Jueves 31 de Julio de 2025, 07:05
Lo que para Jessica Donald parecía el inicio de una historia de amor perfecta, terminó convirtiéndose en una pesadilla marcada por el miedo, la violencia y la decepción judicial. Todo comenzó cuando conoció a Kevin Evans en una aplicación de citas. Él se mostró atento, cariñoso y hasta confesó que quería “sentar cabeza”. Pero detrás de esa fachada de “hombre ideal”, se escondía una personalidad celosa, controladora y violenta.
Jessica, que vive en Canadá y tenía 44 años cuando empezó la relación, venía de superar una crisis personal y solo buscaba volver a disfrutar de la vida. “Me sentía mal conmigo misma, pero este hombre maravilloso me hizo sentir querida y necesitada”, contó.
Sin embargo, las señales de alerta no tardaron en aparecer. Evans, nueve años menor, empezó a mostrar celos desmedidos y episodios de paranoia. “Me acusaba de hablar con otros hombres, me revisaba el teléfono y me llamaba todo el día. Si no le respondía, se ponía como loco”, relató Jessica.
La violencia escaló rápidamente. En una salida al pub, Jessica charló con un desconocido y, al volver a casa, Evans la acusó de querer engañarlo. “De repente, me agarró del cuello con las dos manos y apretó. Pensé que me iba a matar”, recordó. Aunque él pidió disculpas y prometió cambiar, la situación solo empeoró.
Evans la golpeó, la estranguló y la amenazó de muerte en varias ocasiones. Jessica terminó dos veces en el hospital y empezó a documentar sus heridas con fotos, por si algún día no sobrevivía. “Si me mataba, quería que alguien supiera lo que había pasado”, explicó.
En una de las tantas discusiones, Jessica hizo una broma sobre el tamaño del pene de Evans mientras estaban en la intimidad. La reacción fue brutal: “De repente, sentí un dolor insoportable en el pecho y los costados. Me había pegado en las costillas con los puños”. En el hospital le confirmaron que tenía tres costillas fracturadas.
A pesar del miedo, Jessica siguió en la relación, convencida de que Evans la mataría si intentaba dejarlo. “Me decía que si lo dejaba, me iba a matar. Yo le creía”, confesó.
La pesadilla terminó cuando Evans se mudó a otra ciudad con una nueva pareja. Jessica, al enterarse de que esa mujer también había sufrido violencia, decidió denunciarlo. Otras dos exparejas, Jennifer y Stephanie, también lo acusaron de agresiones similares.
Evans fue detenido y enfrentó cargos por golpear, estrangular y amenazar a las tres mujeres. Sin embargo, la Justicia consideró que, como los hechos contra Jessica ocurrieron antes que los de las otras víctimas, debía ser tratado como “primer ofensor”. El resultado: una condena condicional de un año, libertad bajo ciertas condiciones y dos años de probation.
Jessica no ocultó su indignación tras escuchar la sentencia. “Kevin merecía una larga condena en prisión por lo que nos hizo a mí y a las otras mujeres. La policía hizo un gran trabajo, pero los tribunales nos fallaron”, aseguró.
En su declaración ante el tribunal, Jessica fue contundente: “Nada se compara con el miedo de pensar que vas a morir en manos de la persona que amás”. Para ella, la violencia de género sigue siendo minimizada: “Estrangular debería ser considerado intento de homicidio. Las penas tienen que ser más duras”.
Tras su experiencia, Jessica entiende por qué muchas mujeres no se animan a denunciar. “Después de ver cómo la Justicia le dio una palmada en la mano a un abusador serial, ¿quién va a querer pasar por esto?”, se preguntó.
Kevin Evans fue liberado con la condición de no acercarse a Jessica y asistir a terapia. “Tuvo suerte de que ninguna de nosotras muriera”, sentenció Jessica, que hoy busca reconstruir su vida y ayudar a otras víctimas a no callar. /TN