Martes 29 de Julio de 2025, 07:54
Wu Yongning, conocido como el “hombre araña chino”, murió el 13 de noviembre de 2017 al caer desde el piso 62 del rascacielos HuaYuan, en la ciudad de Changsha, mientras grababa un desafío extremo para sus redes sociales. La caída ocurrió cuando intentaba realizar dominadas colgado de una cornisa, sin protección. Su objetivo era filmar una hazaña para un reto que ofrecía como premio 100.000 yuanes, dinero que pensaba destinar al tratamiento médico de su madre enferma y a sus planes de boda.
La escena quedó registrada por la cámara que había instalado él mismo y muestra el momento en que, tras varios intentos de impulsarse, sus brazos no resistieron más y cayó al vacío. Su muerte se conoció semanas después, cuando su familia confirmó el fallecimiento.
Wu Yongning había ganado popularidad en China por sus espectaculares videos de rooftopping —acrobacias sin protección desde alturas extremas—, que lo convirtieron en un fenómeno digital con más de un millón de seguidores en la red social Kuaishou. Sin patrocinadores ni estructuras formales, financiaba su vida con pequeñas donaciones y concursos online. Detrás de su figura pública había un joven humilde, criado en Changsha, que entrenaba a diario y afirmaba que su seguridad dependía de su autocontrol.
Sus seguidores lo admiraban por su disciplina y por los riesgos que asumía. Pero su muerte puso en evidencia los peligros de la autoexposición en redes sociales y la presión por superar cada desafío. Tras su fallecimiento, miles de usuarios lamentaron su partida, mientras que voces críticas denunciaron la lógica despiadada de los algoritmos que recompensan el peligro constante.
El fenómeno del rooftopping, impulsado por Wu en China, creció sin regulación ni supervisión. Aunque las autoridades prohíben el ingreso no autorizado a edificios, en la práctica la vigilancia es escasa. Tras el accidente, el gobierno de Changsha emitió solo un breve comunicado, recordando esa prohibición, pero sin abordar el problema de fondo: la falta de control sobre una creciente industria informal de influencers extremos.
La figura de Wu Yongning se convirtió en un símbolo de una generación obsesionada con la viralidad. Medios como The New York Times y Time analizaron su caso como una tragedia moderna: la de un joven que murió no solo por una caída, sino por una carrera desesperada por likes, en un entorno digital que exige ir siempre más lejos.
En las semanas posteriores, la torre HuaYuan se transformó en un lugar de homenaje: cientos de fans dejaron flores, mensajes y cartas en su memoria. Wu fue recordado como un mártir del vértigo, una figura trágica de la era del espectáculo online. Su novia compartió fotos íntimas y cartas de despedida, mientras que su madre —la razón principal de sus riesgos— fue finalmente operada gracias al dinero que Wu había acumulado antes del accidente.