Esperó ocho años por justicia y al final se fue de Tribunales envuelta en llanto

Martes 26 de Septiembre de 2023, 07:04

ABSUELTO. El beneficio de la duda fue el argumento esgrimido para liberar de culpa y cargo al acusado.



La espera fue de casi diez horas, pero para la víctima y su familia, que debieron esperar ocho años por el juicio, no parecía demasiado. Pero la paciencia se convirtió en desasosiego cando la jueza Stella Maris Arce anunció que, por el beneficio de la duda, había decidido absolver al comerciante jujeño al que la joven médica había acusado de obligarla a mantener relaciones sexuales con otros hombres a los que cobraba por esos encuentros y, en algunos casos, extorsionaba con fotos.

Según la acusación, en 2004 M.G conoció a J.O.R.A y comenzaron un noviazgo. A partir de 2008, el acusado comenzó a amenazar a la estudiante de medicina para que se acostara con otros hombres, en encuentros que él fotografiaría con el único propósito de satisfacer sus fantasías. Dos años después, el imputado comenzó a solicitar una remuneración económica (sin que ella lo supiera) a los hombres que contactaba a través de perfiles falsos (haciéndose pasar por la víctima) para concretar esas relaciones.

En 2010, la víctima le dijo que ya no quería participar en este tipo de citas. La reacción del denunciado, según la imputación, fue empeorando. La amenazaba con empapelar la provincia con sus fotos, hacerle conocer a sus familiares y entorno lo que había hecho y decirle que nunca más recuperaría su vida.

La víctima también denunció que la golpeaba, la ataba a la cama obligándola a mantener relaciones durante horas mientras la apuntaba con una de sus armas de fuego; y hasta llegó a quemarla en diferentes partes del cuerpo con cigarrillos, marcas que aún tiene y que mostró durante el juicio.

Según la acusación, entre marzo y abril de 2012, en contra de su voluntad, el acusado acordó un encuentro de tres jornadas con un hombre en Carlos Paz, Córdoba. Durante el día, los tres habitaban la casa que el desconocido había alquilado y a la noche mantenían relaciones mientras él los filmaba. Enfrente de ella, él le llegó a ofrecer al “cliente” una relación de a tres pero aclarando “eso saldrá un dinero más”, a pesar de su negativa.

Al regresar, la médica decidió dejarlo. El imputado consumió un frasco de psicofármacos, por lo que tuvo que ser internado en el hospital Padilla en varias oportunidades. Los amigos del imputado le pidieron que lo fuera a ver porque ella “era la culpable”.

En febrero de 2015, según la imputación, el acusado cruzó el auto que conducía en la vía pública y le gritó: “te voy a golpear donde más te duele como mujer”. A los días, el imputado subió las fotos íntimas a una página de internet, contactó al novio, a sus familiares y a sus amigos. En ese momento decidió denunciarlo.

El debate oral que terminó el lunes, estuvo cargado de situaciones dramáticas. La más fuerte fue la declaración de la víctima. Durante más de seis horas relató lo que había vivido y su testimonio fue interrumpido varias veces porque sufrió ataques de nervios.

El acusado también habló y desmintió todos los dichos de la profesional de la salud, asegurando que todas esas relaciones habían sido consentidas por ella. También, entre lágrimas, dijo que él también había sido una víctima por todo este proceso judicial y que nunca creyeron en su inocencia.

“¿Quién puede dudar en su testimonio? Ella fue muy clara en afirmar que ella estaba enamorada de Ramírez y que sentía que él la estaba probando”, destacó la auxiliar Cecilia Liendo, que actuó bajo las instrucciones de la fiscala de cámara Estela Giffoniello. “También hay que tener en cuenta que ella formaba parte de una familia muy conservadora y temía mucho las amenazas que él le hacía con publicar las fotos que le había sacado”. Y terminó cumpliendo con su promesa al publicar esas fotos en una página”, finalizó. Pidió una pena de 10 años y solicitó además que se investigaran supuestos casos de abusos que habían quedado al descubierto en la declaración de la víctima.

El defensor del imputado Juan Colombres Garmendia, desestimó la acusación y pidió que sea absuelto de los dos delitos por los que había sido enjuiciado. Tal como lo había planteado en el inicio del debate, consideró que el delito de promoción de la prostitución rige desde diciembre de 2012, cuando la víctima reconoció que esos delitos se concretaron antes de esa fecha. También pidió que se anulara la imputación de amenazas por prescripción, es decir, por haberse vencido los plazos procesales sin haber sido juzgado.

También planteó otra teoría del caso. “Ella inventó esta historia después de que se difundieran las imágenes íntimas en varias páginas para no tener problemas con su pareja. Nunca se demostró que él haya sido el autor”, añadió durante los alegatos. “No se puede

El lunes se desarrolló la última audiencia. Abrazada por tres amigas, la profesional escuchó los alegatos y después dijo sus últimas palabras.
“Sólo puedo decir que soy una sobreviviente. Sé que fui muy valiente, porque a pesar del inmenso dolor que me produce revivir una y otra vez la pesadilla por la que pasé”, declaró.

Antes de finalizar, con la voz entrecortada exclamó: “¡Gracias por escuchar! Estaba viviendo silenciada, escondida por la vergüenza, el dolor y el miedo. Mi daño es interno, no se puede ver, lo llevo conmigo”. Luego, le recriminó al imputado: “Me arrebataste mi valor, mi inocencia, mi estima, mi tiempo, mi seguridad, mi intimidad, mi confianza, mi voz y mi alma… ¡Pero hasta hoy! ¡Hoy digo basta!”.

Después de 10 horas de espera, la jueza Arce explicó que no había elementos suficientes para condenarlo y que lo absolvería por el beneficio de la duda únicamente y aclaró que en los fundamentos del fallo quedarán perfectamente aclaradas cuáles fueron las razones por las que tomó la decisión. También señaló que no era necesario que ella ordenara que se investigue por abuso al acusado, ya que era potestad del Ministerio Público.

La joven médica se fue de los Tribunales dominada por un llanto desconsolado. Antes de que la jueza decidiera el fallo, abía señalado que “no puedo cambiar lo que pasó, ni negar la profunda herida que me ocasionó. Si quiero que deje de sangrar y que finalmente sane”. Tendrá que encontrar otra manera de alcanzar esa paz.