Jueves 02 de Octubre de 2025, 05:41

EN DUDA. Años de falta de inversiones adecuadas por parte de la empresa que explotó el servicio abren un serio interrogante sobre el futuro del tren a Buenos Aires.
La suspensión de los trenes de larga distancia que unen Buenos Aires con Tucumán y Córdoba volvió a encender las alarmas sobre el futuro del sistema ferroviario argentino. La medida, solicitada por la empresa Nuevo Central Argentino (NCA) bajo el argumento de realizar inspecciones en las vías, generó fuertes críticas de especialistas, gremios y funcionarios locales, que advierten sobre un trasfondo político y económico ligado a la falta de inversión y a la prioridad otorgada al transporte de cargas por sobre el de pasajeros.
Ariel Espinoza, especialista en transporte ferroviario y vocal de la Asociación del Personal de Dirección de los Ferrocarriles Argentinos y Puertos (Apdfa), aseguró que un sistema “no puede sostenerse atándolo con alambre” y cuestionó la concesión que desde los años noventa usufructúa NCA en la ex línea Mitre.
“En más de 25 años no invirtieron en mantenimiento, su interés está en los trenes de carga pesados que trasladan materias primas al puerto de Rosario”, dijo, y recordó que la reparación del puente ferroviario sobre el río Salí, que permaneció inhabilitado durante dos años, fue afrontada por el Estado Nacional cuando correspondía a la empresa.
El impacto de la interrupción no es menor: entre Tucumán y Santiago del Estero viajan semanalmente unas 800 personas, lo que equivale a 3.200 pasajeros al mes, muchos de ellos residentes en localidades donde el tren es la única opción de transporte.
Espinoza advirtió que detrás de los argumentos técnicos se oculta una decisión política que desatiende un servicio social esencial, mientras se priorizan intereses privados. “En vez de fortalecer un medio moderno, ecológico y eficiente, acá se lo demoniza y hasta se piensa en transformar la Estación Mitre en un shopping”, cuestionó.
Benjamín Nieva, secretario de Movilidad Urbana de Tucumán, también alertó sobre las consecuencias de la medida: “La suspensión repercute directamente en la vida cotidiana. Afecta visitas familiares, turnos médicos y viajes de trabajo. No se trata solo de un traslado entre Buenos Aires y Tucumán, también hay un flujo inverso”. El funcionario recordó que hace cuatro décadas un tren Retiro-Tucumán demoraba 17 horas, mientras que hoy el mismo trayecto supera las 30, lo que evidencia un retroceso en calidad y velocidad.
El gremio La Fraternidad vinculó la situación con políticas de recorte ferroviario que recuerdan al Plan Larkin y a la Reforma del Estado en los años noventa. En un comunicado, señaló la eliminación de servicios en provincias como Mendoza, San Luis y La Pampa, y de tramos como Buenos Aires-Rosario, Buenos Aires-Pehuajó, Pinamar, Bahía Blanca y Rosario-Cañada de Gómez, advirtiendo además que podría discontinuarse Neuquén-Cipolletti.
Tanto especialistas como gremios coincidieron en la necesidad de una política ferroviaria de Estado que recupere el papel estratégico del tren en la conectividad nacional. Para Espinoza, la indiferencia política agrava el panorama: “En vísperas de elecciones parlamentarias nadie habla de los trenes. Los intereses parecen estar puestos en el transporte automotor, cuando el tren siempre fue la alternativa más masiva, necesaria y con enorme potencial de mejora”, Sentenció.
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