Gabriel Chaile, el tucumano que transforma en arte la urgencia de volver a los orígenes

Sábado 08 de Junio de 2019, 10:51





Son extrañas criaturas salidas de la imaginación del artista tucumano Gabriel Chaile. Y sin embargo, es imposible no identificarse con cada una de ellas. No es solo por la referencia a las simbologías indígenas, por el adobe con el que están hechas, por las tuberías de hierro y cobre que conectan unas con otras y que asemeja a una panadería o al sistema porteño de reciclaje. En Genealogía de la forma hay algo más, indescriptible e indescifrable, que subyace. Un sonido inaudible -la música del viento- se convierte en voz que nos cuenta una historia, nos relata los hechos vividos por nuestros antepasados y la realidad de aquellos que hoy están en los márgenes.

En las obras de Chaile se da un encuentro crítico-poético entre la antropología, lo sagrado y sus rituales, lo político y las comunidades precolombinas de sudamérica, leídas en clave artística y con cierta excentricidad y sentido del humor.

El artista propone un poema colectivo en construcción. Lejos de la individualidad de cada obra con las que trabajó antes y que, en su mayoría, llevaron nombres de mujeres -Patricia, Irene, Sonia-, en esta muestra, que se exhibe en Barro Arte Contemporáneo, en una zona portuaria del barrio de La Boca, hay un conjunto de esculturas organizadas como un gran organismo que respira a través de arterias en forma de tubería.

Chaile habla pausado y en tono bajo. Tiene una cadencia tal que sus palabras entran en sintonía con sus criaturas. Así, cuenta a TN.com.ar cómo surgieron los integrantes de “Genealogía…” y la idea de ponerles un número. “Me inspiré en los tachos de basura de la ciudad. Cada uno tiene códigos. Un día iba caminando con la curadora Andrea Fernández y pensé que en vez de nombres tengan números. Cada una es ‘GF y una cifra’”. Toda la obra tiene algo de industrial. Hay algunas piezas en forma de silo o de tanque de agua. La principal, sin embargo, es un dominante horno de barro transfigurado en feroz figura antropomorfa. De ella, sale un caño de bronce con orificios que simulan una flauta. “Esa pieza tiene una energía para que todo funcione. Me gustó la idea de pensar que uno entra y cree que está entrando en una fábrica donde todo está quieto, pero en realidad está andando. La muestra está pensada como una ficción. Una fantasía de imaginar que, cuando se enciende todo el sistema, calienta, tira música y la comparte con el resto de las obras”, remarca.

"Hay una pieza feroz que tiene una energía para que todo funcione", dice Chaile.


Gabriel se comporta como un antropólogo visual: estudia el contexto que lo rodea, lo deconstruye en nuevas morfologías, lo carga de -un nuevo- sentido y lo arroja al mundo en forma de objetos e imágenes invitando a reflexionar sobre la relación entre los unos y los otros.

La escultura principal -como todas las otras – toma los dibujos de la cerámica indígena, del noroeste argentino: culturas Aguada, Santa María, Quilmes. La ciencia ficción también está presente en sus obras: “Las vasijas que usaban nuestros antepasados son tan increíbles que creo que tienen algo de ficción”.


“Negro villero”

Gabriel desarrolla sus investigaciones antropológicas y visuales a partir de dos conceptos clave. Estos son la ingeniería de la necesidad, que consiste en, desde el arte, crear objetos y estructuras que colaboren en mejorar las condiciones de una situación límite determinada; y la genealogía de la forma, que implica asumir que, cada objeto, en su repetición histórica, trae consigo un pasado que contar, que se recupera y se actualiza en relación a un nuevo contexto.

“Es entender la historia de las formas y sus transformaciones en el tiempo. Ese concepto lo desarrollé en base a la construcción de la imagen de ‘negro villero’, ‘cabecita negra’ o ‘negro cabeza’. Vuelvo a las cerámicas indígenas porque entiendo que el devenir de esas poblaciones en realidad no murieron sino que terminaron ocupando los lugares que ocupan ahora en las villas, y siendo el personal doméstico de la aristocracia porteña. Entonces, cuando veo esas cerámicas en los museos pienso en las situaciones de lucha y resistencia”.


"GF-C02", la pieza que actúa como "centinela" en Genealogía de la Forma, del tucumano Gabriel Chaile.


Chaile habla de su identidad y de su origen. Recuerda a su padre albañil y a su mamá que trabajaba como personal doméstico. Refiere también a la matanza y la represión a los indios Quilmes: “Fueron los que más resistieron y se estima que muchos terminaron teniendo esos trabajos. Eso es lo que me mueve a investigar y profundizar sobre estos temas”. Está interesado en cómo es la pobreza contemporánea, en los márgenes y los excluidos.

Es por esto que para Art Basel Cities Buenos Aires, el año pasado, creó Diego (Retrato de Diego Nuñez). La escultura de adobe biomórfica a gran escala funcionaba como un horno de barro. Por un lado, rendía homenaje a los aborígenes devenidos en mineros anónimos y explotados en el norte del país. Por otro lado, el trabajo lleva el nombre de un joven de La Boca que fue asesinado a causa de gatillo fácil, en 2012.

En la misma línea, surgió No es culpa mía si viene el río, la instalación que fue furor en el Centro Cultural Recoleta hace cuatro años. El título de la pieza remite a una frase desafortunada que Beatriz Rojkés de Alperovich le dijo al pueblo de Tucumán al desbordarse el río y llevarse sus casas.

La curadora resalta: “Gabriel repite en charlas y entrevistas que le interesan la arqueología y la antropología. Visita museos etnográficos, arqueológicos, de ciencias naturales, para conocer las formas sobrevivientes de todo lo avasallado en el norte de lo que hoy es Argentina. Dice que siempre le gustó de la arqueología la idea de una hipótesis e interpretación de hechos concretos de una comunidad a través de las formas como un vaso o un objeto cualquiera que dispara posibilidades de reconstrucción de lo ausente. Pero, cuando construye sus ’retratos’ como hornos de barro o citas artesanales a contenedores o máquinas industriales, si bien la morfología que elige puede remitir a vestigios de una civilización perdida e imaginaria, está haciendo visible, justamente, lo que sobrevivió”.


Las ollas populares, de la Argentina a Suiza

A Basilea, ciudad suiza que aloja desde hace casi cinco décadas la feria de arte más importante del mundo, Chaile lleva una selección de ollas populares intervenidas. La idea nace a partir de la investigación que hizo para “Genealogía...” en el barrio donde vive, La Boca: “Empecé a visitar agrupaciones. Relacioné al instante la olla popular con la olla ritual indígena y las cerámicas ceremoniales y todo lo que significa: unir, compartir, tener esperanza”.

Los rostros humanos de las culturas del norte están impresos en las ollas y en la parte de atrás, está grabada la agrupación de la que viene, el año en que surgieron “que casi siempre lleva a un período de crisis del país” y el barrio al que pertenecen.

“La olla y el horno de barro son imágenes que sobrevivieron en el tiempo y que a través de sus formas cuentan una historia. A Basilea llevamos las ollas y las historias”, sintetiza.

Vista de la sala principal de Barro Arte Contemporáneo, con las obras conectadas entre sí de Gabriel Chaile. Genealogía de la Forma. Foto: Santiago Orti. Barro Arte Contemporáneo.
Vista de la sala principal de Barro Arte Contemporáneo, con las obras conectadas entre sí de Gabriel Chaile. Genealogía de la Forma.


Gabriel Chaile en pocas líneas

Nació en Tucumán en 1985. Estudió Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad Nacional de esa provincia. En el año 2009 obtuvo la beca de la Fundación YPF que le permitió participar del primer programa de artistas de la Universidad Torcuato Di Tella. Entre sus últimos trabajos se encuentran Cosas que ojo no vio (Museo de Arte Contemporáneo de La Boca, Buenos Aires, 2018), Sonia (El ondulatorio, La Rioja, 2018); Proto, una película de Gabriel Chaile (Galería Ruby, Buenos Aires, 2017); Patricia, curaduría de Laura Hackel (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Buenos Aires, 2017); Mi nombre es legión porque somos muchos (Centro Cultural San Pablo T, Tucumán, 2016); Salir del surco al labrar la tierra, delirios de grandeza II (Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 2014).

También se prepara para presentar sus obras en BienalSur. En septiembre, en el Recoleta, inaugurará la Bienal de Arte joven y para fin de año tiene prevista una exhibición en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, con curaduría de Laura Pomerantz.


Fuente: https://tn.com.ar/sociedad/gabriel-chaile-el-tucumano-que-transforma-en-arte-la-urgencia-de-volver-los-origenes_968386