calidad de vida, sin importar la estación”, sostuvo el
doctor Norberto Debbag, cardiólogo y deportólogo, en diálogo con Infobae. Además de fortalecer el sistema cardiovascular y muscular,
moverse en invierno ayuda a regular el ánimo, estimular la inmunidad y mantener la salud ósea.
1. El ejercicio mejora la calidad de vida, incluso en invierno
Entrenar durante los meses fríos refuerza la función cardiovascular, mantiene el tono muscular y actúa como un aliado frente a la depresión estacional. El Texas Heart Institute señala que la exposición moderada al sol durante la actividad al aire libre también favorece la producción de vitamina D.
Sin embargo, el frío implica desafíos. “Con temperaturas bajo cero, el cuerpo pierde calor rápidamente, y eso puede ser un riesgo”, advirtió el doctor Jorge Franchella, también especialista en medicina del deporte.
2. Elegir ejercicios que generen calor corporal
Durante el invierno, lo ideal es realizar actividades que estimulen el metabolismo. Correr, andar en bicicleta, entrenamientos funcionales y ejercicios con peso corporal —como sentadillas o estocadas— son recomendados para mantener la temperatura interna.
No se requiere equipamiento sofisticado: bastan cargas livianas, entre 2 y 5 kilos, o incluso el propio peso corporal, para lograr una rutina efectiva.
3. Ajustar la intensidad según la edad y condición física
La intensidad del entrenamiento debe adaptarse a las características individuales. “No es lo mismo un joven de 20 años que una persona de 70. La clave es ajustar y, si es posible, hacerlo bajo supervisión”, explicó Debbag.
La American Heart Association (AHA) advierte que los esfuerzos bruscos pueden generar riesgos en personas con antecedentes cardíacos o bajo nivel de acondicionamiento. Comenzar de forma progresiva y consultar al médico, en caso de dudas, es fundamental.
4. Realizar una entrada en calor más prolongada
En temperaturas bajas, músculos y articulaciones necesitan más tiempo para alcanzar un funcionamiento óptimo. Por eso, se recomienda dedicar entre 10 y 15 minutos a una entrada en calor dinámica y gradual.
Ejercicios como marcha en el lugar, movilidad articular o bicicleta fija ayudan a preparar el cuerpo y prevenir lesiones. “En invierno aumentan las contracturas y riesgos de lesiones si no se calienta bien”, advirtió Franchella.
5. Vestirse por capas: el método “cebolla”
Vestirse en capas es una estrategia esencial para entrenar al aire libre. La ropa debe ajustarse a la temperatura y facilitar la regulación térmica: materiales sintéticos como primera capa, tejidos aislantes como segunda, y una prenda cortaviento e impermeable por fuera.
“El cuerpo va a aumentar su temperatura a los pocos minutos, por eso hay que vestirse como si hiciera un poco más de calor”, explicó Debbag. También es clave proteger las extremidades: gorro, guantes, bufanda y medias térmicas ayudan a evitar pérdida de calor y lesiones por frío extremo.
6. Ropa liviana en espacios cerrados
En gimnasios o casas calefaccionadas, el exceso de abrigo puede ser contraproducente. Una remera y un pantalón cómodo suelen ser suficientes. No obstante, la entrada en calor sigue siendo obligatoria para evitar lesiones.
7. Elegir los horarios más templados del día
Para minimizar la exposición al frío, se aconseja entrenar entre media mañana y media tarde. “Evitar la primera hora del día y el anochecer, cuando las temperaturas son más extremas”, sugirió Debbag.
Especial atención requieren los niños, quienes no siempre perciben el frío como los adultos. Por eso, deben ser correctamente abrigados y supervisados en todo momento.
8. Hidratarse, incluso sin tener sed
Durante el invierno, la sensación de sed disminuye, pero el cuerpo continúa perdiendo líquidos al entrenar. La recomendación es clara: beber agua si la sesión dura menos de una hora, e incorporar bebidas isotónicas si el esfuerzo es mayor. Siempre a temperatura ambiente.
Una hidratación adecuada mejora la circulación, regula la temperatura corporal y facilita la recuperación muscular, según indica la AHA.
9. Recuperar la temperatura después de entrenar
Tras finalizar la actividad, es importante evitar un enfriamiento abrupto. “Lo ideal es bañarse con agua caliente, abrigarse y tomar algo caliente”, recomendó Debbag. Esto ayuda a estabilizar la temperatura corporal y prevenir efectos adversos como contracturas o hipotensión.
Conclusión:
El frío no es una excusa válida para dejar de entrenar. Con precauciones adecuadas —ropa apropiada, calentamiento suficiente, hidratación y elección del momento oportuno—, mantenerse activo en invierno es no solo posible, sino altamente beneficioso para el bienestar integral.
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