Domingo 01 de Junio de 2025, 10:04
Una derrota del peronismo en septiembre en las elecciones provinciales de Buenos Aires puede alimentar una debacle del PJ en otros distritos en los comicios de diputados y senadores en octubre.
El peronismo bonaerense es un ejército diezmado y con la línea de mando partida. La tropa delibera intranquila y en el horizonte asoma un enemigo temible, que acaba de degollar a todos los del campamento vecino. La sensación de preocupación y nerviosismo que se percibe en el peronismo frente a la batalla que enfrentará en territorio bonaerense contra las fuerzas libertarias es tan intensa, que la palabra derrota se naturalizó de un modo impropio.
Hay un clima muy pesimista de cara a las elecciones de septiembre y un pronóstico de debacle para las nacionales de octubre si no salvan la ropa en las provinciales. Se balbucea la palabra unidad sin convicción, como si fuera un recurso extremo. Incluso hay quienes entienden, al revés de lo que se podría pensar, que las escasas expectativas de triunfo atentan contra una confluencia entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof, algo así como “si vamos a perder, para qué acordar”. Parece que la pulsión por resolver la interna se impone por sobre el histórico mandato de unirse para mantener el poder.
El peronismo se prepara para algo peor que haber cedido el poder frente a una figura como Javier Milei. Enfrenta la posibilidad de una claudicación que termine de fracturar lo que quedó en pie del viejo régimen. Ni siquiera en el retroceso de 2023 perdió su hegemonía en la provincia de Buenos Aires. Ahora esa conquista está amenazada seriamente.Si esos presagios se cumplieran, estas elecciones acabarían por completar el proceso iniciado hace dos años, cuando Milei rompió el tablero político nacional. Ahora cerraría el círculo con el avance territorial sobre sus dos principales contendientes en los distritos más relevantes, los Macri en la ciudad y Cristina-Kicillof en la provincia.
Sin embargo, hay que tener en cuenta la advertencia que hace Andrés Malamud cuando dice que “estamos ante una Argentina que se está tornando sorprendentemente estable” por la reducción inflacionaria y la capacidad de Milei para ganar elecciones. Sin embargo advierte que ese logro se produce “a costa de generar potencial inestabilidad en los dos principales distritos que rodean al poder central, las dos Buenos Aires”, ya que tanto el gobernador bonaerense como el jefe de Gobierno porteño podrían entrar en una fase de debilidad política, expresada en sus minorías legislativas. Es decir, el crecimiento electoral de Milei no solamente socava el andamiaje opositor; también puede derivar en fragilidad institucional en el AMBA.
Cristina Kirchner admite que el peronismo enfrenta un desafío crítico en condiciones adversas. En conversaciones que mantuvo en los últimos días transmitió la sensación de que tal como están hoy las cosas se encaminan hacia un revés histórico, señala Jorge Liotti en
La Nación.
“Enfrentamos un escenario muy desfavorable en la provincia para las elecciones de septiembre. Y si no nos va bien en septiembre, ¿cómo nos va a ir en octubre? Mucho peor. Me preocupa el impacto de la provincia en la definición de los senadores nacionales. Si cae el bastión, como le dicen, impacta en todo el país”, analizó en esos diálogos reservados. De allí su decisión de postularse como legisladora provincial en la tercera sección electoral: “Si no ganamos en septiembre, no hay octubre posible”.
En esa geografía del conurbano, la expresidenta conserva altos indicadores de aprobación y tiene muchas chances de imponerse. Lograría ser el pequeño pueblo galo que resiste ahora y siempre al invasor romano, como cuenta la historieta. Una manera de mostrarse victoriosa en un contexto adverso.
La tercera sección junto con la primera representan el 70% de la población bonaerense, aunque como señalan Malamud y Pablo Castro, están subrepresentadas en la Legislatura, ya que aportan el 36% de las bancas en la Cámara de Diputados y el 37% de la de Senadores. Es decir que el conurbano explica dos tercios de la población, pero sólo un tercio de los legisladores (anomalía democrática derivada de la constitución provincial de 1934, cuando en el conurbano vivía un tercio de la población).
Complejidades de una elección de características inigualables en el mundo, en la cual podría darse una situación grotesca, como que terminen festejando al mismo tiempo Cristina, Kicillof y Milei. Sería en el caso de que el peronismo vaya dividido, y entonces la expresidenta gane la tercera sección, el gobernador se imponga en la disputa contra el kirchnerismo en el balance de las ocho secciones, pero pierda en la general ante las huestes del Presidente. Una festejaría que conservó la aldea gala, otro que desafió su liderazgo interno y el tercero que le arrebató la provincia al peronismo.
Es la elección más casta de la historia, inentendible para cualquier votante. No hay que ser un gran meteorólogo para pronosticar que la ola de ausentismo en las urnas se prolongará en septiembre.
Naturalmente, en el Instituto Patria atribuyen este escenario cargado de premoniciones negativas a las decisiones de Kicillof. La primera, haber anticipado la disputa sucesoria. La segunda, muy vinculada, desdoblar la fecha electoral. “A él le hubiese convenido confluir y pasar esta elección debajo del radar. Después le van a quedar dos años de gestión, ¿cómo va a gobernar si no gana? Ni con el 52% que sacamos en 2019 lograría tener mayoría en las dos cámaras”, advierten.
Cristina está convencida de que Kicillof debería rectificar su decisión de adelantar la elección provincial porque entiende que los dos presupuestos sobre los que basó su decisión se diluyeron. Uno fue que operativamente no se podía hacer una elección concurrente en octubre con dos sistemas electorales distintos. Según la expresidenta, desde que la Cámara Nacional Electoral se pronunció en el caso de Santiago del Estero y le permitió reducir de 250 a 180 la cantidad de votantes por mesa, a cambio de aumentar la cantidad de mesas, quedó demostrado que es posible.
En La Plata, por el contrario, aseguran que esa receta en la provincia es inviable. En la gobernación aseguran que una elección concurrente demandaría 4 minutos por votantes, que quedarían 126 electores por mesa sin sufragar por falta de tiempo y que para paliar eso habría que ampliar un 85% la cantidad de mesas. “Es imposible que volvamos a unificar; sería un papelón”, aseguran.
El otro presupuesto que rebate la expresidenta es que Kicillof especuló con que LLA y Pro iban a ir divididos en la provincia por los enfrentamientos que hubo en la Capital. La lectura del triunfo libertario en la ciudad fue totalmente opuesta en cada bando. Para el Instituto Patria demostró que sin unidad serán arrasados; para el gobernador, que la unidad por sí sola no alcanza. Para el cristinismo, exhibió que provincializar una elección no sirve si no hay una buena gestión para mostrar (comparan en eso a Kicillof con Jorge Macri) porque Milei nacionaliza la disputa y se impone.
Para el kicillofismo, “hay un problema en la estrategia del peronismo, ya que perdió las seis elecciones que hubo hasta ahora este año”.
Todo el universo peronista confía en que al llegar el momento de la verdad, el teléfono entre Cristina y Kicillof se activará de nuevo, y habrá algún tipo de acuerdo electoral. Pero es probable que ya sea demasiado tarde. Hoy hay cruce de mensajes a través de intermediarios reconocidos, como Verónica Magario, Federico Otermín o Teresa García; pero también spoilers habilitados, como Carlos Bianco de un lado, y La Cámpora por el otro.
La unidad con fórceps que algunos proponen puede transformarse en una invitación a un festival de traiciones y operaciones encubiertas en el largo camino que va desde el armado de listas hasta la fiscalización de la elección. Simplemente porque están pensando en frecuencias totalmente distintas, y porque las razones que los unían hoy pesan mucho menos que los motivos que los diferencian.
Frente a esta escenografía, los avances en la construcción conjunta de LLA y el Pro contrastan por su celeridad. Milei bajó la orden de confluir y Mauricio Macri delegó las negociaciones con la misma premisa.
Hubo una reunión importante esta semana y habrá otra el martes entre el armador Sebastián Pareja, Cristian Ritondo y Diego Santilli. Hay un lineamiento general que establece una estrategia dual: un frente conjunto en septiembre y una adhesión de Pro a la lista libertaria en octubre. Un modo elegante de confluir y evitar interpretaciones degradantes para los amarillos. Pero no estaría resultando tan sencillo.
En los últimos diálogos surgieron inconvenientes porque Karina Milei no estaría tan dispuesta a reconocer pasivamente esos lineamientos y planteó, a través de Pareja, que tampoco está decidida a hacer un frente en las elecciones provinciales. Sumisión total. Esto también complica al tándem Ritondo-Santilli, que del otro lado escucha los reclamos de sus intendentes, deseosos de acordar pero al mismo tiempo muy demandantes en el objetivo de no ceder en las listas distritales para no tener concejos deliberantes adversos.
En el razonamiento más intransigente de Karina anida el fantasma de un déficit que muchas veces padeció el Pro: no poder traducir territorialmente sus éxitos electorales porque terminaba pagando cuentas al resto de las fuerzas políticas. El caso más emblemático fue Córdoba, que llegó a darle hasta el 70% de los votos a Macri, pero su partido nunca pudo controlar la provincia. Ella asume que éste es el momento para transformar LLA en un partido de base nacional, para dejar de ser sólo el sello de Milei y adquirir una arquitectura propia.
Santiago Caputo no se identifica del todo con esa mirada y apoya la estrategia dual en la provincia, porque no está tan inquieto con la construcción partidaria como con las condiciones futuras para que el Congreso apruebe las reformas que quiere Milei.
En ese marco se muestra más acuerdista, no sólo con Pro, sino con cualquier fuerza que intuya que podría acompañarlo. Para él pesa menos la pureza simbólica de una marca que el acompañamiento político. Ser libertario es una categoría que no se transmite por sangre, sino por conveniencias mutuas.
Por eso también había sugerido no competir en todas las elecciones provinciales, mucho menos en territorio de gobernadores aliados. Pero el triunfo en la disputa porteña repotenció a Karina Milei y hoy el asesor aparece algo relegado en estas decisiones electorales.