Se enamoró por Facebook, dejó todo en la Argentina y se fue a vivir a Vietnam (vive feliz)

Martes 23 de Febrero de 2021, 06:58

Javier Pablo Fernández, Minh Anh Truong y, entre ambos, su hijo Marco.



Javier Pablo Fernández nació en Entre Ríos y vivió en Ezeiza y Canning más de 30 años pero su vida dio un giro inesperado y el amor tocó su puerta, o más bien su pantalla.

En 2015 conoció a su actual mujer a través de Facebook. Fueron suficientes unas pocas charlas para que tomara la decisión de viajar a Vietnam a verla en persona.

“Me enamoré. Desde 2015 al 2018 estábamos un tiempo en Argentina, un tiempo en Vietnam”, cuenta Javier agregando que entre idas y vueltas, a principios del 2017 tomaron la decisión de vivir definitivamente en la ciudad de Da Nang, el paraíso que los vio comprometerse, casarse y formar una familia.

Según explica, todo fue muchos más sencillo de lo esperado gracias a la contención familiar que recibieron el primer tiempo por parte de los padres de Minh Anh Truong, su mujer.

“Vivo acá oficialmente hace dos años y todo mi idioma vietnamita es bastante básico”, cuenta el muchacho sobre la única dificultad que se le presentó debido a que en el país asiático tienen seis tonos de vocabulario, por lo que una misma palabra puede significar diferentes cosas.

“Por ejemplo si uno dice perro es chó pero si uno dice supermercado es ch?”, ejemplifica el argentino, que según dice entiende más de lo que habla. Y bromea acerca de que a la hora de "quejarse, discutir o insultar a alguien en el tráfico" lo hace sin problema alguno.

El primer viaje que realizó a Vietnam lo dejó enamorado tanto de su actual mujer como de la calidad de vida, el sistema y la organización que veía en el país. “Yo veía el crecimiento y la posibilidad que había de hacer cosas acá, y allá en Argentina con dos trabajos estaba un poco estancado. Entonces me cayó la ficha y empecé a pensar en vender mi casa y todo”, recuerda Fernandez.

En la decisión  también pesó que querían que su hijo Marco -futuro, en ese entonces- naciera rodeado de afectos familiares, lo cual no iba a poder ser posible en la Argentina debido a que los padres de Javier habrían fallecido recientemente.

“Le quería dar a mi hijo la infancia linda que tuve yo con mis abuelos y demás. Mis suegros son geniales y me pareció injusto decir ’no, nos quedamos en Argentina y que a los abuelos los vea por WhatsApp o Facebook’”, comenta Javier, que ahora es dueño en Vietnam de Esmeralda, una compañía importadora dedicada a la venta de vinos, granos y carnes de Argentina y cervezas de Europa y Suecia.

En dos años logró convertirse en su propio jefe y trabajar a orillas del mar. “Acá yo vivo a cinco cuadras de la playa y al tener mi propia empresa me manejo con absoluta la libertad. Hay días en que agarro la notebook, me voy a la playa y trabajo desde ahí”, cuenta sobre su rutina diaria.

Como hobby ha creado un canal en Youtube que se llama “Un Argentino en Vietnam”, en el que planea compartir paisajes, comidas, costumbres... “La verdad es que hay muchas diferencias culturales. Partamos desde la base de que ellos no son de juntarse a menos que sea una ocasión especial, no son tan demostrativos, el término amigo no es el mismo que en Argentina, casi no existe el salir a bailar a una discoteca y comen mucha comida picante”, explica Javier.

También cuenta que común vestirse con el Ao da (traje tradicional), hacer karaoke, tomar "litros y litro"s de cerveza, respetar el día vegetariano de todos los meses para limpiar el organismo y tomar la sopa típica del país, la Pho.

“Lo que no puede faltar en la rutina de un vietnamita es el café de la mañana, ninguno arranca a trabajar sin antes haber pasado por un café local para tomarse uno, leer el diario y hacer un desayuno fuerte: por ahí se comen una sopa de fideos de arroz o churrasco con huevo y papas fritas a las 7 de la mañana o fideos con boloñesa. Ese es el desayuno de ellos y despué sí, a trabajar como buen vietnamita, con la panza llena”, cuenta Fernandez, encariñado con un país del que destaca las playas, montañas, ríos y sobre todo la seguridad -no hay robos ni casos de coronavirus, asegura- que se vive en Da Nang.

A pesar de todas las posibilidades y ventajas que el país ofrece, también existen momentos en los que la distancia juega un papel difícil, doloroso y de melancolía en la vida de Javier. “Extraño mucho todo. Mi pueblo en Ezeiza, mi lugar de nacimiento en Entre Ríos, mi querido Canning, mis amigos, mi familia y mis dos primos con los que soy muy unido. Sé que cuando esté virus termine, volveré a Argentina de visita, y comeré un rico asado, que acá se consigue pero no es lo mismo”, concluye. /Clarín