Sábado 10 de Diciembre de 2022, 13:20

Una abeja azul
El ser humano está acostumbrado a toparse con abejas cuyo color es una mezcla entre el amarillo y el negro.
Sin embargo, existen especies coloridas como la abeja carpintera azul o la verde. La primera de ellas se puede encontrar en el territorio del sudeste asiático, la India y el sur de China. Mientras que las abejas europeas miden aproximadamente 17 milímetros de longitud, estas pueden llegar hasta los 28 milímetros.
La razón de su atractivo color reside en sus moléculas. La abeja carpintera posee unas moléculas que absorben la luz y muestran un pigmento determinado que variará en función de su estructura biológica. En el caso de las abejas azules, su tono es el resultado de un fenómeno conocido como ‘dispersión de Rayleigh’, que consiste en la propagación de la luz visible. Un proceso en el que influyen factores como la queratina, el aire o la pelusa de la abeja, también conocida como pubescencia.
Las hembras son las que lucen esa pubescencia azul brillante mientras que los machos tienen un color más apagado, cercano al marrón verdoso. A diferencia de las abejas melíferas, que construyen complejas colmenas, las carpinteras viven solas, excavando en los árboles para crear un nido perfecto. Aunque producen miel, lo hacen de forma individual y esta es más densa que la proporcionada por la abeja ‘común’.
De igual forma, existen las abejas carpinteras verdes, aunque solo en áreas aisladas de la costa este de Australia y la Isla Canguro, ubicada en el sur del mismo país.
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