Tanto éxito lograron que hasta el mismo Usain Bolt usara sus productos y Marcos Galperín les había ofrecido su plataforma, MercadoLibre, para vender sus productos a escala local. Envalentonados, en 2015 habían anunciado inversiones por 100 millones de dólares para abrir un centro de distribución en el país. Pero a finales de 2018, la prohibición de llevar baterías de litio en el equipaje despachado dio un duro golpe a su modelo de negocios. En lo que llamaron un "smart luggage ban" (prohibición, de facto, al equipaje inteligente), la compañía anunció un cese de operaciones y la venta de sus activos a la empresa Travelpro.
"Una de las soluciones más efectivas para combatir el cambio 
climático es reforestar y cuidar los bosques, porque los árboles 
capturan el carbono de la atmósfera. Hay 1000 millones de hectáreas en 
el planeta que pueden ser reforestadas sin competir con la agricultura",
 dice.
El 
mercado de créditos de carbono fue creado por las Naciones Unidas y 
funciona así: el "oferente", que es el que se ocupa de reforestar, 
contrata auditores -generalmente de Washington D.C. o de Suiza- que 
mandan inspectores al campo a contar los árboles y a medirlos. Después 
de un proceso lento, dan el certificado de crédito de carbono para 
vender.Del lado de la demanda, hay empresas que están
 obligadas a compensar sus emisiones de dióxido de carbono (CO2), como 
sucede en Canadá, California y algunas partes de la Unión Europea, que 
compran estos créditos. Otras lo hacen voluntariamente, como Google, 
Apple y Patagonia. Cada crédito de carbono equivale a la vida de un 
árbol que captura en promedio una tonelada de CO2, y puede costar entre 
US$10 y US$30.
"Como todo el proceso para certificar el crédito 
de carbono es caro y difícil, no está sucediendo. Podríamos estar 
reforestando muchos bosques, pero el dinero está yendo a otros proyectos
 que son más fáciles de certificar", dice Sáez-Gil.
Su 
emprendimiento, el cual ya tiene un año de vida, se enfocó en construir 
herramientas tecnológicas que permiten que la certificación sea más 
fácil, utilizando imágenes satelitales e inteligencia artificial a 
través de machine learning (aprendizaje automatizado). "La inteligencia 
artificial lee las imágenes satelitales y puede hacer lo mismo que hacen
 los auditores yendo al campo: contar árboles y saber cuánto biomasa y 
carbono captura ese bosque. Es la misma tecnología que usan Facebook o 
Apple para identificar las caras", explica.
"Con esto vamos a 
permitir que estos créditos de carbono de bosques se emitan más rápido y
 más fácil. También estamos haciendo un mercado online, del estilo 
Airbnb o Mercado Libre, donde se conectan por un lado los dueños de 
bosques que tienen estos créditos con las empresas que necesitan 
comprarlos. Eso no existe hoy y vamos a ser uno de los primeros en 
hacerlo", indica.
La nueva startup con sede
 en California utiliza imágenes satelitales e inteligencia artificial 
para validar el trabajo que hacen los restauradores de bosques. "Una de 
las maneras de cuidar el medio ambiente es la reforestación, reforestar 
el planeta revierte los problema del cambio climático. En
 Tucumán se inunda porque los bosques no paran el agua, por la 
deforestación, son fuente de alimento para comunidades y la 
biodiversidad permite que la tierra sea fértil para la agricultura. Son 
una solución valiosa para el futuro de la humanidad", explicó
 en conversación con la Fundación del Tucumán. Otro de los puntos claves
 del proyecto es hacer crecer el mercado de permisos de emisión.
En
 la Argentina, la huella de carbono promedio por persona es de 8,4 
toneladas de CO2 equivalente. La cifra surge del último reporte de 
Climate Transparency, que mide las emisiones de los países del G20. Por 
cierto, la huella media de estas naciones es de 7,5 toneladas. Lo que 
deja en evidencia algo de lo que poco se habla: más allá de sus 
vaivenes, el modelo de desarrollo de la Argentina es intenso en carbono:
 un modelo sucio.  
"Estamos
 recién empezando, tenemos perfil bajo. Pero ahora los millonarios del 
mundo ven que no les va a servir su fortuna en un planeta que puede 
quedar inhabitable", expresó el emprendedor Sáez-Gil. /
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