Pese a todo, el joven nunca dejó de ir a clase y sumó a su muñeca una pulsera con los colores de la bandera del orgullo gay. Este gesto fue considerado como una provocación por parte de las autoridades del colegio que decidieron sancionarlo.
Santiago lo publicó en sus redes y, tras la gran difusión, la institución advirtió que no podrían renovar la matrícula para el ciclo lectivo 2019 y, de ese modo, quedaron expulsados.
El colegio Santa María sostiene que no se trataría de discriminación,
sino de “no cumplir con los cánones religiosos de la institución” y algunos padres apoyaron la decisión del centro escolar.
Salta es una de las provincias más conservadoras del país y religiosas del país, en la que la gente se manifestó en contra de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) y de la despenalización del aborto.
"Si alguien me viera en este momento, podría ver en mis pupilas reflejado el fuego de odio hirviente que me produce la institución que acunó mi infancia y adolescencia. No pienso acercarme nunca jamás allí, ni siquiera a buscar un simple papel. Me produce unas nauseas insoportables", escribió la hermana de Santiago.