Martes 29 de Julio de 2025, 06:31

El Xeneize alcanzó la peor racha de su historia y la tensión en el club llegó a niveles imposibles. Riquelme, Russo y jugadores, con cortocircuitos.
Once partidos de Boca sin ganar. Peor racha de la historia del club. Peor arranque de un DT. Primera derrota con Huracán en el Ducó después de 31 años. Un tiro al arco en 90 minutos. Una sola valla invicta en ocho partidos. Más de dos años sin títulos. Dos años sin fase de grupos de la Copa Libertadores. Eliminado en repechaje por Alianza Lima. Eliminado en 16avos. de la Copa Argentina por Atlético Tucumán. Eliminado del Mundial de Clubes. Empate con los agentes inmobiliarios, peluqueros y albañiles de Auckland City. Decimotercero entre quince en el Torneo Clausura. Y Boca todavía no tocó fondo, como dijo Miguel Ángel Russo.
"Está todo podrido". Esa es la respuesta que sale desde el corazón de Boca Predio y también de Brandsen 805 -en una coincidencia que no deja dudas- cuando Olé pregunta sobre las causas de este momento crítico, desconcertante, confuso, ridículo, caricaturesco y a la vez, muy triste. Un momento en el que los jugadores no juegan, el técnico no dirige y el presidente finge demencia. Un clima pestilente, la razón de la crisis terminal en Boca
El momento de los jugadores, el técnico y el presidente
Los jugadores no juegan, son estatuas en la cancha. No tienen confianza ni ganas. Muchos que se esconden, otros que no se pueden mover. Malos controles y pases imprecisos a dos metros. No saben salir jugando ante la presión de un rival terrenal, que había sido goleado por Belgrano y caído contra un Estudiantes que no ganaba hacía 12 partidos. Ninguna triangulación. Avances solitarios. Ni uno que pueda desequilibrar mano a mano por gambeta o velocidad. Un enganche que frena los ataques dando vueltas en el lugar como calesita. Un nueve que juega afuera del área y tiene terror de patear al arco.
El técnico arma un equipo inexplicable. Barinaga juega bien en la Copa Argentina y lo saca para devolverle el lugar a Advíncula, que hace todo mal. Pone tres volantes centrales pesados y lentos. Pone a Delgado por la izquierda. Insiste con el doble nueve que no funciona para hacerle lugar a un Cavani sólo por su currículum. Saca a Merentiel en el entretiempo aunque es el mejor delantero del ciclo. Saca a Cavani cuando va perdiendo para poner a Zenón.
El presidente no demuestra ver la realidad ni la gravedad. Pide puertas adentro que ganen por "Cavani y Paredes" cuando debería pedir que ganen por Boca, por sus hinchas y por su historia, porque la campaña es un papelón y si no pelean el descenso es porque en un campeonato de 30 equipos hay unos cuantos que siempre van a ser mucho peores. Debería pedir que dejen todo y pongan huevo porque los va a echar a todos. Debería hacerse cargo de su responsabilidad, hablarles a los socios que son los dueños del club y responder muchas preguntas que en el canal oficial lógicamente no le van a hacer.
"Está todo podrido"
"Está todo podrido con Román, ese es el origen de todo esto". El clima en Ezeiza se corta con un cuchillo de lo denso que está. Entre la conducción y los jugadores "no se pueden ver", todo empeoró a partir de las discusiones por los premios del Mundial de Clubes y la decisión de marginar a Marcos Rojo, uno de los referentes del plantel, según cuenta una fuente que conoce a la perfección cada rincón del predio.
Ya se miraban mal por las formas de Riquelme y su Consejo de Fútbol. Por los egos, por los malos tratos. Porque no los atienden, porque los miran de arriba, porque se siguen sintiendo "el diez" y "el cinco de Boca" aunque no juegan hace una década o más. Por todo lo que los acusó semanas atrás Jorge Ribolzi. Nada de eso cae bien en los futbolistas de trayectoria y genera malestar.
Y los pibes tampoco los tragan. De acuerdo a otra fuente de Ezeiza, porque "los obligan a firmar primeros contratos leoninos sino los borran, porque sienten que les suben y bajan el pulgar" con los entrenadores. Y por ese trato, a la primera oferta se quieren ir forzando su salida, más allá del amor que tengan por Boca. Sobran ejemplos: Equi Fernández, el Colo Barco, Medina, Almendra.
"Es insoportable el ego, no se puede caminar en el predio", contó un integrante del plantel. "¿Cómo puede ser que todos los jugadores quieran irse?", se preguntó irónicamente el ex dirigente de Jorge Ameal, Martín Mendiguren, en una reciente entrevista.
La reiterada situación de jugadores colgados, que este año se profundizó, es la chispa que terminó por detonar la relación. "Y lo podrido se traslada a la cancha, no le responden. Van a entrenar sin ganas, juegan sin ganas, no la pasan bien", explican desde Ezeiza.
"Los jugadores saben además que Román sugiere a través de interlocutores quién tiene que jugar", agrega otra fuente cercana a uno de los cuerpos técnicos de esta gestión. "Manda por ejemplo a Serna, que le dice al técnico: ’Román ve bien a Palacios o Román pregunta por qué no juega Velasco’. ¿Y qué hacen los técnicos?".
"El Consejo es un equipo administrativo, las decisiones las toma Riquelme", agregó Mendiguren.
Las consecuencias de esta crisis política es el malestar que se traduce en desconcierto generalizado dentro y fuera de la cancha. Que el técnico esté desconocido y que los jugadores no reaccionen. Que Delgado pase de mejor del semestre pasado, a no jugar por "jovencito" y después entre de titular por la izquierda. Que Palacios repita actitudes poco profesionales. Que Merentiel se rebele, no acepte un cambio y salga a la cancha para el segundo tiempo. Los rumores de caza de brujas, de unos jugadores señalados por "buche" de la prensa y otros por "buche" de Román. Que Cavani patee a un rival en el piso. Señales tóxicas de fin de ciclo cuando apenas van siete partidos.
Y ante todo eso, la postura de Román si a alguno de los jugadores no está cómodo y no le gusta cómo son las cosas es que golpee la puerta y pida irse, aunque luego no lo dejarán y lo colgarán, tal como ocurre con Rojo, Cristian Lema, Marcelo Saracchi y Chiquito Romero.
Russo, por su parte, sabe dónde se metió. Que es el mismo lugar del que lo echaron por teléfono en 2021. Que tiene que dejar todo en estos días y que el clásico con Racing puede ser decisivo para él, si no puede sacar adelante al equipo.
"Soy el responsable", "me corresponde a mí darlo vuelta", "llegó el momento de cambiar" y "tengo dos semanas" fueron algunas de las frases del DT tras la derrota con Huracán. Es que él sabe que cambia o cambia. No puede seguir sin encontrar las formas y las decisiones. No le queda otra. Su futuro está en juego.
Lo de los jugadores, más allá de las razones que los lleven a jugar a nada, tampoco tiene justificación. No hay ni amor propio. De hecho, este fin de semana dejaron sus autos en Ezeiza y no en el hotel Intercontinental como lo hacen habitualmente cuando se concentran para los partidos en Buenos Aires. Así, luego de jugar en el Ducó, volverían en micro al predio y evitarían que algunos hinchas se juntaran a insultar si les iba mal. En un pensamiento un tanto derrotista, como si supieran que les iba a ir mal. "Nunca pasó que se escapen así".
"No le entra una bala"
"No le entra una bala. Si piensan que en algún momento va a caer, están equivocados". Riquelme no acepta haber fallado con la contratación de los refuerzos, que su ojo para eligir cracks no funciona como tampoco funcionaba cuando era jugador y señalaba como "mejor del fútbol argentino" a Pachi Carrizo o Kitu Díaz.
Así, en negociaciones que duran varios mercados de pases, las incorporaciones son en su mayoría figuras desgastadas y futbolistas que quedan libres de otros clubes, y pocos descubrimientos producto de scouting que luego permita una reventa millonaria al exterior.
El Canal de Boca
Riquelme no acepta que no hay rumbo con la elección de los perfiles de los entrenadores. De Jorge Almirón a Diego Martínez, de ahí a Fernando Gago y ahora a Miguel Russo. Siempre con la intención de darle la oportunidad a su amigo Mariano Herrón. No acepta que no hay planificación. A Russo lo ve bien. Porque para él el fútbol es simple, son sensaciones y sólo es cuestión de jugar bien.
Riquelme no responde a las preguntas que se hace el Mundo Boca. "Desde un tiempo a esta parte se fue quedando sin medios afines que sólo le hacían preguntas simpáticas y sólo habla con el canal oficial", remarcan desde el club. Y cuando habla, todo lo malo que pasa en el club lo atribuye a campañas de la oposición, asegura que los hinchas están felices y pide que "no se dejen llenar la cabeza", como si nada ocurriera realmente y no viera el descontento reflejado en los cantitos contra él encubiertos en "la Comisión, la Comisión...". Al margen de las acusaciones para su hermano Chanchi, que son incomprobables.
Riquelme tampoco reconoce sus errores, que le está costando manejar el club en su gestión como presidente y que no paran de explotar líos por todos lados. Ni siquiera acepta sus contradicciones con su propio archivo, cuando decía que lo único que importaba era la Libertadores y cuestionaba que los entrenadores no duraran un año.
Y mientras hacen referencia a un nuevo escudo que hay en algunas oficinas xeneizes con la silueta de Román en vez de las estrellas y las iniciales del club, tanto en Ezeiza como en Brandsen coinciden en algo: "A lo único que le tiene miedo es a Milei, a algún carpetazo sobre el hermano que lo haga bajarse de las próximas elecciones, pero él solo no se va a ir. Boca hoy no es el CABJ, es el CAJRR". /Olé
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