El hombre que vomita 60 veces al día por una extraña enfermedad
Martes 02 de Diciembre de 2025, 00:36
Matthew Pascoe, de Reino Unido, sufrió una transformación radical en su vida a partir de 2018.Pascoe, quien también convive con diabetes tipo 1, sufrió durante meses náuseas intensas, dolor abdominal y episodios severos de deshidratación que lo llevaron en reiteradas ocasiones a urgencias. La pérdida de peso fue drástica: en apenas seis meses se redujo de 14 a 7 kilos.
Un diagnóstico que tardó en llegar
El camino hacia un diagnóstico certero fue largo y frustrante. Los médicos sospecharon inicialmente una úlcera o incluso una ruptura de apéndice. Pero la situación se volvió crítica el día en que Pascoe colapsó en su casa y su organismo entró en falla. Su familia decidió entonces gestionar una derivación privada en busca de atención especializada.
Ese fue el punto de inflexión. Su especialista —identificado como el Sr. K— redefinió el tratamiento: le indicó medicación líquida, supervisión nutricional y el uso de un tubo nasal para alimentarse. Allí apareció, por primera vez, una alternativa que cambiaría su vida: la implantación de un neuroestimulador gástrico, una herramienta destinada a pacientes que no responden a los tratamientos habituales.
El neuroestimulador, un alivio... con fecha de vencimiento
El dispositivo, utilizado en centros especializados de Estados Unidos, se coloca quirúrgicamente en el abdomen y emite pequeños pulsos eléctricos hacia los nervios y músculos del estómago. Puede mejorar las náuseas y vómitos crónicos en pacientes con gastroparesia diabética o idiopática.
En mayo de 2019, luego de reunir fondos para acceder al procedimiento privado, Pascoe recibió el implante. La mejoría fue notable: pudo volver a interesarse por la comida, recuperar peso y reconstruir parte de su vida cotidiana.
Sin embargo, la batería del aparato —diseñada para durar entre 10 y 15 años— se desgastó en solo siete debido a la intensidad con la que trabaja para mantener activo su estómago prácticamente paralizado. Hoy se encuentra en estado crítico y Pascoe dispone de aproximadamente un mes antes de que deje de funcionar. Reemplazarla costará 15.000 euros.
La enfermedad que cambia todo
En los últimos meses, su alimentación volvió a restringirse drásticamente. Pasó de tolerar algunos alimentos solubles a depender exclusivamente de sopas, con la perspectiva cercana de vivir a base de batidos nutricionales y, eventualmente, alimentación por sonda.
Pero Pascoe subraya que la gastroparesia no solo afecta el cuerpo: “Es una enfermedad que cambia la vida”, dijo. “Cuando no podés sentarte a comer o no tenés energía para levantarte de la cama y estar con tus seres queridos, y encima sentís que para los médicos sos solo un número, la carga emocional es enorme”.
Además del deterioro físico, la condición puede causar problemas de nutrición y alterar los niveles de glucosa, lo que complica aún más la diabetes tipo 1 que padece.
“Mi estómago está básicamente paralizado”
A lo largo de estos años, Pascoe aprendió a adaptar su alimentación para evitar crisis: dejó atrás las especias, la carne roja y numerosos alimentos sólidos. Tras recibir el neuroestimulador, experimentó por primera vez en dos años la sensación de poder comer sin miedo. “Había recuperado el color de la cara y estaba subiendo de peso poco a poco”, recordó.
Hoy, mientras espera cambiar la batería del dispositivo gracias a la solidaridad que permitió recaudar fondos, insiste en la necesidad de darle visibilidad a una enfermedad tan discapacitante como poco comprendida.
La historia de Matthew Pascoe es un recordatorio brutal del impacto que puede tener la gastroparesia: una condición invisible que, al paralizar el estómago, también puede paralizar una vida entera.
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