Owen Wilson, talento, drogas, amor y un intento de suicidio

Sábado 21 de Septiembre de 2019, 16:56





Cuando esa mañana el actor Luke Wilson se despertó, algo le dijo que debía llamar inmediatamente a su hermano. Desde que Owen había roto con Kate Hudson la depresión parecía que lograba acorralarlo. Todo empeoraba, las noticias informaban del romance de Kate con Dax Shepard, se la veía fantástica, algo que su ex novio no toleraba. Sí, algo le decía a Luke que las cosas en la vida de su hermano no andaban bien. Era más que una simple corazonada. Sabía que Owen intentaba superar la ruptura de su relación recurriendo a lo mismo que la rompió: grandes dosis de cocaína y heroína. Y ese consumo descontrolado, como su noviazgo, no terminaría bien.

Inquieto lo llamó por teléfono pero no obtuvo respuesta. Insistió, volvió a marcar, pero del otro lado nadie contestó. Con un mal presentimiento subió a su auto y condujo por las calles de Santa Mónica. Al llegar a la casa de su hermano, ni siquiera intentó tocar el timbre. Entró directamente, "Owen, Owen", gritó pero solo respondió el silencio. Su hermano no se encontraba en el comedor tampoco en la cocina. Lo descubrió en el baño principal, desvanecido y cubierto de sangre. El corte en las muñecas y los frascos de somníferos vacíos eran los mudos testigos de su decisión. Desesperado atinó a pedir ayuda al 911. La ambulancia llegó rápido, pero a él le pareció una eternidad. Los paramédicos lograron reanimar a su hermano y lo trasladaron al hospital. Cuando se lo llevaron, Luke no dejaba de preguntarse por qué a algunas personas vivir les resulta tan complejo.

La noticia del intento de suicidio de Owen Wilson pronto transcendió a los medios. Si sus seguidores estaban impactados, sus amigos y las personas que compartían trabajos con él lo estaban mucho más. Es que, fuera y dentro del set, el actor se distinguía por su amabilidad y buen humor.

Owen wilson con Kate Hudson.

"El humor es una forma de sobrellevar la vida, te permite resistir", solía repetir. Esa capacidad para hacer humor quizá nació en Texas. Allí creció junto a sus hermanos, Luke y Andrew, con quienes compartía su pasatiempo favorito: imitar a Robert, su padre. Las imitaciones eran un juego gracioso y seguro, pero otro de sus juegos, audaz y peligroso, les dejó -literalmente- marcas de por vida.

Como tantas familias texanas, los Owen tenían un arma en su casa. En este caso se trataba de una pistola de aire comprimido, algo común y que no se percibía arriesgado en esos tiempos. Una tarde, Owen se entretenía tranquilo con su fuerte repleto de soldaditos y a Andrew no se le ocurrió mejor idea que comenzar a tirarle agua con una manguera, entonces él le respondió buscando la pistola y disparándole en la mano. Andrew terminó en el hospital con un balín incrustado, que todavía mantiene.

No fue la primera y última vez que Owen tuvo una pelea con consecuencias. Aunque solía estar de buen humor, todos sabían que su tolerancia a la frustración era poca o por decirlo en criollo era un "calentón". En el secundario se peleó con un compañero. Por una cuestión de habilidad o simplemente mejor puntería, su rival le asestó un golpe en la cara que le fracturó la nariz. Años después en la universidad y jugando fútbol americano terminó nuevamente con su nariz fracturada.

Al ver en el espejo su nueva nariz con forma de Z, no se desesperó, le pareció "cool" y decidió que jamás se operaría porque sería parte de su identidad. Pero en la universidad de Texas no solo consiguió su característica nariz, también conoció a Wes Anderson, su compañero de cuarto con el que formarían una imbatible y creativa dupla.

Owen Wilson y Ben Stiller en “Zoolander”.

Owen no tenía en sus planes dedicarse al cine. La escritura era lo que realmente le gustaba por eso se inscribió en Lengua y Literatura inglesa. Veía su futuro como autor y ni se le cruzaba la posibilidad de ser actor.

Sin embargo, al regresar de cumplir su jornada como mozo en un restaurant y mientras redactaba aburridos mails para un aburrido estudio de abogados se encontró con una propuesta de Wes: escribir un corto cinematográfico con acción y humor delirante.

Así surgió Bottle Rocket, la historia de tres amigos que después de fugarse de un psiquiátrico en el que se internaron voluntariamente quieren ser ladrones. La idea era buena y el presupuesto escaso. Era imposible contratar actores y así fue como además de escribir la historia, Owen decidió actuarla. Como faltaba un protagonista más convocó a su hermano menor, Luke, sí el mismo que mucho tiempo después llamaría al 911 para rescatarlo.

Bottle Rocket no fue vista por muchas personas pero sí las suficientes para detectar que se trataba de una joyita. Fue así que se animaron a tocar puertas para vender su idea, el que la compró resultó ser James L. Brooks, que la convirtió en película. Al verla, los críticos destacaban no solo la originalidad del guión, también su frescura. Anderson explicó que mucho de eso se debía al gran talento que tenía su amigo para la improvisación, los mejores diálogos eran espontáneos y fuera de libreto. La dupla siguió trabajando y así guionaron, dirigieron y actuaron Rushmore.

Luke y Owen Wilson en “Bottle Rocket”.

Fue entonces que recibieron el llamado de Steven Soderbergh. El director los había visto y quería contarlos en su película Ocean’s Eleven (La gran estafa). El elenco era una especie de "equipo de los sueños" de casi todo cineasta. Ya habían dado su sí, George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon y Julia Roberts. Pero, los Wilson contestaron "gracias, pero no". Es que ellos preferían seguir trabajando con su amigo Wes en lo que sería una de las películas más interesantes de la década Los Tenenbaums. Una familia de genios.

En ese film Owen consolidó su amistad con otro talentoso actor, Ben Stiller. Juntos protagonizaron historias memorables como Starsky & Hutch, Una noche en el museo y esa perlita que es Zoolander.

Su carrera parecía imparable, sus amigos eran geniales y para que el combo fuera casi perfecto faltaba encontrar una pareja. Reconocía que era un hombre fiel y sensible solo cuando se enamoraba. Por eso, durante su época universitaria prefería salir con strippers en relaciones sin compromisos.

Su primera novia conocida fue la cantante Sheryl Crow. Noviaron dos años y cuando rompieron ella le dedicó una canción que asegura que "hay belleza en la liberación".

Owen Wilson con Sheryl Crow.

En el 2006, al actor le ofrecieron participar en la comedia Tres son multitud, los coprotagonistas eran Matt Dillon y Kate Hudson. Owen se sintió seducido por esa actriz de belleza natural, talento nato y sobre todo, con una sonrisa que parecía descubrir el mundo todos los días.

Así fue como iniciaron un romance. Los 11 años de diferencia no eran un problema. A Kate le enamoraba cuando él le contaba su fobia a dar entrevistas porque ¡tenía miedo de avergonzar a sus padres diciendo algo indebido! o cuando le aseguraba que, si tuviera que dirigir una película, en vez de hacer un casting, invitaría al actor a cenar porque "comiendo es la mejor forma de saber si la persona se acerca al personaje".

Todo parecía marchar bien, compartían paseos en bicicleta o caminatas por una playa australiana donde ella había viajado para filmar. El panorama parecía idílico y soñado, pero no.

La fuerte adicción del actor a la cocaína y heroína –había estado dos veces en clínicas de rehabilitación- comenzó a minar la estabilidad de la pareja. Luego de varias rupturas y reconciliaciones, Kate tomó sus cosas y se fue de la casa que compartían en Malibú pero sobre todo, se fue de su vida.

Una de las revistas que reflejo en 2007 la crisis de Owen Wilson.

A partir de ese momento Owen, que había reconocido que se volvía muy sensible y vulnerable cada vez que se enamoraba, entró en un momento oscuro y depresivo. El actor cómico y de risa fácil sintió que una tristeza profunda e infinita lo invadía. Se sintió morir y quiso morir. Dicen que días antes de que su hermano lo encontrara con sus muñecas cortadas visitó una capilla en Santa Mónica. Nunca se supo si fue a buscar una respuesta o a confirmar una decisión.

72 horas después de esa visita, Luke lo encontró inconsciente. Owen se recuperó. Ni él ni su familia hablaron públicamente del episodio. "Con todo respeto les pido a los medios que me permitan recibir atención médica y curarme en privado durante este difícil momento", rogó en un comunicado.

Poco a poco el actor retomó su vida. Como le encantan los deportes suele practicar ping pong, tenis, natación, surf y hasta dominó y mira con fanatismo partidos del Chelsea. Volvió a participar en proyectos interesantes como Medianoche en París, dirigido por Woody Allen y a encontrar la vuelta a los beneficios de la fama. Cuando estrenaron su película en la capital francesa, en el hotel donde se hospedaba pasaban la película en continuado. "Los quería matar pero me consiguieron la única habitación donde se podía ver la Torre Eiffel desde la cama", contó. También fue papá de tres hijos con tres mujeres distintas: Obert, Finn y Lyla, una niña a la que se negó a conocer cuando nació.

Owen Wilson y Rachel McAdams en “Medianoche en París”.

Alguna vez le preguntaron quién era, si un gran comediante o un gran guionista, pero él se definió simplemente como un luchador. Y en tal caso sería el protagonista de una película cuyo guión es de su propia autoría. Así es la vida.



Fuente: https://www.infobae.com/teleshow/infoshow/2019/09/21/owen-wilson-talento-drogas-amor-y-un-intento-de-suicidio/