Domingo 10 de Agosto de 2025, 13:07
El asesinato de Lorys Stival, de 8 años, a manos de su madre, Verónica Panarello, conmocionó a Italia por la crueldad del crimen y las revelaciones que surgieron durante la investigación. El caso expuso un entramado de violencia intrafamiliar, manipulación y presunto abuso sexual, y terminó con una condena de 30 años de cárcel, más una indemnización de 350.000 euros para su marido y 100.000 euros para sus suegros.
El 29 de noviembre de 2014, Panarello denunció en la comisaría de Carabineros de Santa Croce Camerina que su hijo había desaparecido. Según su versión inicial, lo había llevado al colegio, pero las cámaras de seguridad y el testimonio de empleados demostraron que el niño nunca llegó al establecimiento. Horas después, un jubilado aficionado a la caza encontró el cuerpo del menor en un campo cercano al Mulino Vecchio. Lorys tenía puesto el delantal escolar, los pantalones bajos y presentaba moretones y marcas en las muñecas.
Las imágenes de seguridad mostraron un vehículo vinculado a Panarello en dirección al lugar donde apareció el cadáver. Con las contradicciones en su relato y las pruebas en su contra, la policía la detuvo el 9 de diciembre de 2014. Ella se declaró inocente, alegando ser una madre amorosa. En un primer cambio de versión, afirmó que había dejado a Lorys en la ruta para que se calmara y que lo encontró muerto, colgado con un cable, tras lo cual trasladó el cuerpo.
En 2015, meses después de mantener silencio, Panarello dio otra versión: dijo que ese día mantenía relaciones sexuales con Andrea Stival, su suegro, mientras su marido estaba de viaje. Los hijos los habrían sorprendido en la cocina, lo que habría provocado una reacción del niño. Según la acusada, tras una discusión, Lorys terminó muerto y ella decidió encubrir el hecho.
El tribunal consideró probada su responsabilidad y, el 17 de octubre de 2016, dictó la condena de 30 años de prisión, con cinco años de libertad condicional tras el cumplimiento de la pena. El 5 de julio de 2018, Panarello intentó en el Tribunal de Apelación de Catania responsabilizar a Andrea Stival como autor del crimen, pero no presentó pruebas y la solicitud fue rechazada.
Verónica Panarello, que creció en un hogar conflictivo junto a su madre Carmela y cinco hermanos, había conocido a Davide Stival en la secundaria. La relación se formalizó cuando él la invitó a mudarse por los problemas familiares que ella atravesaba. En 2006 nació Lorys, y aunque Davide era camionero y pasaba largos períodos fuera de casa, el niño disfrutaba de acompañarlo en sus viajes y de practicar karate. La aparente normalidad de la familia terminó con un crimen que Italia no olvidará.