Viernes 25 de Abril de 2025, 06:37

En un análisis sobre la disminución de la natalidad, el economista Simonetta reflexiona sobre los cambios en la pirámide demográfica, el impacto económico y el crecimiento de la inversión financiera en la juventud.
En las últimas dos décadas, la tasa de natalidad en Argentina se redujo un 40%, una cifra que enciende alarmas sobre el futuro de las políticas públicas y la sostenibilidad del sistema previsional. El
economista Martín Simonetta analizó el fenómeno, subrayando que no se trata solo de una cuestión demográfica, sino también cultural y económica.
“El dato es impactante: hay unos 500.000 perros en Buenos Aires, mientras que la cantidad de niños menores de 12 años ronda los 400.000. Si sumamos perros y gatos, el número duplica ampliamente a la población infantil”, señaló Simonetta. Para él, este contraste revela un profundo cambio en las prioridades de muchas familias y una transformación en la estructura social del país.
De fenómeno urbano a tendencia nacionalLejos de ser un fenómeno exclusivo de la ciudad, Simonetta sostiene que la caída de la natalidad atraviesa todo el territorio nacional. “Este descenso sostenido tendrá implicancias muy serias en el sistema previsional. Si esta tendencia se mantiene, ¿quién va a sostener a los jubilados del futuro?”, se preguntó, abriendo la puerta a un debate crucial para la agenda económica.
Una realidad que trasciende fronterasEl caso argentino no es único. En Europa, la baja natalidad también genera tensiones sociales y políticas, particularmente por el contraste con las tasas más altas de natalidad entre poblaciones migrantes. “Esto plantea desafíos complejos, desde la integración hasta el financiamiento del sistema previsional”, explicó Simonetta.
Impacto económico: menos jóvenes, más presión fiscalEl descenso en los nacimientos también afecta directamente la economía. Menos nacimientos implican, a largo plazo, una menor población activa y mayor presión sobre los sistemas de seguridad social. “Esto compromete la capacidad del Estado para sostener jubilaciones y pensiones”, advirtió el economista.
Nuevos hogares, nuevas decisionesEl cambio demográfico también se traduce en un cambio profundo en el tipo de hogares. “Uno de cada tres hogares en Buenos Aires está compuesto por solo una o dos personas”, detalló Simonetta. Este nuevo perfil responde, entre otras cosas, a las dificultades económicas para criar hijos en un contexto de alto costo de vida. Consecuentemente, los inmuebles grandes, pensados para familias numerosas, están perdiendo demanda frente a unidades más pequeñas. “Es una revolución silenciosa en los hábitos de consumo y en el mercado inmobiliario”, señaló.
La inversión como nuevo horizonteEn paralelo, Simonetta observa una transformación en el comportamiento financiero de los jóvenes. “Cada vez menos jóvenes confían en tener una jubilación convencional. Por eso, muchos se vuelcan a las inversiones como alternativa de futuro”, explicó. En 2019, existían unas 400.000 cuentas comitentes en el país; hoy, la cifra ronda entre 14 y 16 millones. Si bien existen críticas sobre una posible duplicación de cuentas, el crecimiento es innegable y refleja una nueva mentalidad.
“Este auge inversor también es un síntoma de desconfianza en el sistema previsional. Las nuevas generaciones no creen que podrán depender del Estado para su retiro”, afirmó Simonetta. “Los argentinos, históricamente, aprendimos a sobrevivir a las crisis. Esta vez, lo están haciendo desde el mercado financiero”.
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