Miércoles 21 de Mayo de 2025, 07:52

En los últimos días, una tormenta azotó la tierra y provocó consecuencias sobre sistemas de radio. Ahora, la agencia espacial estadounidense advierte por posibles repeticiones del "Alá de Pájaro".
La NASA emitió una advertencia ante la posibilidad de que nuevas erupciones solares generen - en las próximas horas - consecuencias y dificultades sobre diversos sistemas tecnológicos en la Tierra. Según alertaron desde la agencia espacial estadounidense, estos eventos tienen el potencial de afectar las comunicaciones, las redes eléctricas, las señales de navegación y la seguridad de las misiones espaciales tripuladas.
La alerta se disparó luego de que el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA detectara una erupción solar de clase X2.7, la más potente registrada en lo que va del año. Esta categoría representa el nivel más alto en la escala de intensidad para este tipo de fenómenos.
Las explosiones solares: un desafío para la Tierra
La explosión solar de la que da cuenta la NASA - con el foco puesto sobre sus futuras sucesoras - ya causó interrupciones temporales en los sistemas de radio de alta frecuencia en regiones del Medio Oriente y generó interferencias en varios satélites. A su vez, fue acompañada por una eyección de masa coronal (CME), una nube de plasma solar que, en este caso, adoptó una forma particular conocida como “Ala de Pájaro”, por su estructura similar a alas extendidas, de allí el nombre que bautizó a esta tormenta.
Al ser consultada por medios especializados, la física espacial Tamitha Skov, explicó los detalles de la explosión detectada: “La configuración indica una eyección amplia con alta probabilidad de interactuar con el campo magnético terrestre”, afirmó.
El evento produjo una tormenta geomagnética de nivel G2, una categoría que puede provocar fallas temporales en la red eléctrica, interferencias en las señales satelitales y desvíos en las rutas de vuelos polares. Además, el fenómeno generó un incremento inusual en la visibilidad de auroras boreales y australes, que podrían ser vistas desde zonas atípicas.
Según los especialistas, esta actividad está relacionada con el llamado “máximo solar”, una fase dentro del ciclo solar de 11 años en la que el Sol alcanza su mayor intensidad. En este contexto, se detectó un aumento de las manchas solares, muchas de ellas ubicadas en regiones de magnetismo unipolar, con potencial para generar nuevas erupciones dirigidas a la Tierra.
La NASA detectó hielo por primera vez fuera del sistema solar
Un equipo de astrónomos de la NASA logró un hito sin precedentes en la exploración espacial: detectaron, por primera vez, hielo de agua cristalina más allá de los límites del sistema solar. El hallazgo, considerado clave para el estudio de la formación de planetas y la distribución de agua en el universo, fue posible gracias al Telescopio Espacial James Webb.
La observación se realizó sobre el sistema estelar HD 181327, ubicado a 155 años luz de la Tierra, en la constelación Telescopium. Se trata de una estrella joven, con apenas 23 millones de años –muy por debajo de los 4.600 millones del Sol–, pero con características similares a nuestra estrella.
El descubrimiento fue publicado en la revista científica Nature y marca un avance significativo en la comprensión de cómo se forman los sistemas planetarios y dónde podrían encontrarse condiciones propicias para la vida.
Los investigadores detectaron hielo cristalino mezclado con polvo cósmico en el disco de escombros que rodea a HD 181327. Esta región está compuesta por pequeños cuerpos helados que colisionan entre sí de manera constante, generando partículas que ahora pudieron ser identificadas con claridad por el sofisticado instrumental del Webb.
“Estas formaciones se asemejan a las ‘bolas de nieve sucias’ que se encuentran en el Cinturón de Kuiper de nuestro sistema solar”, explicó el investigador principal del proyecto y miembro de la Universidad Johns Hopkins, Chen Xie.
Hasta el momento, solo se había logrado detectar vapor de agua en exoplanetas o discos protoplanetarios fuera del sistema solar. Sin embargo, nunca se había confirmado la presencia de hielo sólido, algo que los modelos teóricos venían anticipando desde hace décadas.
Ya en 2008, el Telescopio Spitzer había sugerido la posible existencia de hielo en esta región, pero no contaba con la capacidad para confirmarlo. Ahora, el James Webb logró captar señales tenues pero concluyentes de partículas de agua congelada, dispersas por las colisiones entre objetos que orbitan esa estrella joven.
El hallazgo no solo confirma predicciones científicas de larga data, sino que refuerza la posibilidad de que el agua, un elemento clave para la vida tal como la conocemos, sea mucho más común en el universo de lo que se pensaba. /Ámbito
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