La guerra dentro de la guerra: el oscuro capítulo de las torturas a soldados argentinos en Malvinas

Domingo 05 de Enero de 2025, 08:02

En un corto documental de Historia Militar publicado este sábado, se revela un lado poco conocido del conflicto por las islas Malvinas durante la dictadura



Durante la Guerra de Malvinas en 1982, un oscuro y lamentable capítulo de la historia argentina emergió entre los testimonios de los soldados que sobrevivieron al conflicto. Lejos de limitarse al enfrentamiento contra el ejército británico, muchos combatientes argentinos vivieron un calvario adicional: torturas y abusos perpetrados por sus propios oficiales superiores.

En un impactante corto documental publicado este sábado por el canal Historia Militar de Youtube, se narra el calvario al que fueron sometidos los soldados argentinos durante el conflicto bélico.

En un contexto de extrema precariedad y falta de preparación militar, los soldados argentinos —en su mayoría jóvenes menores de 20 años— fueron sometidos a prácticas de castigo físico y psicológico que marcaron sus vidas para siempre. Entre los métodos empleados por los oficiales superiores se encontraban:

Estaqueamiento: Amarrar a los soldados de pies y manos a estacas, expuestos al frío extremo durante horas.

Sumergimientos en agua helada: Obligarlos a sumergir manos, pies o incluso la cabeza en charcos congelados, provocándoles gangrenas y otros daños permanentes.

Golpizas brutales: Patear los testículos de las víctimas, causando lesiones graves.

Enterramiento: Sepultar a los soldados hasta el cuello durante largas horas en temperaturas bajo cero.

Humillaciones extremas: Forzarlos a comer comida mezclada con excrementos bajo amenaza de armas.

Estas prácticas, que en un principio tenían por objetivo fortalecer a las tropas, lejos de mejorar el desempeño militar, solo debilitaban a los combatientes y sembraban el miedo entre las filas.


La escasez de comida y recursos básicos también jugó un papel devastador. Muchos soldados, desesperados por hambre, intentaban cazar ganado local o robar alimentos, acciones que eran castigadas con métodos aún más crueles. En algunos casos, el castigo era tan extremo que los soldados morían congelados o no podían regresar al combate. 

En el documental se narrá la historia de un soldado que fue obligado a dormir fuera de su carpa con únicamente un poncho como abrigo. A la mañana siguiente fue encontrado congelado y convulsionando, los médicos lo atendieron, pero el joven no sobrevivió. También eran recurrentes torturas que incluían meter manos o pies en pequeños lagos de agua helada de la zona, lo que terminó provocando amputaciones en varios miembros de las tropas por el congelamiento.

Por otro lado, los abusos psicológicos también fueron recurrentes. Los simulacros de fusilamiento y la discriminación por motivos religiosos o sexuales (—particularmente hacia soldados judíos y homosexuales—) evidencian un nivel de crueldad que, hasta décadas después, sigue siendo una herida abierta en la memoria colectiva.

Cuando la guerra concluyó el 14 de junio de 1982 con la derrota argentina, los soldados que regresaron al país fueron recibidos por la inteligencia militar, que les prohibió hablar sobre lo sucedido. La dictadura militar, en sus últimos años de poder, intentó borrar cualquier rastro de estas atrocidades. Incluso se ordenó espiar las reuniones de veteranos para asegurarse de que los abusos no salieran a la luz.

No obstante, en 2006, varios exsoldados rompieron el silencio y llevaron sus denuncias a la Corte Suprema de Justicia de Argentina. Los crímenes de lesa humanidad que sufrieron comenzaron a ser investigados. Sin embargo, el proceso judicial ha sido extremadamente lento. A pesar de las pruebas y testimonios abundantes, hasta el día de hoy solo unos pocos oficiales han sido procesados.


El impacto de las torturas no solo afectó a los soldados durante la guerra, sino también en los años posteriores. El número de suicidios entre veteranos es casi igual al de las bajas en combate, asegura el documental: se estima que alrededor de 649 excombatientes se quitaron la vida después del conflicto. La guerra dejó no solo traumas físicos y psicológicos, sino también una lucha constante contra la impunidad de sus victimarios.

Según organizaciones de derechos humanos, una de las principales razones del retraso judicial es la llamada “impunidad biológica”: esperar que los responsables mueran de vejez antes de ser condenados. Mientras tanto, muchos altos mandos militares niegan los hechos y los califican como un intento de "desmalvinización".