Viernes 09 de Mayo de 2025, 05:27
La búsqueda de
vida más allá de la Tierra ha llevado a los científicos a investigar una variedad de fenómenos intrigantes, desde penachos de metano en Marte hasta nubes de fosfina en la atmósfera de Venus. Sin embargo, hasta ahora, no se ha encontrado
evidencia concluyente de que no estemos solos en el universo.
Ahora,
un grupo de investigadores afirma haber encontrado la señal más prometedora hasta la fecha de vida extraterrestre, no en nuestro sistema solar, sino en un exoplaneta lejano: K2-18b, un mundo masivo que orbita una estrella a 120 años luz de distancia. Un análisis detallado de su atmósfera ha revelado la presencia de una molécula que, en la Tierra, solo es producida por organismos vivos, como ciertas algas marinas.
“A nadie le interesa proclamar prematuramente que hemos hallado vida”, afirmó Nikku Madhusudhan, astrónomo de la Universidad de Cambridge y autor principal del estudio, durante una rueda de prensa el martes. No obstante, añadió, la explicación más coherente para sus observaciones es que K2-18b podría estar cubierto por un océano cálido repleto de vida.
“Estamos ante un momento revolucionario”, dijo Madhusudhan. “Es la primera vez que detectamos posibles biofirmas en un planeta potencialmente habitable”.
El estudio fue publicado en la
revista Astrophysical Journal Letters, y aunque ha sido recibido con entusiasmo, otros científicos lo ven como un avance inicial que aún requiere confirmación.
“No es una prueba definitiva”, advirtió Stephen Schmidt, científico planetario de la Universidad Johns Hopkins. “Es una pista interesante, pero todavía no podemos afirmar que sea un mundo habitable”.
Si existe vida en K2-18b, o en cualquier otro rincón del cosmos, su descubrimiento probablemente será lento y lleno de cautela. “A menos que veamos a E.T. saludándonos, no tendremos una prueba irrefutable”, comentó Christopher Glein, astrobiólogo del Southwest Research Institute en Texas.
K2-18b fue descubierto en 2017 por astrónomos canadienses utilizando telescopios en Chile. Se trata de un tipo de planeta conocido como subneptuno: más grande que los mundos rocosos del sistema solar interior, pero más pequeño que los gigantes gaseosos del exterior como Neptuno.
En 2021, Madhusudhan y su equipo propusieron que muchos subneptunos podrían estar cubiertos por océanos de agua caliente y rodeados de atmósferas ricas en hidrógeno, metano y compuestos de carbono. Para describir este tipo de planeta, acuñaron el
término “hicéano”, una combinación de “hidrógeno” y “océano”.El lanzamiento del
telescopio espacial James Webb a finales de 2021 permitió a los astrónomos examinar más de cerca estos mundos lejanos. Cuando un exoplaneta transita frente a su estrella, su atmósfera filtra la luz estelar, alterando su color. Analizando esos cambios, los científicos pueden inferir la composición química de la atmósfera.
Al observar K2-18b, el equipo encontró muchas de las moléculas esperadas en un planeta hicéano. En 2023, también detectaron una señal débil de sulfuro de
dimetilo, una molécula compuesta de azufre, carbono e hidrógeno que, en la Tierra, solo es producida por organismos vivos, principalmente algas marinas.
El año pasado, aprovecharon otra oportunidad de observación con un instrumento diferente del telescopio Webb y, esta vez, detectaron una señal aún más clara, no solo de sulfuro de dimetilo, sino también de disulfuro de dimetilo, un compuesto relacionado.
“Fue un impacto tremendo”, dijo Madhusudhan. “Pasamos mucho tiempo intentando refutar la señal”.
Por más que revisaron los datos, la señal persistía. Sus análisis sugieren que
K2-18b podría tener niveles de sulfuro de dimetilo miles de veces superiores a los de la Tierra, lo cual apoyaría la idea de un océano hicéano repleto de vida.
Sin embargo, los expertos coinciden en que aún hay muchas
incógnitas. Una de ellas es si K2-18b es realmente un planeta habitable o, como sugieren otros estudios, un mundo rocoso con un océano de magma y una atmósfera de hidrógeno abrasadora,
poco favorable para la vida tal como la conocemos.
Para avanzar, los científicos deberán realizar experimentos en laboratorio que
simulen las condiciones de estos planetas, y comprobar si el sulfuro de dimetilo se comporta igual que en la Tierra.
“Estamos apenas empezando a entender la naturaleza de estos mundos exóticos”, señaló
Matthew Nixon, científico planetario de la Universidad de Maryland, que no participó en el estudio.
El telescopio Webb seguirá observando K2-18b, y sus próximas lecturas podrían
confirmar o refutar estos hallazgos. Además, la
NASA ya está trabajando en telescopios más avanzados, diseñados específicamente para buscar signos de habitabilidad en planetas como K2-18b. Aunque el proceso sea largo, muchos científicos creen que vale la pena.
“No estoy gritando ‘¡extraterrestres!’ todavía”, bromeó
Nikole Lewis, experta en exoplanetas de la Universidad de Cornell, “pero me reservo el derecho a hacerlo”.
Por su parte,
Joshua Krissansen-Totton, astrobiólogo de la Universidad de Washington, expresó su preocupación por la capacidad de los científicos estadounidenses para continuar con estas investigaciones, debido a posibles recortes presupuestarios. Según informes, el gobierno de
Donald Trump planea reducir drásticamente los fondos para la NASA, lo que pondría en riesgo futuros telescopios y proyectos de astrobiología.
“Si eso sucede”, advirtió Krissansen-Totton,
“la búsqueda de vida fuera de la Tierra se verá prácticamente paralizada”.
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