Miedo y un silencio desolador: crudos relatos del barrio donde vivían las chicas asesinadas
Sábado 27 de Septiembre de 2025, 00:11 |
Los vecinos expresaron su conmoción por el triple femicidio y dieron detalles de cómo es vivir con la presencia del narcotráfico.
El triple femicidio de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez dejó una huella profunda en Villegas, el barrio donde vivieron en Ciudad Evita, en el partido bonaerense de La Matanza.
El clima es de angustia, desconfianza y miedo. Los pasillos de los monoblocks están marcados por un silencio desolador, interrumpido apenas por el viento y el ladrido de algunos perros. “Estamos tristes, sin respuesta. Queremos saber qué pasó. Si alguien quiso dar un mensaje de terror, lo logró”, aseguró Jeremías, un vecino que conocía a una de las víctimas.
Recordó a Del Castillo como “una piba humilde, con su bebé y su familia, que se la rebuscaba como podía”. Para él, el barrio todavía no puede asimilar lo sucedido.
Las historias de vulnerabilidad atraviesan el relato de los vecinos. Varios señalan que las chicas buscaban un futuro mejor, aunque muchas veces se enfrentaban a contextos hostiles. “Si alguien crece en circunstancias normales, no se adelanta a la edad. Ellas tuvieron que hacerlo por algo. Lo que les pasó no tiene explicación”, comentó otra joven de la zona. El miedo se combina con la bronca por la presencia del narcotráfico en la zona. Algunos vecinos recuerdan la llegada de bandas al barrio y cómo fueron desplazando a otros grupos para quedarse con la venta de droga. “Antes Villegas era distinto, había códigos. Ahora no. Los pibes nuevos no respetan nada”, señaló un hombre que vive allí desde hace más de dos años.
“Los narcos andan todos los días, a cualquier hora. Te cruzás con ellos en la esquina. Los chicos, en vez de ir al colegio, terminan enganchados en eso”, contó otro hombre.
La inseguridad es parte de la vida cotidiana. Muchos aseguran que solo salen de día y acompañados, porque la noche es sinónimo de peligro. “Siendo mujer, todos los días sentís miedo. Siempre hay alguien que te persigue o que te toca sin consentimiento”, afirmó una joven. Por eso, cuentan que entre amigas arman protocolos para avisarse dónde están y mandarse la ubicación en tiempo real. En medio del dolor, los vecinos coinciden en que nadie merece un final así. “Sé que fueron engañadas, porque si no, no se hubiesen subido a ese auto”, explicó una de las chicas, convencida de que detrás del crimen hay algo más que una simple venganza.
Cuando cae la noche en Villegas, la sensación es de incertidumbre. Un barrio que alguna vez fue sinónimo de comunidad y refugio, hoy se enfrenta al dolor latente de un crimen atroz. /TN