Un padre escuchó por teléfono las últimas palabras de su hija

Miércoles 10 de Febrero de 2016, 13:44

Aaren O´Connor y su papá David



Aaren O´Connor, de 25 años, estaba dentro de su auto, estacionado en la puerta de su departamento de Chicago y hablando por teléfono con su papá David, cuando el proyectil la impactó en la cabeza.

Aaren, que trabajaba para la compañía de juguetes Tomy, estaba sentada en su auto, estacionado fuera de su departamento de Chicago el viernes, manteniendo una de las habituales charlas telefónicas con su padre.

Sin embargo durante la conversación la joven de 25 años empezó a decir reiteradas veces "me duele la cabeza", para unos segundos más tarde comenzar a decir incoherencias. Del otro lado de la línea David supo que algo andaba mal.

Sin embargo entre todas las hipótesis que barajó en ese momento, no estuvo la que finalmente terminó con la vida de Aaren: una bala perdida le había dado en la cabeza.

David recuerda que un año antes, cuando su hija salió de San Diego hacia Chicago para irse a vivir ahí, le advirtió sobre la ciudad, que registró un enorme aumento de la violencia armada en los últimos años.

"No me di cuenta de que estaba teniendo la última conversación con mi hija. Ella repetía ’Me duele la cabeza’", dejó saber el hombre, que nunca imaginó lo que estaba ocurriendo.

"Me hubiera gustado haberle dicho que la quería sólo una vez más y que estaba orgulloso de ella. Era una chica increíble", confió David, visiblemente quebrado ante la prensa.

La que encontró a Aaren muerta en su auto fue la amiga con la que Aaren compartía departamento en Chicago. La joven llamó inmediatamente a los servicios médicos, su compañera fue rápidamente trasladada al hospital, pero a pesar de los esfuerzosel domingo terminó falleciendo.

Su muerte se suma a los al menos 17 homicidios que ya se contabilizaron en los primeros ocho días de febrero en esa ciudad norteamericana.

Fuente: http://www.minutouno.com/notas/1469409-un-padre-escucho-telefono-las-ultimas-palabras-su-hija-fallecida-una-bala-perdida