Sábado 03 de Mayo de 2025, 15:05
El Gobierno nacional está ultimando los detalles de un ambicioso proyecto de reforma tributaria que podría cambiar drásticamente el sistema fiscal argentino. El plan incluye la eliminación del 90% de los impuestos nacionales y la creación de un nuevo “súper IVA”, lo que promete generar fuertes tensiones, especialmente con las provincias.Aunque el ministro de Economía, Luis Caputo, había señalado que el proyecto llegaría al Congreso después de las elecciones de octubre, el presidente Javier Milei evalúa enviarlo en junio para instalar el tema en la agenda electoral. Confía en que la propuesta de bajar impuestos será bien recibida por el electorado.
Según Milei, “vamos a terminar con el infierno de tributar en la Argentina”. La propuesta apunta a reducir a solo seis los impuestos nacionales, promoviendo a la vez una “competencia fiscal” entre provincias para atraer inversiones.
Los tributos que se mantendrían serían aquellos con mayor capacidad recaudatoria: IVA, Aportes y Contribuciones a la Seguridad Social, Impuesto a las Ganancias, Ingresos Brutos, el Impuesto a los Débitos y Créditos bancarios, y los Derechos de Exportación. Estos representan el 83% de la recaudación total, según el IARAF.
El nuevo sistema también buscaría dar más autonomía a las provincias para que administren sus recursos sin depender tanto del Estado nacional. El objetivo es eliminar tributos distorsivos como Ingresos Brutos y las tasas municipales, que encarecen los precios al generar un efecto en cascada que termina trasladándose al consumidor.
Para el tributarista César Litvin, “si el superávit fiscal se consolida, el Gobierno puede avanzar en la baja de impuestos nacionales e incentivar a las provincias a sumarse a un pacto fiscal para reducir los tributos locales”.
En esa línea, Nadín Argañaraz, del IARAF, señala que la reforma debería ser coordinada entre Nación, provincias y municipios para evitar que, por ejemplo, si Nación baja impuestos, otros niveles los suban. “El espacio fiscal que deja uno no debería ser ocupado por otro”, advirtió.
El proyecto establecería pisos mínimos para cada impuesto, dejando margen para que cada provincia los ajuste según sus necesidades. La idea es generar una especie de “guerra fiscal” interna, parecida a lo que ocurre en EE.UU., donde estados como Texas compiten con Delaware por atraer empresas como Tesla o Mercado Libre.
Uno de los puntos centrales es la implementación del “súper IVA”, inspirado en el modelo brasileño. Aunque todavía se discute qué alícuota tendría, se espera que sea más alta que el actual 21%. Sin embargo, al eliminarse otros impuestos, el precio final de los productos podría bajar. Así lo explican los expertos: el nuevo IVA absorbería parte de la carga tributaria de tributos que dejarían de cobrarse, como IIBB o tasas municipales.
En palabras de Milei, la reforma busca que “la gente empiece a votar con los pies”: si una provincia cobra muchos impuestos, sus habitantes podrán mudarse a otra con menor carga tributaria.
En cuanto al sistema actual, CABA, Buenos Aires, Córdoba y otras provincias aplican una alícuota del 5% en ventas mayoristas y minoristas, mientras que en servicios Catamarca lidera con el 7%. La Pampa y San Luis encabezan en industria y sector primario, respectivamente.
Se evalúa también reemplazar Ingresos Brutos por un IVA provincial que solo grave el valor final y no cada etapa del proceso productivo, eliminando el efecto cascada.
Martín Redrado y José Urtubey, en su libro Argentina federal, sostienen que sin un verdadero federalismo fiscal, el país no puede desarrollarse de forma equilibrada. Proponen una nueva ley de coparticipación y una reforma impositiva que equilibre las oportunidades entre provincias.
Caputo confirmó a inversores en EE.UU. que se eliminarán retenciones a exportaciones industriales y el impuesto al cheque. Ambos tributos representan cerca del 3% del PBI. Si se suma una eventual baja de Ingresos Brutos, el costo total superaría el 4% del producto.
La implementación de la reforma, si es aprobada por el Congreso, se daría en 2026 y alcanzaría su funcionamiento completo recién en 2027.
El Gobierno también tiene compromisos fiscales exigentes: deberá alcanzar un superávit primario del 2,2% del PBI en 2026, y del 2,5% en 2027, 2028 y 2029. Para lograrlo, será necesario ajustar gastos o subir otros impuestos.
Según el IARAF, actualmente la presión tributaria consolidada (Nación, provincias y municipios) ronda el 30,5% del PBI. Si se avanza con una reducción gradual hasta 2033, ese número podría caer a 22,9%, siempre que la economía crezca a un ritmo del 5% anual.
Osvaldo Giordano, del IERAL, fue tajante: “Es imposible que Argentina se desarrolle y sea competitiva con este sistema tributario”. Señaló que muchos productos locales terminan incluyendo tantos impuestos que se vuelven menos competitivos que los importados. “Hay que buscar alternativas para que las provincias no se desfinancien”, advirtió.
Finalmente, expertos alertan sobre el avance de nuevas tasas municipales, especialmente en Buenos Aires, que funcionan como un “IIBB peor” y recargan aún más los costos de producir y vender en el país. /
IProfesional