Miércoles 04 de Enero de 2017, 18:42
Juan Carlos Espinoza, un joven bombero de Valparaíso, combatía un voraz incendio que arrasó con más de un centenar de viviendas cuando supo que su propia casa se había incendiado. Pero optó por seguir ayudando a sus vecinos de ese puerto de Chile, Patrimonio de la Humanidad, periódicamente azotado por el fuego que baja desde los bosques en dirección al mar.
Espinoza pertenece a la 16ta compañía de bomberos de Laguna Verde, en el vecino puerto de Valparaíso, 120 kilómetros al noroeste de Santiago.
La ciudad-puerto está formada por poco más de una docena de calles planas rodeadas por 42 empinados cerros con vistosas y coloridas casas, que parecen apoyarse una sobre otras para seguir encaramándose en dirección al cielo, que se avista entre bosques:
desde 2003 es Patrimonio de la Humanidad.Espinoza trabaja como salvavidas en la zona de Caleta Portales, su labor remunerada, y también
es bombero en un país donde los hombres que combaten las llamas no reciben ninguna retribución económica.Contó que estaba en la playa cuando miró hacia los cerros y vio una especie de fumarola en un sector del cerro Playa Ancha, pidió permiso a su jefe y partió a cumplir su labor de bombero.
"Fueron minutos, 10 minutos de llegar a mi casa, pescar (tomar) mi traje de bombero y empezar a combatir el fuego", contó en la madrugada del martes a un equipo de radio Bíobio.
"Estaba combatiendo el fuego de otra casa y viendo mi casa ardiendo en llamas fue fuerte, pero en ese momento no podía quebrarme, tenía que seguir trabajando", agregó.
La prensa local y en redes sociales se replican dos imágenes sobrecogedoras de Espinoza: un la primera está se lo observa enfundado en su grueso traje para combatir incendios forestales mientras mira con un marcado gesto de dolor los restos calcinados de su hogar y en la siguiente se ve como consuela a su padre, quien llorando parece un frágil joven entre los fuertes brazos de su hijo.