Jueves 03 de Julio de 2025, 11:29
El diputado Mariano Campero comenzó a marcar distancias con la gestión nacional del presidente Javier Milei, votando con la oposición en el Congreso.
Desde el año pasado, Campero había sido identificado como un radical "peluca" por su apoyo a todas las iniciativas del primer mandatario.
La sesión de ayer en la Cámara de Diputados fue interrumpida en medio de un escándalo que incluyó empujones entre legisladores libertarios y kirchneristas. En ese clima de tensión, solo se logró votar el emplazamiento a comisiones para debatir el aumento del presupuesto universitario y la situación del Hospital Garrahan.
Campero fue uno de los legisladores que votó a favor de emplazar a las comisiones para discutir proyectos relacionados con el presupuesto universitario y la salud pediátrica. La decisión generó ruido interno en el oficialismo, pero el legislador defendió su postura: “No estamos votando leyes inviables, estamos pidiendo que se discutan temas urgentes. ¿Tan grave es eso?”.El diputado advirtió sobre la falta de actualización salarial para docentes, no docentes e investigadores desde principios de año. “El año pasado defendimos el equilibrio fiscal. Ese objetivo se alcanzó. Ahora es momento de dar señales concretas a sectores estratégicos como la educación pública”, sostuvo en LG Play.
Campero cuestionó los proyectos que incluyen retroactivos desde 2023 y fondos multimillonarios “difíciles de justificar”, pero insistió en que “la discusión debe abrirse”. Para él, la negativa del Gobierno a dialogar también es un extremo peligroso. “No podemos pasar de un Estado derrochador a un Estado ausente. Hay que dar una luz de esperanza: una paritaria, una hoja de ruta, algo”.
Además, denunció la creciente deserción de docentes e investigadores en universidades del interior y apuntó que la falta de acción compromete el futuro del sistema educativo público: “Las universidades son motores de desarrollo, sobre todo en provincias como Tucumán. Sin ellas, no hay movilidad social posible”.
En relación con el Hospital Garrahan, Campero apoyó el pedido de emplazamiento a comisión pero pidió ampliar la mirada: “El problema no es sólo del Garrahan, es de todo el sistema de salud pediátrica del país. No hay pediatras suficientes, y en el interior la situación es aún más dramática”.En ese sentido, cuestionó la lógica centralista del debate. “No puede ser que todo se discuta desde Buenos Aires. Muchas provincias están ahogadas financieramente y deben millones al Garrahan. Hay que encarar una discusión federal y honesta”.
El diputado tucumano también criticó la falta de equilibrio entre las demandas sociales y la sustentabilidad fiscal. “Cuando uno ve todo el temario de ayer -jubilados, universidades, Garrahan, inundaciones, incendios-, todo implica recursos. Y encima también estaba el tema de las retenciones, otro tema noble, que se cayó porque se levantó la sesión”, recordó.
Y reflexionó: “El pueblo presiona para que el Gobierno recaude menos, pero al mismo tiempo le exige que aumente todos los costos. ¿Cómo se hace? Parece que no hay salida posible si se mantiene esa lógica.”
En este contexto, Campero denunció el clima de intolerancia y crispación que domina las sesiones legislativas. “Hay una intransigencia que preocupa. Ayer terminó todo en disturbios. Me dio vergüenza. El Congreso debería ser un lugar de debate, no un circo. Parecía una asamblea barrial y no el Parlamento de la Nación”, lamentó.
“No tengo una actitud destructiva ni electoralista. Estoy convencido de que el rumbo macroeconómico es el correcto. Pero hay temas donde hay que marcar diferencias”, dijo.
Y aclaró: “No estoy votando una ley de la oposición para romperle el gobierno al Presidente. Estoy pidiendo que se trate un tema. ¿Qué quieren, que ni siquiera se discuta?”
El diputado cerró con una definición que resume su rol parlamentario: “Yo soy parte del Congreso, no del Gabinete. Mi deber es que las cosas se discutan. Si el Gobierno presenta una buena propuesta, la voy a acompañar. Pero si no hay ninguna oferta, mi voto será otro”.