"Cerró la escribanía K"

Lunes 14 de Marzo de 2016, 08:13




Por Osvaldo Pepe
Clarín

Los dos fueron legisladores, sobre todo ella, que desde esa condición le dio vuelo a su carrera política.

En las bancas, ella brilló por su oratoria y él, por su ausencia. Pero ni ella ni él, cuando fueron presidentes de la Nación, le dieron al Congreso el lugar que la institución acredita en el sistema republicano de división de poderes.

Es el recinto del debate, la usina de las ideas, el escenario de las deliberaciones, la arquitectura fina y la letra chica de la democracia.

Para los Kirchner, en cambio, el Congreso siempre fue una “escribanía”.

Una certificación de fe y obediencia. Un predio de su propiedad donde hombres y mujeres puestos por ellos a dedazo limpio en las listas, se dedicaron a empobrecer la tarea legislativa y a degradar cualquier disputa de ideas.

Los Kirchner abusaron de las “picardías” de la rosca legislativa. Pisotearon reglamentos, impusieron el número no sólo como instrumento democrático del voto, sino como argumento básico de prepotencia parlamentaria.

En el recinto celebraron en patota, con impronta adolescente, leyes vergonzosas como la expropiación de la imprenta de la ex Ciccone, fruto de la escandalosa conducta del entonces vicepresidente Amado Boudou.

Transformaron el Congreso en un refugio de levantamanos indecorosos, lo vaciaron de política y lo llenaron de órdenes furibundas.

Se aprobaron leyes “sin tocar una coma” de la letra presidencial y hasta votaron muchas veces como si ejercieran el poder de la venganza.

Hoy, en el Congreso se acabaron las sesiones con piloto automático y el ninguneo a la oposición.

 La “escribanía” K ya no funciona.

Cerró y es la mejor noticia para un tiempo democrático diferente.

La oposición ahora forcejea con el macrismo en las comisiones y promete dar batallas en el recinto para que las leyes no sean el reflejo de la voluntad de un grupo de presuntos iluminados, sino el resultado de un intercambio de propuestas que aspiran a mejorar la calidad institucional de la Argentina.

Los legisladores opositores dicen sí y dicen no.

Dan quórum y manifiestan voluntad para aprobar la compleja ley para salir del default, pero a la vez marcan los tiempos.

Y se animan a ponerle límites al oficialismo. Saben que no serán avasallados.

En este nuevo entramado son figuras estelares los gobernadores, en particular los peronistas, que participan del juego democrático que el país había olvidado. Instruyen a sus legisladores para aprobar el acuerdo con los buitres, presionan por los fondos coparticipables, rechazan el DNU por Ganancias.

Así funciona el sistema. Al ultra kirchnerismo le cuesta digerirlo: desde El Calafate sólo conciben la política como poder y no como el refinado arte de negociar y consensuar.


Fuente: http://www.clarin.com/opinion/Cerro-escribania_0_1540046001.html