Tráfico de drogas: por qué los tours de contrabando reemplazan a los ómnibus de larga distancia

Lunes 02 de Junio de 2025, 07:00

TENDENCIA. La tours de contrabando hacen el mismo recorrido que sigue la droga desde el norte y pueden cambiar de rumbo a voluntad para evitar controles.



La imagen de un gendarme con un oso de peluche en las manos podría parecer entrañable, pero en Tucumán y el norte argentino esa escena suele ser el preludio de un hallazgo preocupante: droga escondida en su interior. Según reveló el Ministerio Público Fiscal, los narcotraficantes han perfeccionado sus métodos y ahora utilizan desde juguetes infantiles hasta tours de compras y empresas de encomiendas para transportar estupefacientes.

Las investigaciones, encabezadas por el fiscal federal Agustín Chit, junto a sus pares del NOA, han detectado un crecimiento significativo de estas maniobras. En lo que va del año, ya se decomisaron 50 kilos de cocaína, un 50 por ciento más que los 32 kilos incautados durante todo el 2024. La droga se encontró camuflada entre sábanas, calzados y en los populares “bagayos” (bultos informales de mercadería). El caso más insólito fue el de cuatro kilos de marihuana escondidos dentro de plantillas de zapatillas.

Uno de los vehículos más utilizados por las bandas son los micros de transporte. Aunque históricamente los colectivos de línea fueron el blanco predilecto, hoy también se emplean los que trasladan trabajadores golondrinas o los destinados a tours de compras. La preocupación crece ante la sospecha de que algunos empleados colaboren con estas organizaciones delictivas.

La gravedad del problema quedó expuesta en una megacausa judicial en la que se desbarató una red de corrupción en la que efectivos de Gendarmería recibían sobornos a cambio de dejar pasar estos vehículos sin control. Las rutas del noroeste argentino, como la 9 y la 34, se han convertido en corredores clave para el tráfico de drogas hacia los grandes centros urbanos.

“El problema al que nos enfrentamos es que estos micros están tomando caminos alternativos o directamente se ocultan en los montes hasta que los controles se levantan”, explicó Fabio Ferreyra, responsable del Operativo Lapacho, uno de los principales dispositivos de control fronterizo en la región.

Otra tendencia alarmante es el uso de encomiendas para el transporte de drogas. El auge del comercio electrónico ha abierto una puerta inesperada para los narcos. 

Miles de paquetes se despachan a diario en todo el país, y muchos de ellos ocultan sustancias ilegales. Los controles, aseguran las autoridades, son ineficaces: “Todo depende del olfato del efectivo. Si detecta algo sospechoso, debe bajar toda la carga del camión para revisarla y volver a cargarla. Mientras tanto, otros vehículos con droga pueden estar pasando”, se lamentó Ferreyra.

Los escáneres móviles tampoco son una solución definitiva. La sobrecarga de trabajo y la falta de colaboración de las empresas de correo, tanto privadas como públicas, complican aún más las tareas de control. “Desde Orán se despachan decenas de cubiertas sin aval aduanero, y nadie controla si adentro hay droga. Hace poco desarmamos una red que mandaba cocaína dentro de prensas hidráulicas. ¿Cuántas fábricas de ese tipo hay en Orán? Ninguna. Es para sospechar”, agregó la fuente judicial.

Un punto crítico en el sistema es el vacío legal: mientras que las leyes argentinas establecen que no se puede requisar una encomienda sin orden judicial, las normas internacionales exigen que los envíos al exterior se realicen en paquetes abiertos. Sin embargo, esto no se cumple de forma sistemática.

Los investigadores también apuntaron contra el personal de correo por su falta de atención. Aseguran que muchas veces se despachan paquetes con fuerte olor a marihuana sin que nadie se percate, y cuestionan la permisividad con la que se transportan objetos sospechosos.

La lucha contra el narcotráfico en Tucumán y el NOA se complejiza con cada hallazgo. Desde peluches hasta maquinaria industrial, cualquier elemento puede transformarse en un contenedor de droga. Y mientras las estrategias criminales se sofistican, las fuerzas de seguridad reclaman mayores recursos y coordinación para enfrentar un problema que ya no se esconde solamente entre las sombras del monte, sino también en las vitrinas de jugueterías, en los compartimentos de un colectivo o en la caja de un pedido por delivery.