La evolución del vínculo humano-animal: el auge del "pet parenting"

Viernes 23 de Mayo de 2025, 07:49

Tratar a los animales como parte de la familia implica atender también sus requerimientos cognitivos y no solo sus necesidades básicas.



En los últimos diez años, el concepto de pet parenting ha cobrado una relevancia creciente, transformando profundamente la forma en que las personas se relacionan con sus animales de compañía. Hoy ya no se trata solo de cubrir sus necesidades básicas como alimentación y refugio, sino de involucrarse activamente en su desarrollo emocional y cognitivo.

Este cambio de paradigma ha llevado a que perros y gatos sean considerados miembros de la familia, recibiendo cuidados comparables a los que se otorgan a los hijos. Así lo demuestra una creciente cantidad de estudios que analizan este fenómeno desde una perspectiva interdisciplinaria.

En este nuevo marco de atención integral, la nutrición durante los primeros meses de vida de un cachorro o gatito se vuelve crucial para garantizar su bienestar a lo largo de toda su existencia. La alimentación adecuada no solo incide en su crecimiento físico, sino también en su desarrollo mental y comportamental. Por eso, elegir dietas especialmente formuladas para estas etapas tempranas es indispensable.

¿Qué implica ser un "pet parent"?

El término pet parenting nace de la necesidad de describir un vínculo cada vez más estrecho entre las personas y sus animales de compañía, especialmente perros y gatos. Este enfoque va más allá del cuidado tradicional, e incorpora prácticas similares a las de la crianza infantil, incluyendo la atención emocional, el estímulo cognitivo y la construcción de rutinas afectivas.


Omar Robotti, médico veterinario especializado en etología, lo explica así: “Se trata de asumir el rol de padre o madre del animal, tratándolo como un integrante más del núcleo familiar”.

Por su parte, el Dr. Juan Enrique Romero amplía: “Nadie puede juzgar el tipo de afecto que uno le brinda a otro ser vivo. Muchos consideran a sus animales como hijos, aunque no lo sean en términos biológicos”.

El Dr. Marcelo Zysman, especialista en medicina del dolor, refuerza esta visión: “El cuidado integral incluye desde una nutrición adecuada hasta atención veterinaria, afecto constante y un espacio digno para descansar”.

No obstante, expertos como Fernando Catrina advierten sobre el riesgo de olvidar que los animales siguen siendo especies distintas a los humanos. “Pueden compartir la cama y el día a día, pero siguen siendo perros y gatos, con códigos propios”, afirma.

El impacto de la crianza en la salud emocional de los animales

La forma en que los tutores interactúan con sus mascotas influye directamente en su desarrollo emocional, físico y conductual. Romero asegura que “el 80% del comportamiento final de un perro está determinado por su entorno, es decir, por las personas que lo rodean”.


Los primeros cuatro meses de vida constituyen un período crítico conocido como “etapa sensible” o de “impronta”. Es ahí donde se establecen las bases emocionales y sociales del animal. Separarlos prematuramente de la madre o impedir una socialización adecuada puede afectar su capacidad para relacionarse de manera saludable.

Catrina destaca que muchas veces proyectamos nuestras emociones en los animales, exigiéndoles que respondan como si fueran humanos, lo que genera confusión, ansiedad y comportamientos inestables.

Desde una mirada etológica, Robotti señala que descuidar las necesidades específicas del animal —en favor de nuestras propias expectativas— puede desembocar en trastornos como ansiedad por separación, hiperapego o agresividad.

Zysman insiste en la importancia de establecer límites y rutinas claras: “La crianza es la base de todo. Un entorno adecuado genera animales más seguros, sociables y equilibrados”.

Todos los especialistas coinciden en que es esencial entender que perros y gatos no solo difieren entre sí, sino también respecto a los humanos. Por lo tanto, el estilo de crianza debe adaptarse a sus características naturales, respetando sus tiempos, espacios y formas de comunicación.

Nutrición: una herramienta clave para la salud desde el inicio

Dentro del enfoque del pet parenting, la alimentación durante los primeros meses de vida es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo saludable de perros y gatos. En esta etapa, el alimento no solo nutre, sino que también influye en la configuración genética y la predisposición a enfermedades futuras.


Romero afirma que “una nutrición adecuada en los primeros meses tiene un impacto duradero, tal como sucede en la infancia humana”. La calidad de la proteína y el valor biológico de los alimentos son aspectos esenciales, ya sea que se trate de dietas caseras o comerciales, siempre formuladas por profesionales.

La RSPCA, entidad inglesa dedicada a la protección animal, advierte que los gatitos no deben consumir alimento para perros debido a la falta de taurina, un aminoácido esencial para los felinos.

En la misma línea, el American Kennel Club recomienda que los cachorros reciban dietas específicas, ya que el alimento para adultos no cubre sus requerimientos nutricionales. La médica veterinaria Luciana Mor agrega que “una buena nutrición activa o silencia genes, lo que puede prevenir enfermedades como obesidad, alergias o trastornos articulares”.

Royal Canin también refuerza esta idea con su programa Start of Life, diseñado para cubrir las necesidades digestivas, inmunológicas y nutricionales de cachorros y gatitos durante sus primeras etapas.

Consejos para fortalecer el vínculo con nuestras mascotas

Los expertos coinciden: una crianza responsable es clave para establecer una convivencia armónica con nuestros animales. Entre las principales recomendaciones destacan:

  • No separar al cachorro de su madre antes de los 60 días.
  • Fomentar la socialización temprana y gradual.
  • Brindar un entorno predecible y seguro para generar confianza.
  • Evitar el hiperapego y promover el autocontrol.
  • Adaptar el hogar a las necesidades específicas de cada especie.

Zysman concluye con una reflexión: “Interpretar su idioma, ofrecer paseos o juegos, respetar sus tiempos y contar con el veterinario como aliado permanente, son claves para construir un vínculo basado en la confianza y el afecto. Cuando uno invierte en esta relación, la recompensa es enorme”.