“Luché toda mi infancia con el sobrepeso y nunca me sentí atractiva o digna de la atención masculina”. Contó que bajó de peso, se agrandó las mamas y obtuvo atracción masculina inmediata. “Sentí que, a menos que me aferrara a eso e hiciera lo que se me pedía o lo que se esperaba de mí, siempre sería alguien insignificante”.
Dijo que había tomado sus propias decisiones pero que ahora sentía que “aquella chica de 21 años no tenía las herramientas para identificar que se estaban aprovechando de ella”. Tampoco para darse cuenta cómo “buscaron manipularme para que hiciera lo que ellos querían”. Que por venir de una cultura muy conservadora pretendió hacer algo muy por fuera de los límites y actuó con rebeldía, que era muy inmadura, que creyó que iba a ser su “pequeño y sucio secreto” y nadie iba a descubrirlo “pero me explotó en la cara”.
También contó que cuando grabó los videos con la hijab en la cabeza les dijo “me van a matar”, pero los productores se rieron y se sintió “intimidada” como para decir “no”. Pasaron seis años y ella ya no es la misma. La semana pasada, mientras agradecía el apoyo en las redes, contó otra escena que sucedió después del video de la hijab.
En un hilo de Twitter que volvió a convertir “Justice for Mia” en tendencia, contó que el jefe de la empresa Bang Bros le dijo que un fotógrafo de Vogue quería hacerle fotos para la revista. Cuando fue -ilusionada- se encontró con un fotógrafo que la hizo sacarse la ropa interior y posar con un hijab y réplicas de rifles automáticos. Agregó, además, que el hombre dirigió las poses con sus propias manos. “Me sentí barata, menospreciada e indefensa”.
Ahora, junto a su marido, un reconocido chef de Estados Unidos
“El caso de Mia Khalifa es clave porque es una de las mujeres que mayor rédito económico le ha dado a la plataforma que aloja sus videos, y ahora representa un reclamo de muchas actrices que decidieron salir del porno” explica a Infobae Marina Benítez Demtschenko, abogada especialista en Derecho Informático y presidenta de la fundación Activismo Feminista Digital. Se refiere a actrices que reclaman por los efectos traumáticos producto, por ejemplo, de escenas de sexo violento no consentido pero también por sus “derechos digitales”, porque su identidad digital queda para siempre asociada al porno.
“Aunque muchos medios contaron su historia como la de una ‘actriz porno arrepentida’, no la llamaría ni siquiera actriz, porque su paso por la industria fue muy breve y estuvo atravesado por presiones, engaños. Incluso ella contó que creía que los videos no estaban destinados a una difusión masiva”. La abogada explica que la joven libanesa sí tiene derecho a lo que reclama, por más que haya consentido hacer los videos, porque no conocía “el lado B”, que es lo que la industria oculta con pleno conocimiento.
“Donde hay un peligro potencial o sumisión a un poder no podríamos hablar estrictamente de libertad. Una puede hacer lo que una quiera, siempre y cuando no esté negociando quedar enjaulada para toda la vida, sujeta a un estigma. Si no podés salir de ese tramo de tu vida y quedás para siempre como ‘la mina del video’, no estás siendo libre”, explica.
Aún cuando se dice “sí”, los consentimientos no son eternos ni irrevocables. De hecho, es un tema del que se viene hablando en otros escenarios: una puede consentir tener sexo con otro y decir “no” a una práctica determinada, o ir a la casa de alguien y luego querer irse. Haber ido o haber dicho “si” no significa haber firmado un cheque en blanco.
“El consentimiento -concluye la abogada- depende de la voluntad. Puede estar en un momento y no en el otro. No tiene que ser eterno, permanente o una declaración carcelaria”. Si tiene derecho entonces -no sólo a eso sino a una indemnización por la explotación de su imagen- ¿por qué no lo logra ? La respuesta está en el dinero: es más barato afrontar un juicio y eventualmente pagarle que bajar los videos que tienen cada vez más audiencia.
¿Por qué cada vez audiencia? “Porque las categorías más buscadas son las que implican resistencia. Ahora que saben que ella no quiere estar ahí y está sufriendo, se alimenta el morbo y más van a verlos”. Es cierto lo de la resistencia, si así se llaman en uno de los sitios más vistos en Argentina las categorías que más videos tienen: “esposa obligada”, “nenas violadas”, “nenas con viejos”, “violación”, “llorando”, “sufre”, “humillación”, “degradante”. /
Infobae