Cómo creció el santiagueño Toviggino, socio clave del Chiqui Tapia en la AFA, al amparo del régimen de Gerardo Zamora

Sábado 06 de Diciembre de 2025, 21:33

Tapia, Toviggino y Zamora



La relación entre Pablo Toviggino y el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, es uno de los factores determinantes para entender la estructura de poder actual dentro de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). El crecimiento de Toviggino en la institución coincide con su expansión política en la provincia, donde su vínculo con Zamora le otorgó respaldo territorial, peso institucional y recursos para instalarse como representante del interior dentro del ámbito futbolístico nacional.

Toviggino inició su carrera como dirigente en el fútbol santiagueño, primero en clubes del ascenso local y luego como titular de la Federación Santiagueña. Su irrupción en el Consejo Federal —el órgano que regula a las ligas del interior— fue el primer gran salto, y su consolidación se dio gracias al apoyo político de Zamora, que encontró en el fútbol una herramienta de proyección nacional. Desde ese lugar, el dirigente comenzó a ocupar espacios cada vez más relevantes en la estructura de la AFA.

Su desembarco en Viamonte se produjo inicialmente con respaldo de sectores alineados al entonces vicepresidente de AFA, Daniel Angelici, pero su alianza más duradera fue con Claudio “Chiqui” Tapia. Desde 2017, Toviggino se convirtió en su principal operador interno y asumió múltiples funciones estratégicas: secretario ejecutivo de AFA, presidente del Consejo Federal, administrador del fútbol del interior, referente en la organización de torneos de ascenso, supervisor del área arbitral, interlocutor con gobiernos provinciales y gestor de asuntos judiciales vinculados a la AFA.

En la práctica, esto le otorgó control sobre una porción determinante del sistema: casi 3.500 clubes del interior nucleados en el Consejo Federal, las ligas provinciales, los torneos federales, el flujo de recursos dirigidos a esas entidades y la capacidad de incidir en decisiones disciplinarias, designaciones arbitrales y definiciones reglamentarias. Esa acumulación de poder le valió la caracterización pública de “hombre fuerte de la AFA”, una figura con influencia transversal sobre todas las áreas sensibles del organismo.

El vínculo con Zamora permitió además que Santiago del Estero se transformara en un polo de obras vinculadas al fútbol: la construcción del Estadio Único Madre de Ciudades, las inversiones en infraestructura deportiva y los múltiples eventos AFA organizados en la provincia son parte de la articulación política entre ambos. Esta dinámica consolidó un bloque político–deportivo que hoy es decisivo dentro del mapa del fútbol argentino.

Junto con esa expansión de poder, crecieron también los cuestionamientos. Una de las críticas más frecuentes es la concentración de funciones: ningún dirigente en la era moderna de la AFA manejó simultáneamente el fútbol del interior, áreas disciplinarias, arbitraje, ascensos, finanzas y toma de decisiones estratégicas. Esto alimentó sospechas sobre discrecionalidad en los ascensos de algunos clubes, designaciones arbitrales consideradas polémicas y beneficios otorgados a entidades cercanas al entorno político del dirigente.

Otra señalada zona de controversia es la falta de transparencia sobre el manejo del Consejo Federal, particularmente en lo relativo a fondos destinados a ligas y federaciones, viáticos, programas de desarrollo y distribución de recursos provenientes de la AFA. Dirigentes del interior aseguran que el sistema depende en exceso de la aprobación o el visto bueno personal del secretario ejecutivo, lo que genera un esquema de dependencia política dentro del fútbol federado.

En el plano nacional, también se cuestiona la influencia de Toviggino como operador judicial y político de Tapia. Su rol en negociaciones con distintos gobiernos —tanto provinciales como nacionales— y su intervención en conflictos internos de clubes o ligas lo posicionaron como un actor que supera largamente lo administrativo. Su estilo de gestión, caracterizado por respuestas públicas agresivas en redes sociales y un manejo centralizado de la información, suma otra capa de desgaste institucional hacia la AFA.

En paralelo, la relación con Zamora continúa alimentando sospechas sobre el uso del fútbol con fines políticos. Santiago del Estero fue sede de algunas de las obras más costosas del país en infraestructura deportiva, y ese proceso coincidió con el período en que Toviggino adquirió mayor poder dentro de la AFA. Además, varios dirigentes del interior señalan que la provincia funciona como base de operaciones para consolidar acuerdos electorales, articular apoyos y garantizar mayorías dentro de la asamblea afista.

La sociedad entre ambos —Zamora desde la política, Toviggino desde la estructura del fútbol— se transformó así en un eje de poder que condiciona decisiones institucionales, distribuciones de recursos, ascensos deportivos y alianzas internas. Sus críticos sostienen que esta concentración es incompatible con la transparencia y la pluralidad que debería caracterizar a la conducción del fútbol argentino; sus defensores argumentan que permitió ordenar el interior, dar recursos a cientos de ligas y estabilizar la conducción de Tapia.

La influencia de Toviggino en la AFA —sostenida por su alianza provincial con Zamora y por su posición central en el esquema de Tapia— es, hoy, uno de los factores determinantes para comprender cómo se toman las decisiones en el fútbol argentino y por qué persisten los cuestionamientos sobre la distribución de poder, la transparencia y el manejo político dentro del organismo.