Lunes 02 de Junio de 2025, 21:28
Aunque los sectores más kirchneristas del peronismo tucumano celebraron la reciente reaparición pública de Juan Manzur junto con la intendenta Rossana Chahla, la foto no alcanza para despejar la incertidumbre que se cierne sobre el futuro del oficialismo local. En paralelo al festejo simbólico, crece una preocupación silenciosa pero real en ese sector: un posible acuerdo electoral de Osvaldo Jaldo con La Libertad Avanza.
Leé también: De visita por Tucumán, Juan Manzur fue recibido por Rossana Chahla en la Municipalidad
En los últimos días, esa hipótesis dejó de ser rumor y pasó a formar parte del cálculo político nacional. Según trascendió, Jaldo analiza la posibilidad de incluir en su lista a Lisandro Catalán, vicejefe de Gabinete del Ministerio del Interior, como gesto concreto hacia Casa Rosada. Aunque cerca del gobernador aseguran que “falta mucho para octubre”, la negociación existe y se parece bastante al “modelo Chaco”: un acuerdo táctico entre el oficialismo local y los libertarios, que permita arrasar en las urnas a un peronismo kirchnerista en retroceso.
La única certeza hoy en Tucumán es que Jaldo aún no definió su estrategia electoral ni a su candidato principal. Pero mientras juega al misterio, elige mostrar su activo más valioso en el contexto actual: “no ser kirchnerista”. Ese posicionamiento lo pone en una zona intermedia desde la cual puede negociar con el gobierno nacional con cierta autonomía y sin cargar con el peso del discurso que los libertarios buscan enfrentar.
Este “no alineamiento” del mandatario tucumano choca con la estrategia nacional que impulsa Santiago Caputo, cerebro político de Milei: instalar una elección polarizada entre libertarios y kirchneristas, donde Jaldo —y otros gobernadores que ocupan el centro político— no encajan cómodamente en ninguno de los extremos.
Para Milei y su entorno, el enemigo útil y claro es el “kuka”. En cambio, un peronismo moderado, institucional y territorialmente fuerte —como el de Jaldo o Raúl Jalil en Catamarca— representa un desafío más incómodo, difícil de atacar con el discurso antisistema clásico de La Libertad Avanza.
Un acuerdo con LLA significaría para Jaldo una victoria aplastante en las legislativas. Pero el pacto no sería gratuito: desde Casa Rosada han dejado claro que los apoyos tienen precio. Se esperan, a cambio, votos en el Congreso y compromisos concretos con metas fiscales estrictas, nada alejados de los lineamientos que el propio Jaldo viene implementando en su gestión.
En este marco, la reaparición de Manzur con Chahla parece funcionar como un intento de recomponer el polo kirchnerista del PJ tucumano, pero podría tener el efecto contrario. Manzur no sólo evitó cuestionar a Jaldo, sino que incluso lo elogió públicamente, dejando entrever que no respaldará aventuras internas que busquen disputarle liderazgo al gobernador.
Jaldo, mientras tanto, juega su carta con inteligencia: no definirse del todo, mostrarse dialoguista, y mantener a todos a la expectativa.
Su mayor fortaleza: no cargar con el peso del kirchnerismo.
Su mayor riesgo: que, en la búsqueda de una alianza ganadora, termine por vaciar de poder al propio peronismo que lo sostiene.
Y es ahí donde asoma una advertencia de fondo: si el peronismo no logra adaptarse al nuevo mapa político, despegándose de los extremos y del discurso “kuka” que hoy lo margina, corre el riesgo de quedar definitivamente desplazado del juego real de poder. La ola violeta ya mostró que puede penetrar en el norte, y si el justicialismo no se moderniza ni lee bien la época, no será necesario ningún pacto para que desaparezca. La realidad se lo llevará puesto igual.