Tucumana dejó una exitosa carrera para cumplir el sueño que tenía desde los 12 años: "sentí que ya era hora"

Miércoles 11 de Mayo de 2022, 13:22

Laura es abogada y trabajaba en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en Tucumán. Algunas desilusiones que vivió en la política y varias señales del cuerpo la hicieron dar un giro laboral de 180 grados.



Laura Costa (46) estudió Derecho (en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Tucumán) porque su verdadero deseo era seguir Ciencias Políticas. En esos momentos, cuenta, la situación económica de su familia no era la más holgada para que se fuese a cursar a Buenos Aires por lo que se ilusionaba con que en algún momento se abriera esa otra carrera en su provincia.

El 19 de diciembre de 2001, el mismo día en que el presidente Fernando De La Rúa decretaba el estado de sitio en la Argentina, rindió su última materia y al poco tiempo se asoció al estudio jurídico donde ya venía trabajando.

Casi cinco años después, cuenta, dio un salto hacia su independencia y desde entonces y hasta el 2015 ejerció sola, lo que significó para ella salir de la zona de confort en la que se encontraba para comenzar a conocerse desde sus propias capacidades y fortalezas. Y decidió especializarse en Derecho del Trabajo y Negociación.

Desde enero del 2016 hasta marzo de 2018 fue coordinadora del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para Tucumán, trabajo que define como uno de los mejores que tuvo en su vida. “Implicaba poder hacer para transformar positivamente la vida de las personas, era una invitación a poner amor, vocación y compromiso al servicio de la gente y eso me llenaba el alma”.

Desilusión y mensajes que le daba su cuerpo

Desde ese lugar tenía la responsabilidad de implementar los planes y programas del Gobierno Nacional en la provincia de Tucumán, ya sea de manera autónoma o en articulación con el gobierno provincial, municipal, organismos, ONG y empresas. “Fue un trabajo libre, absolutamente comprometido con el desarrollo de las personas, donde la invitación era siempre a trabajar con todos, sin distinción de ninguna naturaleza y sumar a todos aquellos que quisieran sacar el país adelante”, expresa.

https://resizer.glanacion.com/resizer/SlzVSxz2pt9rkLUUHMy74KwtWOE=/879x0/filters:format(webp):quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/YXW4XPYXTVCR7GEQO3QNDX4LBU.jpg
Laura junto a sus tres hijos.

Sin embargo, más allá de la satisfacción que Laura sentía en ese trabajo cuenta que en un determinado momento algunas situaciones políticas estuvieron en discordancia con sus valores. “Mi cuerpo no lo resistió y enfermé. Una serie de migrañas inhabilitaban mi día a día, siendo cada vez más fuertes e invalidantes. Entonces, comprendí que mi cuerpo me gritaba, que si bien había mandado pequeñas señales, que hablara no fue suficiente, tuvo que gritarme para que yo pudiera parar y recalcular qué era lo que verdaderamente quería para mi vida”.

Tiempo de retornar a su primer amor

En esos momentos de cierto desencanto y dolores corporales Laura comenzó a leer El camino del artista, de Julia Cameron, que la llevó a conectarse nuevamente con un amor que parecía un tanto olvidado, pero que había aparecido en su vida cuando apenas tenía 12 años. A esa edad Laura había escrito un poema para los soldados de Malvinas. “Siempre me fascinaba la idea de ser escritora, flasheaba con ser reconocida por mis letras, de publicar y que la gente se fascinase, como la fascinación que yo tenía en mi adolescencia por Prilutzky Farny, García Márquez, Poldy Bird o Mario Benedetti”.

En 2018, con mudanza incluida a la provincia de Salta junto a su marido y a sus hijos, dejó definitivamente la abogacía y la política, comenzando desde cero una nueva etapa en su vida.

Laura confiesa que se trataba de la primera vez en su vida que se daba el tiempo y el espacio, sobre todo interior, para escuchar sus propios deseos. Y esa introspección la retrotrajo a las letras, el camino de su verdadera vocación. Y publicó el libro Cuentos con una esquina rota que presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires.

“Sentí que ya era hora de que mis letras desplegaran sus alas, que se dieran a conocer al mundo. Para ello derribé mitos, trabajé mis creencias desterrando aquellas que me limitaban, salté mis propias murallas interiores, sopesé mi miedo, y todo me indicaba que ese era el camino. Fue hacerme cargo de lo que decía, para qué lo decía, y en ese para qué conecté finalmente con mi propósito, con este escribir para deleitar o incomodar, para reflexionar o emocionar, para que alguien cambiase la mirada y una nueva puerta. Fue conectar con mis talentos, sin fijarme tanto en qué me faltaba. “Mi familia está feliz, ven que volví a brillar”, resume.


https://resizer.glanacion.com/resizer/TUXl8EYxsAuc5OMmbebxPqUY6LQ=/879x0/filters:format(webp):quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/AX74PPZE5RABBD6JIV54G23UD4.jpg
Laura sueña con poder inspirar a muchas personas a ir por sus sueños.

Un premio que aumentó la autoestima

A medida que se fue entusiasmando con su antigua nueva profesión, Laura se fue animando a crear nuevos proyectos. Uno de ellos fue “Mujeres que dejan huellas”, en donde trabaja, junto a Gabriela Copas, en el empoderamiento de las mujeres a través del emprendedurismo, la inteligencia emocional y la perspectiva de género.

En pleno confinamiento por la pandemia Laura aprovechó para seguir escribiendo y de esa forma nacieron una serie de cuentos que, dice, le llenan el alma porque trascienden esta vida para abrirse a todas las vidas posibles. Con Pájaros en mi cabeza y otras bandadas ganó el segundo lugar de un concurso organizado por la provincia de Salta. “Este premio fue para mi otro hito en mi camino de las letras, fue una flecha que me sigue indicando `es por aquí`, es dejar salir mi voz más madura y consciente, de animarme a contar historias que pueden ser tabú, una señal de que cuando mi alma habla, dice cosas bonitas. Mi familia me apoya y acompaña, respeta mis espacios y tiempos, en los que a veces hago los malabares propios de la crianza y obligaciones, y allí vamos, porque al fin y al cabo de todo esto se trata la vida. Elijo una vida donde soy feliz y estoy en paz, por sobre todas las cosas”.

Ese mismo año publicó su primer e-book, Diario de una rehabilitación creativa, donde narra en primera persona sus vivencias y cómo logró salir de la zona de confort con el fin de inspirar a las personas a dar un salto de fe en sus vidas.

Además, Laura dicta talleres de Escritura y Educación Emocional y creatividad, espacios en los que invita a los asistentes a conectarse con sus propias emociones en sus múltiples formas, desbloqueando para ello los canales creativos y aceitando el proceso. “Muchas veces creemos que el bloqueo es creativo, pero vamos un poquito más a fondo y existe otra situación subyacente a resolver. Siempre trabajamos técnicas narrativas, coherencia y cohesión como una manera de darle un cierre a eso que estoy diciendo a través de la escritura, por si alguien quiere publicarlo o darlo a conocer”, explica.

A la hora de hablar de lo que le gustaría hacer en el futuro, Laura sueña con publicar sus libros de cuentos, los que aún se encuentran pendientes, y que puedan inspirar a muchas personas a ir por sus sueños. /La Nación