Cano y Amaya están muy cerca de lograr un acuerdo que cambiará todo el escenario político en Tucumán

Domingo 26 de Abril de 2015, 21:48

Germán Alfaro, Domingo Amaya y José Cano.



Por Tomás Luciani
CONTEXTO


A cuatro meses de las elecciones de gobernador, José Cano y Domingo Amaya avanzan en un acuerdo político para ponerle punto final al alperovichismo.

Los dos líderes opositores están dialogando, convencidos de que una fórmula unificada resulta imprescindible para ganarle al oficialismo.
Tienen menos de un mes de plazo hasta el cierre de los frentes o alianzas electorales, el 22 de mayo.

No es secreto para nadie que en un escenario fragmentado, con tres alternativas competitivas, el aparato estatal al servicio de José Alperovich inclinaría la balanza hacia Juan Manzur, el multimillonario de las aceitunas, las vacunas y los remedios genéricos.

Le alcanza con ganar por un voto.

En la última elección Manzur superó por 100 mil a Cano.

Y ahora contará con la tracción extra de centenares de acoples oficialistas para concejales, delegados comunales, intendentes y legisladores.

Hasta el propio Alperovich estará en la boleta del Oeste, buscando potenciar a su candidato a gobernador.

Si Amaya y Cano quieren el poder, se tienen que unir. No hay otra.

Si no se alían, el triunfo de Manzur está garantizado.

Los integrantes del Acuerdo Cívico y del amayismo se manifiestan dispuestos a concretar los sacrificios que hagan falta.

Quien apunte a la gobernación tendrá que ser complementado y fortalecido por sus aliados desde la vicegobernación y la Intendencia de la Capital.
También se intercalarán candidatos en todo el interior.

Cano y Amaya son conscientes de que si no construyen un acuerdo, se convertirán en responsables tácitos de convertir en gobernador a Manzur, y de que el Zar pueda prolongar su dominio al menos por otros cuatro años.

Manzur y Jaldo, los testaferros de Alperovich, ya se relamen pensando en seguir acumulando millones.

Enfrente debe surgir ahora una opción potente, orientada a sacar a esta gente de una buena vez y poner a las instituciones de pie.

Domingo Amaya y José Cano no viven en mansiones ni preocupados por abarrotarse los bolsillos.

Son reconocidos como personas decentes, capaces y bien intencionadas. Ambos tienen dotes para conducir a la provincia a destinos mejores.

Sólo se les queda actuar con sentido común, conciliar cuestiones básicas, elementales, y hacerles el alto servicio a los tucumanos de quebrar definitivamente al alperovichismo.

La oposición necesita una plataforma ancha, no solo para ganar sino también para afirmarse en el poder y producir las transformaciones estructurales que reclama Tucumán desde hace décadas. Tampoco sirve una victoria ajustada, sin mayoría legislativa, sin fuerza política para responder a las expectativas de cambio.

Para gobernar con eficacia habrá que acumular muchas bancas y muchas personas con fogueo en el manejo del Estado. Un frente opositor provocaría profundos realineamientos políticos en la provincia, dividiendo al justicialismo y generando una fórmula imbatible.

Para eso se necesita negociar con generosidad y visión amplia. No es la hora de los egoísmos políticos, los intereses menores o las ópticas partidistas.

Lo vital es tener una mirada estratégica de lo que están pidiendo y esperando miles de tucumanos de bien.