Jueves 17 de Julio de 2025, 07:12
Un sargento de Gendarmería Nacional fue condenado a seis años de prisión por haber transportado casi 10 kilos de cocaína camuflados dentro de una bolsa de harina, en un operativo que vinculó a tres personas y dejó al descubierto una red de tráfico de estupefacientes con ramificaciones entre Salta y Santiago del Estero. El hecho fue juzgado en la ciudad de Tartagal y la sentencia se dictó mediante juicio abreviado, acuerdo que fue homologado por la jueza de garantías Ivana Soledad Hernández.El condenado,
Jorge Luis Flores, de 47 años, se desempeñaba como sargento del Destacamento Móvil N°5 de Gendarmería en Santiago del Estero, y fue hallado culpable del delito de transporte de estupefacientes agravado por el número de personas involucradas y por su condición de funcionario público. Además de la pena de prisión, se le impuso una multa de $ 6.930.000 y se ordenó el decomiso de la camioneta Fiat Toro utilizada en el traslado de la droga.
El caso se remonta a una investigación llevada a cabo por la Sede Fiscal Descentralizada de Orán, con la intervención del fiscal
Marcos César Romero, el auxiliar fiscal
Luis Francisco Valencia y la investigadora
Analía Cabral. Según reconstruyó el Ministerio Público Fiscal, la droga fue ocultada en una bolsa de harina y cargada en la panadería de Orán donde trabajaba el tío del gendarme,
Héctor Eduardo Flores, quien también fue condenado a cuatro años de prisión como coautor del hecho.
El estupefaciente tenía como destino final la provincia de Santiago del Estero, donde Flores cumplía funciones en la fuerza federal. El operativo fue descubierto antes de que la droga llegara a su destino, lo que permitió la detención de los implicados.El proceso judicial también alcanzó a un tercer involucrado,
Gastón Antonio Toledo, de 32 años, quien recibió una pena de tres años de prisión en suspenso por su rol como partícipe secundario en el transporte de la droga. Dado que no se le atribuyó un grado de responsabilidad directa, el tribunal ordenó su libertad inmediata.
Este caso causó repercusión nacional no solo por el involucramiento de un efectivo de Gendarmería, sino por las características insólitas del intento de contrabando, al camuflar la droga dentro de un insumo común en la elaboración de alimentos.
La participación de un uniformado en maniobras de narcotráfico no solo agrava la figura penal, sino que socava la confianza pública en las instituciones de seguridad. La sentencia busca enviar un mensaje claro sobre la intolerancia judicial frente a funcionarios que se apartan de la ley, y representa un nuevo capítulo en la lucha contra el tráfico de drogas en el norte argentino, una región fuertemente expuesta por su cercanía con la frontera.
Según señalaron fuentes judiciales, el caso sienta un precedente importante en el abordaje del narcotráfico cuando involucra a personal de fuerzas de seguridad. Con esta resolución, la Justicia cerró uno de los episodios más llamativos de los últimos tiempos en materia de tráfico de estupefacientes bajo encubrimiento logístico familiar y profesional.