Jueves 07 de Julio de 2022, 20:28
Los tatuajes son marcas indelebles de identidad. Trazos que delinean lo que nos gusta, lo que queremos, lo que somos. Símbolos que nos acompañan donde vamos y que, muchas veces, exponen nuestros sentimientos más íntimos y viscerales.
Ese es el caso de Kiyoshi Fortuna, el joven tucumano que decidió portar con orgullo la silueta de la provincia en la piel; toda una declaración de principios y de orígenes. Ante todo, una declaración de amor: “Cuando voy a otras donde no conocen Tucumán me preguntan qué es y por qué elegí tatuarme el mapa de mi provincia. Mi respuesta siempre es porque amo mi tierra”.
A comienzos del año pasado, Kiyoshi se recibió de licenciado en Ciencias Ambientales y sus amigos decidieron hacerle un regalo de esos que no se olvidan porque duran para siempre. Le obsequiaron un voucher para que se realizara un tatuaje a elección. Al principio, “Kio”, como lo llaman quienes lo conocen, no se decidía por ningún diseño hasta que escuchó el susurro de su corazón y no dudó. “No tenía nada en mente y me puse a pensar. Ya tengo tatuado un mapamundi y un tatuaje en la pierna que hace alusión a mis raíces japonesas, entonces me di cuenta que no tengo nada de Tucumán, que es el lugar que amo”, revela el joven de 28 años.
Él mismo se encargó del diseño para el cual se basó en una foto que había sacado del paisaje en El Mollar. Después, la tatuadora Aldana Ojeda lo plasmó en el lienzo de su piel: “Es una foto que yo saqué desde El Mollar mirando a Tafí del Valle. A la imagen le di el contorno del mapa con la técnica del puntillismo. La imagen tiene la luna muy marcada y el paisaje como si fuera de noche, decidí tatuármelo porque quería tener algo de mi Tucumán querido. Para mí Tucumán es la mejor provincia del mundo, con todas sus falencias y cuestiones… Podemos hablar de muchos de sus problemas, pero este es el lugar donde he crecido, donde están mis afectos y es el lugar que amo”.
“Lo que me encanta de Tucumán es que una provincia, que es la más chica del país, tenga tantas cosas distintas. En ese espacio tan chico encontrarme con tanto, los lugares, lo paisajístico, las personas… Todo me fascina, representa todo lo que a mí me gusta”, confiesa el joven que trabaja como asesor de planes de adaptación al cambio climático y en las cocinas comunitarias que dependen del Ministerio de Desarrollo Social. Kio se define como militante socioambiental y participa activamente de las agrupaciones “Salvarnos salvando” y “Jóvenes por el clima”. Además, integra la murga de estilo uruguayo Pa’Ladrar Fino.
Sus abuelos maternos, Shigenobu Kamiya y Argentina Makiya, llegaron al país procedentes de la isla japonesa de Okinawa cuando se desató la segunda guerra mundial. Shigenobu y Argentina se instalaron en Tucumán donde abrieron su tintorería. Hace unos años, decidió emprender un viaje por Japón para conocer la tierra de sus ancestros. También anduvo un tiempo por Nueva Zelanda y por Italia donde conoció los orígenes de su familia paterna: “Fui a Japón para encontrarme con cosas de las que me hablaban siempre en mi familia. El contraste cultural y social es muy grande. Allá no podés tener una vida social tan activa como acá donde cualquier día de la semana, más allá de la situación económica, te juntas con amigos, aunque sea a tomar mate en una plaza y charlar… Eso es lo que más extrañé, el tiempo que estuve afuera el desarraigo fue muy fuerte”.
¿Cómo es Tucumán? ¿Cómo se describe el lugar donde uno nació, ese del que se ha acostumbrado, del que conoce sus vicios y principales virtudes? Kiyoshi tiene una fórmula que repite cada vez que le preguntan por el contenido y la esencia de ese lugar cuyos contornos ostenta su piel: “Siempre que me preguntaban de donde soy, lo describo como un lugar muy cálido, porque hace calor, pero también porque la gente genera esa calidez. Es un lugar cálido en todos los sentidos de la palabra”.
Como tucumano orgulloso de serlo y como militante socioambiental, Kio es consciente de que hay mucho trabajo por delante para hacer de la provincia el lugar que sueñan los tucumanos: “Creo que, en cierta forma, la parte de lo ambiental está poco atendida acá. Hay muchas tensiones alrededor de lo ambiental porque es algo que recién se está incorporando, tanto en el sector privado como en el público. Para mí lo ambiental es indisociable de lo social, porque, además es algo que afecta, sobre todo, a las poblaciones más vulnerables. Yo no demonizo a la industria azucarera, pero todo lo que rodea a los ingenios como la cuestión de los filtros, la vinaza o la quema de caña, que son problemas muy complejos, hacen que sea complicado ver a Tucumán como una provincia preocupada por esas cuestiones”.
¿Qué haría él? ¿Por dónde empezar para hacer de esta tierra, nuestra tierra, un lugar mejor donde vivir? “Lo primero que haría es tratar de hacer cumplir las leyes que ya hay de protección ambiental, que se respeten los espacios verdes que son fundamentales, por reconocer el laburo de los recuperadores urbanos y ver la cuestión del tratamiento de los residuos… Empezaría por eso que es algo que puede llevar mucho tiempo”.
Tucumano como la caña de azúcar, como la mila, como los valles calchaquíes, como La Negra Sosa, como la Casa Histórica, como la mejor empanada del planeta y de todas las galaxias, Kiyoshi lleva el mapa de la provincia como bandera y como declaración de amor. En la piel, desde siempre y para siempre. /eltucumano