Viernes 27 de Junio de 2025, 00:12

Romina Camejo se hizo conocida el 26 de febrero de 2024.
Romina Camejo se hizo conocida el 26 de febrero de 2024. En esa madrugada de verano, le disparó siete veces a su expareja Gonzalo Aguiar. Tenía 26 años y una beba de seis meses.“Esa noche nos había amenazado que nos iba a patear la cabeza a las dos. A las 2 de la mañana, estábamos en penumbras y apareció en la puerta de mi casa. Dijo que iba a venir y vino”, recordó Romina.
“Llegó pateando puertas. Nosotros pusimos de todo para trancar la cerradura, pero estaba tan drogado y enajenado que logró entrar. Lo único que atiné a hacer fue decirle a un amigo que estaba ahí conmigo que agarrara la beba y corriera. Traté de protegerla”.Romina no sabe con exactitud cómo se sucedieron las cosas esa madrugada. Recién cuando accedió al informe de las pericias supo cuántos tiros le había disparado a su ex.
“Estaba enajenado y violento. Yo le decía ‘quedate quieto’ y él se me tiraba encima. Ahí fue que disparé. No recuerdo el sonido de los tiros ni si le estaba pegando o no. En un momento empezó a caminar para atrás y se escondió detrás de una pared. Pensé que iba a salir a dispararme por la espalda. No sabía si había caído, si había fallecido. No tenía idea de nada”, relató.Su amigo fue quien llamó al 911 y cuando llegó la policía, Camejo les explicó lo que había pasado. La respuesta de las autoridades fue que lo estaban atendiendo: “Yo abrazaba a mi bebé. Tenía miedo de que si quedaba vivo, iba a volver para matarme”.
El comienzo de la relación entre Romina y Aguiar
A Gonzalo Aguiar, presidente de una empresa vinculada a la industria del cannabis y propietario de “La Maison”, una de las fincas más lujosas de Punta del Este, lo conoció en 2019. Durante un show que daba Romina, que es cantante.
Él le dijo que era amigo de Tommy Mottola, que si lo aceptaba como manager la iba a hacer firmar un contrato millonario.
Después empezó una relación de pareja y pronto se fueron a vivir juntos. La relación duró casi cuatro años. “Se presentó como un héroe, que iba a cumplir todos mis sueños. No era la plata. Él me mostraba un mundo rosa”, reflexionó Romina.
Se casaron - aunque después Camejo comprobó que el acta de matrimonio era falsa- al tiempo quedó embarazada y al tener un embarazo de alto riesgo tuvo que viajar de Punta del Este a Montevideo y allí empezó a pensar que la relación no estaba bien.
“Cuando lo destituyeron del puesto de presidente de su empresa, él empezó a sacarme. Empecé a recibir fotos de él en boliches. Me di cuenta de sus mentiras”.
El quiebre, el embarazoAguiar quería tener un hijo con Romina y según la mujer, hizo todo para conseguirlo: “Su idea era retenerme con algo que fuera de los dos, porque con lo material no lo conseguía. Me tiró las pastillas anticonceptivas y pinchaba los preservativos. Me decía que si quería abortar él me mataba”.
Después de los tres meses empezó la violencia extrema. “Violencia física, psicológica, emocional. Le pedí que pensara en la bebé, que la podía perder”, enumeró.
Romina le tenía miedo. No solo de lo que pudiera hacerle a ella, sino a su entorno: “Él amenazaba con armas y tenía mucha información de las empresas de mis padres. Era muchas las amenazas”.
“Naturalizaba la violencia hasta que entendí que corría riesgo mi beba. No me iba a permitir que a ella le pasara algo. Me alejé, pero el acoso era constante, hasta que llegó con un arma en la cintura la madrugada del 26 de febrero.
“Siempre tuve miedo de ir presa, no sabía lo que podía pasar. Creía en mi verdad. Había muchas pruebas, pero sabía también que iba a llevar un tiempo largo en volver. Cuando después de tantos meses de espera e incertidumbre llegó, el archivo no lo creía. Sentí alivio y Justicia”.Camilo Silveira, su abogado, se enteró de la noticia a través de un diario local: “Le compartí la noticia a los papás de Romina que habían sido mis clientes. Me pidieron que fuera a la fiscalía para ver cómo estaban ella y la beba. El hecho fue en Punta del Este, donde yo estaba en ese momento”.
“Ella no fue procesada ni informada oficialmente. Como estaba investigada se le impusieron un par de medidas y empezó el trabajo, que fue de casi un año. Ella lo vivió en libertad, y en conjunto con su familia trabajamos para reunir las pruebas. Llevaron mensajes, pericias y testigos que daban cuenta del perfil violento que tenía Aguiar”.
Silveira siempre sostuvo que existía una legítima defensa: “Se tenían que cumplir ciertos requisitos porque es una situación muy extrema: la muerte de una persona. Estábamos o ante un homicidio agravado por el vínculo con una pena máxima de 30 años o una legítima defensa, sin consecuencia penal ni un solo día en prisión”.
“El fiscal entendió que hubo legítima defensa a través de un dictamen en donde expone las evidencias que analizó y que era posible el archivo de la causa sin ningún tipo de proceso legal. La fiscalía decidió no llevarlo al poder judicial, ya que estaba dentro de sus posibilidades”, indica Silveira.
Romina destacó: “Tengo claro que uno siempre dice ‘no maté a nadie’, pero a mí me duele en el alma saber que yo sí. No me quedó opción, lo tuve que hacer. Pero después de eso, tengo una segunda oportunidad”.Hoy, sostiene que la única manera de volver a empezar es pensar en su hija: “Cuando veo los ojos de mi beba, que no corre riesgos, que no va a haber una persona que le vaya a hacer daño y a manipularla toda la vida, eso me hace bien”.
La mujer pasa sus días cuidando a su hija de dos años y trabajando como cantante: “Sigo haciendo terapia y canalizando mi dolor a través de la música. Hablo a través de las letras, cuento todo lo que viví para ayudar a otras mujeres y hombres que estén pasando por lo mismo”.
/TN
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