A 10 años de la tragedia de los Pomar: la familia que sufrió terrible accidente vial y fue encontrada 24 días después

Jueves 14 de Noviembre de 2019, 10:34

Una década atrás la desaparición de una familia en viaje a Pergamino tuvo insomne al país.



Gabriela Viagrán agonizó tres días entre los pastizales de la pampa bonaerense, cerca de los cuerpos de su marido Fernando Pomar y sus hijas Candelaria y Pilar, ya sin vida. Quedó tendida, nunca se supo si consciente, hasta que murió allí mismo, sola bajo un árbol.

Había sido expulsada a través del parabrisas estallado por la inercia del golpe que el Fiat Duna Weekend rojo que manejaba su esposo. El auto se desestabilizó en un pozo del asfalto, chocó contra el cemento de un desagüe, cayó de punta en un zanjón y quedó ruedas para arriba, con las luces encendidas.

Viagrán murió a 40 kilómetros de los brazos de María Cristina Robert, su madre, que aún hoy, 10 años después, espera que todo esto sea una pesadilla de un tiempo paralelo y Gabriela toque la puerta y las nenas entren corriendo a la casa de Pergamino y la vida discurra su curso manso, como el río de la ciudad, como cuando eran felices.

“Esta fecha es terrible. Diez años, parece mentira. Diez años que hoy, te juro por mi hija, parece que en cualquier momento voy a recibir la llamada de ella o un timbre. No lo puedo concebir. Mi vida cambió rotundamente desde el momento que pasó y por la manera. Uno acepta un accidente donde puede velar a su hija y a sus nietas. Lo que no se puede concebir es la inoperancia”, solloza Robert, horas antes de activar la casi única salida que hace de su casa desde que la tragedia se le clavó como un puñal: cada 14 de noviembre viaja hasta la curva de Plazibat, donde se despistó Pomar, y deja flores en la ermita que ella misma construyó (“mi capillita”, la llama) en el lugar donde murió su hija.

Cuando Robert se refiere a la “inoperancia” habla de todo lo que pasó (y no pasó) en el tristemente célebre caso Pomar. Se refiere a los 24 días que la Policía bonaerense y los investigadores judiciales tardaron en encontrar a la familia fallecida.

Fue el 8 de diciembre de 2009, cuando un campesino que cabalgaba a un costado de la ruta 31 se sintió invadido por un aire putrefacto y así consiguió lo que ni 3.000 agentes dedicados a la búsqueda por aire y por tierra, ni la fiscal Karina Pollice ni los funcionarios provinciales de aquel momento, Paul Starc y Carlos Stornelli (actual fiscal federal), pudieron con toda la estructura disponible: fue un hombre común el que encontró los cuerpos que buscaba un país entero.

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Gabriela Villagrán junto a sus hijas.

María Cristina se enteró que su hija y sus nietas estaban muertas por la televisión. Gabriela y Cristina hablaron el viernes 13 de noviembre por última vez. La hija le confirmó que Fernando, su marido, desempleado, tenía una entrevista laboral en Pergamino. Y le admitió que no estaba segura de acompañarlo, ya que la pareja no pasaba por la armonía de otros tiempos.

Al otro día, la familia finalmente viajó a Pergamino. Salieron de su casa (puesta en venta por las dificultades económicas) en José Marmol, conurbano sur, a eso de las 18.

El caso se hizo público tres días más tarde. Al principio ocupó el espacio de las páginas de Policiales de los diarios, al tiempo que se activó una especie de psicosis de versiones que iban desde un secuestro narco hasta el asesinato del padre a sus hijas y a su mujer, de un ajuste de cuentas a una huida por deudas.

Durante los primeros diez días a partir del 14 de noviembre, la Policía rastrilló tres veces por aire y tres por tierra en la zona donde estaba el auto dado vuelta. La pista de aviones que usó esos días la fuerza para sobrevolar el área quedaba frente a la curva trágica; es decir, todas las veces que despegaron con la ilusión de verlos y aterrizaron sin novedades, les pasaron por arriba.

El 25 de noviembre el despliegue se intensificó y la prensa ya estaba totalmente pendiente del caso. Había un país conmocionado porque una familia tipo estaba desaparecida.

Ese mismo día se difundieron imágenes del peaje El Rodeo, tomadas el 14 a las 19.49. Se veía a las nenas en los asientos de atrás, una de ellas parada, sin el cinturón de seguridad. En efecto, ninguno lo usó. Esa foto apareció cuatro días después de que se conocieran las primeras pruebas de los Pomar con vida: correspondían al peaje de Villa Espil y fueron registradas a las 20.07.

Por el otro, abrió un mundo de hipótesis descabelladas que no cesaron hasta el final. La foto del conductor del auto pagando el peaje fue interpretada como “un hombre sacado” y se dijo que existía la sospecha de que él hubiera matado a Gabriela y a las nenas.

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El 27 de noviembre ocurrió un hecho que podría haber cambiado la historia. Casimiro Frutos, un albañil que viajaba en un micro hacia Pergamino, llamó al 911 para avisar que unos días antes, precisamente el 16 de noviembre, había visto un auto volcado en la curva de Plazibat, en la ruta 31. El alerta fue remitido a la DDI de Pergamino, donde lo desecharon.

Cuando el caso tomó relevancia nacional Casimiro recordó aquella imagen. “Cuando volví a mi casa mi mujer Analía me dijo que había escuchado por televisión que estaban buscando a una familia que había desaparecido. Yo le comenté que vi un auto volcado de color rojo al costado de la ruta. Entonces ella me dijo que, sin comprometerme, llame al 911 y avise”, contó.

El absurdo se completó con la aparición del auto. Fue nada más y nada menos que un accidente, provocado, según se investigó después, por el mal estado de la ruta provincial. Los vecinos de Gahan, el pueblo más cercano a donde fue hallado el automóvil de la familia Pomar, advirtieron en aquel momento que la ruta provincial 31 era escenario frecuente de accidentes.

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El auto de la familia Pomar

Tras la aparición de los cuerpos sin vida de la familia Pomar, 11 policías fueron separados de la fuerza y enjuiciados. A 6 de ellos se los acusó de “omisión de los deberes de funcionario público”, pero la causa entró en dilaciones típicas y prescribió sin condenas. Otros dos agentes sí resultaron condenados en 2017 por falsificar las actas del rastrillaje. Eran los que habían dejado asentado que en la curva de Plazibat no había indicios de los Pomar.

En mayo de 2018 la Justicia de Junín los absolvió. El fallo de la Cámara de Apelaciones y Garantías de esa ciudad, integrada por los jueces Carlos Mario Portiglia y Andrés Francisco Ortíz, benefició al ex comisario Daniel Fabián Arruvito y al ex teniente Luis Quiroga. “Se los condenó por no haber visto lo que a criterio del magistrado debieron ver”, sostuvo el fallo de los camaristas respecto de la sentencia de primera instancia por el juez correccional de Pergamino Carlos Picco.




Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2019/11/14/a-10-anos-de-la-muerte-de-los-pomar-la-tragica-historia-de-una-investigacion-llena-de-errores-y-mentiras/