Martes 09 de Diciembre de 2025, 08:50
Entre el 12 de octubre y el 14 de noviembre de 1943 Tucumán vibró con una serie de corridas de toros en el predio del Solar de los Deportes, que el club San Martín tenía entonces en calle Lavalle, entre Miguel Lillo y Próspero Mena. Se trató de cuatro espectáculos del llamado “divino arte valenciano” que comenzaron como una fiesta típica española en el Día de la Raza. En las crónicas se menciona que estas corridas se hacían esporádicamente desde 1916, tal como las que tuvieron lugar en 1923, publicadas en los “Recuerdos fotográficos” del 21 y 22 de septiembre.En esta ocasión intervino una cuadrilla de matadores y banderilleros que cumplían una gira por centro y sudamérica, encabezados por Manolo Martínez, “el revolucionario de las verónicas”. Empleaban toros mochos, lo más bravos posible, conseguidos en establecimientos del norte tucumano y de la frontera de Salta. No los mataban, sino que los señalaban.
La impresión que causaron estas corridas se reflejó en las tiras de humor. En las “Cartas a mi ñaña” del 10 de octubre se mencionaba el “revolucionario arte taurino” y se elogiaba a los banderilleros Eduardo Plata -”que pone las banderillas con las manos atadas”- y Rosemberg López -”diz que coloca las banderillas con la boca”. En la caricatura de Ceferino Sirgo del 28 de octubre se hacía juego entre la corrida y el encuentro que iba a tener el “Santo” con All Boys en el estadio de Argentinos del Norte.
La primera jornada se llenó el predio. Manolo Martínez, de negro y plata, empezó con un enorme toro de color alazán y fue muy aplaudido. Hubo un incidente porque “el toro resolvió irse por donde había salido, rompió la endeble puerta del toril e irrumpiendo por uno de los costados de la plaza donde estaba el público, causó gran pánico, felizmente sin ocurrir ninguna desgracia. El toro debió ser laceado por jinetes a caballo y llevado a los corrales”.

En las “Cartas a mi ñaña” del 17 de octubre el incidente fue relatado con humor: “Yo no vide la corrida. Pero mi cumpa Burgundiano, que es hombre y medio, me la contó. Diz que un toro aburrido de no tener pa donde pechar pechó pal hangar donde estaban lo toreros. Bueno, ñato. Tanto que habían estao pidiendo que peche un toro, viene el toro y pecha. Y se arma el desparramo”. Y sigue: “Los toreros se descuidaron del hangar y dejaron ahí una capa colgada. Enton, el toro, que había andao dando botes de arriba, viene y pecha a la macana. Detrás del hangar estaba mi amigo Burgundiano... cuando el toro bravo lo quiso atropellar a mi cumpa, él lo sotió derecho... Medio’i la frente le pegó mi cumpa el primer sillazo, y el toro trastabilló pero no se quiso dar por entendido. Otro sillazo le metió y recién el toro empezó a comprender que estaba tratando con cristianos”. /
La Gaceta
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