Martes 19 de Noviembre de 2024, 19:08
Loza, a la izquierda, era el más estrecho acompañante de Alperovich, cuando éste violaba a su sobrina.
EXTRACTO DEL FALLO DE CONDENA AL VIOLADOR JOSE ALPEROVICH
Vale aquí que este Juez formule algunas reflexiones vinculadas al comportamiento de ambos.
Alperovich atacó la autoestima de M.F.L., tratándola de “chuequita”, “culo gordo”, ofreciéndole dinero como una retribución degradante, tildándola de moralista y diciéndole que la vida tenía sus grises y debía disfrutar el momento, haciéndole creer que ella misma le había dado el aval para lo sucedido por haberse quedado en el departamento.
Exhibió su poder en el Senado con reuniones importantes, lo que llevó a paralizarla y juramentarse que lo sucedido moriría con ella. Así le generó vergüenza, pero también, en ese primer momento, la creencia de que podía “zafar” porque no había llegado a violarla. M.F.L. dio cuenta de sus sentimientos, llantos, falta de seguridad, vergüenza de lo que terceros pudieran pensar de ella, y la creencia de que tal vez podría evitar otros ataques.
Estos comportamientos, como la experiencia lo indica, son propios de este tipo de delitos, en los que la mujer se siente culpable y cosificada, y por eso mantiene silencio y “se paraliza”, como refirió M.F.L y describieron las profesionales en sus pericias.
Esta situación, logró el silencio de M.F.L., tal como ella misma lo expresara. No pudo contárselo a sus amigas ni a sus familiares, por vergüenza y por ese sentimiento de culpabilidad.
En forma paralela, Alperovich le prometía cuidarla, y le exhibía no solo su confianza, sino también la de su círculo íntimo, como su madre y su esposa, que le dio una suerte de bendición y aceptación para su ingreso al grupo familiar.
Veremos que esta situación se fue profundizando hasta que M.F.L. disoció los abusos a partir de su excelencia y eficacia laboral.
Continuando con el relato, M.F.L. señaló que después de navidad surgió otro viaje a Buenos Aires, en el que las condiciones eran distintas y, por eso, accedió a viajar, ya que estaría la hija de José – Sarita-, los funcionarios Dante Loza y Jorge Gassenbauer. Que luego la convocaron a ella y a Chicho para que se sumen a las actividades del día.
Sabiendo que era un viaje importante, puesto que iba a tratarse el presupuesto del año 2018 en el Senado, todas estas personas iban a trabajar todo el día y eso le permitió creer que nada iba a pasar.
En Buenos Aires, la llevaron al departamento y todos los nombrados estaban ahí.
Dijo que la noche previa a su llegaba habían dormido en el departamento principal José, Dante Loza y su hija Sarita. La situación era totalmente distinta al viaje anterior, pero todo se fue desdibujando.
Sarita se fue a otro departamento que tiene su familia en la calle Galileo, porque allí tenía las valijas armadas para irse de viaje a Brasil con sus amigas.
En cuanto a Jorge y Dante, refirió que José les ordenó que durmieran en el otro departamento. En ese momento se dio cuenta de que nuevamente iba a estar sola con José, y pensó en aferrarse a las actividades programadas para el día, ya que la agenda iba a ser larga.
En esa ocasión recordó que vio a Cristina Kirchner por primera vez y que le pasó lo mismo que con José, en cuanto a la ovación que recibía por parte de la gente.
Ese día almorzaron en el Senado, luego estuvieron trabajando con Sarita, Dante y “Machi” (Ditinis) y, al mediodía, fueron a una agencia de redes sociales porque estaban diagramando el desarrollo de la campaña para las elecciones al cargo de gobernador de la provincia de Tucumán. Que tuvieron varias reuniones al respecto.
A las 21:30 horas regresaron al departamento y nuevamente quedó a solas con Alperovich.
Aclaró que en ningún momento hubo un coqueteo ni nada similar, que se trató de una situación de avance unilateral por parte de José. Esa noche cenaron en el balcón del departamento, se sentaron en un sillón chico que se encuentra ubicado allí y José abrió dos cervezas.
En ese momento, José empezó a hablarle de lo buena que había sido la jornada y de lo mucho que iba aprender trabajando con él.
Mientras charlaban, empezó a tocarla de la misma forma que en el primer episodio. Le metió la mano por debajo de la remera y del corpiño, y por adentro de la calza.
Acto seguido, la subió encima suyo, le metió el dedo en la vagina y le expresó que él era como el violinista “André Rieu”. Fue la primera vez que escuchó ese nombre.
M.F.L. estaba horrorizada por la situación, no quería que pase lo que estaba sucediendo y reiteró que nunca había expresado ningún tipo de consentimiento.
Alperovich se molestó al percibir que no había reciprocidad. Él le dijo que no fuera frígida, que se relajara y disfrute, que debía dejarse llevar. Mientras la tocaba, le expresó que lo llenaba de energía y recordó que esa frase también se la había mencionado en el primer episodio.
Al respecto, dijo que lo escuchó diciendo esa expresión en distintas ocasiones, tales como cuando alzaba a un bebé, acariciaba a sus nietos o tocaba un perro.
Luego de esa situación logró irse a su cuarto. Se bañó y después se acostó con el mismo miedo que sufrió en el primer episodio.
Destacó que mientras se bañaba logró cerrar el baño con llaves.
A la mañana siguiente la despertó José al lado de la cama vistiendo ropa deportiva. Le dijo que se cambiara porque la iba a hacer transpirar y destacó su “escalofriante” doble sentido, que siempre se expresaba vulgarmente con chistes sexuales.
Salieron a caminar y, a esa actividad, se sumaron Dante Loza, Jorge Gassenbauer y distintos custodios. Luego de ello, regresaron a Tucumán.
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